Capítulo 15

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Hoy Mari se encontraba ausente. 

Y su ausencia me hacía necesitarla, aunque, no debiera. 

—Jorge, responde la pregunta, por favor —la profesora de Historia lo reprendió a la vez que éste golpeaba su cabeza contra la pizarra, sin la remota idea de qué debía escribir como respuesta.—No golpees la pizarra, ¿qué te-, mejor, solo responde. 

Riendo ojeé el libro de Historia en busca de cómo ayudar a mi amigo y que no terminara con una mala calificación en la libreta de notas. Releí la pregunta por enésima vez sin exagerar. 

《 ¿En qué Edad de nuestra historia universal ubican a la Venus de Willendorf, estatuilla antropomorfa?  

Que quede claro, yo nunca he sido una gran alumna, osea, como que uy, qué excelente estudiante eres, Ariel. Pues, no. Pero nadie puede negar que esto parecía un trabalenguas y el que se atreviera a contradecirme, nos iríamos a los golpes.

Festejé en silencio cuando la respuesta se manifestó de manera divina en la siguiente página ante mis bellos ojitos. 

Aproveché la oportunidad de chistar hacia Jorge queriendo pasar completamente desapercibida cuando la profe volvió a centrar su atención en sus apuntes. 

—Jorge —susurré su nombre sin éxito de conseguir su atención. Él se resignó aun lloriqueando con su frente apoyada en la pizarra. Rodando los ojos, le lancé una bola de papel que arranqué del cuaderno abierto de una dormida Valeria, la cual, aterrizó en su mejilla. 

La señorita Jacquelina, apartó su vista de la libreta para ahora dejarla fija en mí. 

Le sonreí, inocente. 

Pues, me jodí. 

—Alumna Ariel, si tantas ganas tienes de ayudar a tu compañero, ven y resuelve todo el ejercicio por él. 

—Claro —dije. Ella se mantenía cautelosa hacia mi persona.—Iría, pero tengo malita la rodilla. 

La profesora, Jorge, Valeria y el resto de la clase dirigió la mirada hacia mí. Yo solo me dedicaba a poner mi mejor cara de lastima. 

—¿Qué tiene que ver eso? 

—Que no puedo caminar, duh. 

Ella masajeó su sien, seguramente pensando en las mil formas de cómo matarme sin que nadie notara mi presencia. Más, no le dio tiempo para decir nada, ya que, el timbre de recreo sonó indicando que el fin de las clases había llegado a su fin por hoy. 

Me apresuré a salir del aula. A pesar de querer volverme invisible para los ojos de la profesora, su voz diciendo mi nombre hizo que detuviera de bruces mis pasos.

—¿Sí?

Tendió hacia mi dirección desde su escritorio un papel. La incertidumbre se instaló en mí, ¿por qué me estaba dando eso a mí? No recordaba haber hecho algún trabajo. 

Vacilé si debía recibirlo o no, pero antes de meditarlo lo suficiente, terminé aceptándolo. Leí de que se trataba; Trabajo de Historia y Geografía estaba escrito en letras grandes, y un poco más abajo el nombre Mari junto al mío. 

De pronto, recordé. Esto había sido el día donde me quedé dormida. 

—Quise entregárselo a Mari, sin embargo, ella insistió en que debía pasártelo a ti.

Asentí. Despidiéndome de ella, proseguí a retirarme de la clase hacia la entrada donde me esperaban Jorge y Valeria. Deslicé mis dedos a la última hoja, encontrándome con un gigante 10 al final del escrito. Oh yes, mi primera buena calificación en este ramo del demonio. 

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