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Esto comenzó en mi décimo octavo cumpleaños, mi tío David que acababa de volver de África me regaló un tablero de ouija muy muy antiguo, al parecer se lo había comprado a una señora mayor en un mercado de allí.
La mujer le advirtió que ese tablero era muy antiguo y había sido usado en múltiples rituales satánicos y bla bla bla lo de siempre, en fin mi tío no creía en esas cosas asique le pareció un regalo original y no creyó que fuese a pasar nada malo.
Sinceramente ojalá jamás lo hubiera comprado, así todavía tendría mi alma...

el pactoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora