Capítulo 17

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El salón de clases yacía repleto de mis compañeros, a causa de que, el timbre advirtiendo que las clases ya iniciaron, se escuchó en cada rincón de la escuela. Valeria y Mari aun no daban señales de vida y yo tenía mucho que discutir con Valeria. 

Ella me ha estado evitando, como yo he evitado a Mari. Esto se veía como un juego tonto e infantil, y en realidad sí, lo era. 

El profesor de Inglés ingresó, completamente agotado, con un gran bolso negro entre sus manos. Tras de él, aparecieron Mari y Valeria, quien traía con ella una mini torre de papeles blancos, y compartiendo risitas entre ellas.

El joven profesor, Alfredo, dejó el bolso sobre el escritorio y volteó hacia nosotros sonriendo con esa dentadura de comercial de crema dental, acompañado de esa carita de niño bueno que me dejaba babeando. 

Este hombre era el único que podía revolotear mis escasas e inexistentes hormonas heterosexuales. 

Exhaló con el cansancio bailando en sus ojos. Valeria arrojó los papeles sobre el escritorio, resonando por todo el salón. El profe giró a verla y ésta solo se encogió de hombros y junto a una divertida Mari, se apresuró a sentarse en el pupitre a mi lado, como siempre, mientras Mari tomaba asiento, en el puesto posterior, con Jorge. 

Una vez más, dirigió sus apolíneos ojos que Apolo le obsequió, y habló;—Bien, chicos. Ya que los días viernes representan todo lo que significa diversión, les tengo una sorpresa. 

—Se trata de un examen sorpresa —susurró Valeria, aterrorizada. 

—¡Un examen sorpresa! —anunció con alegría en su voz. 

El bullicio y las quejas de parte de mis compañeros, no se hicieron tardar. Lo único que quería era fallecer aquí mismo. 

Pero, bueeeno, yo por ti, Alfredo, voy hasta la luna y te la arrojo. ¿Ah? ¿No era así?

Unos dedos se clavaban en mi espalda con brusquedad. Viré para ver a Jorge con su mejor carita de perro mojado. 

Exasperada, pregunté;—¿Qué pasa?

—¿Sabes inglés? —inquirió, afligido. 

 —Pero por supuesto —su rostro pasó del desespero a una aliviada en segundos.—Hello, how are you? I'm fine, and you?

Mari se echó a reír logrando que me contagiara de ella. 

—Open de window —continué molestándolo con Mari riendo próximo a él mientras éste rodaba los ojos.  

—No me sirves.

Formé un puchero, a la vez, que fingía estar ofendida. 

—Oh, qué malo eres, Jorgito. 

El examen hubiera estado bastante sencillo... si solo supiera manejar a la perfección el verbo to be. Ya quería llorar, ese nota roja iría directa a mis padres en el día de la primera reunión de apoderados. 

Oí como una silla rechinó lo que me hizo querer curiosear sobre quién se trataba , ya que, no respondería ninguna pregunta de esto debido a que debía justificar las preguntas falsas. Nuevamente, quería llorar, pero con más ganas. 

Mari acomodó la silla, poniéndola de vuelta en su lugar, y a pasos lentos, caminó hasta el profesor con su mochila colgando en su hombro y el examen en una de sus manos. 

—Wow, qué rápido has respondido —dijo el profesor, sin ocultar su asombro.—Puedes retirarte. 

Asintiendo, para después, marcharse de la clase. 

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