Parte 3

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Un mes. Ha pasado un mes desde su ausencia. El deplorable estado de Sasuke es notorio. No hace mucho tiempo él estaba alimentándose como habitualmente lo hacía, pero llegó a un punto en que no podía continuar como si todo siguiera igual. Lo único que hacía era fingir que todo estaba bien, pero era una vil mentira. Naruto ya no estaba bajo el mismo techo que él, ya no podría encontrárselo en los pasillos ni frecuentar su habitación por las noches para hacerle amor desenfrenadamente. No podía seguir avanzando con su vida, no con Naruto constantemente en sus pensamientos, sus recuerdos, su corazón. Él se había metido en todas partes de su ser y dolía demasiado.

Fue entonces que poco a poco se venció. Se sumió en su dolor y pesar. Dormía casi todo el tiempo, comenzó a descuidar su aspecto principesco y la comida no era consumida. Su cabello brillante y sedoso pasó a ser apagado y seco, ojeras debajo de sus ojos, piel mucho más pálida que su propia pigmentación. Parecía un muerto viviente. Las sirvientas comenzaron a temer de entrar a su habitación y servirle la comida como limpiar su alcoba. Era en vano, porque no se dignaba en abandonar su cuarto. Miraba la ventana como la cosa más interesante del castillo recostado en la almohada y vistiendo un camisón largo color blanco con bordes dorados en el cuello y mangas. El solo miraba más allá perdido en su propia angustia, guardándose todo para él, haciéndose daño solo.

La puerta fue abierta abruptamente y desde ese lugar, Itachi miró a su querido hermano silencioso y casi sin vida sobre la cama. Su cara reflejó la inmensa tristeza al verle de esa manera tan impotente y carente de vida, jamás había visto a Sasuke con esa faceta por alguien. Era tal como había imaginado, Naruto significaba todo para su hermano menor, Naruto era su única debilidad. Una persona de índole plebeya con un corazón puro había penetrado la coraza de piedra de Sasuke y logrado adherirse a su corazón para nunca ser quitado de allí.

—Hermano...-a paso lento se acercó a su cama y se inclinó a acariciarle los cabellos, por más movimiento que hiciese, el gesto del moreno no cambiaba en lo absoluto. Estaba ido-Mi hermano...-los ojos se Itachi se humedecieron y con temor quitó la fina sabana que lo cobijaba, que escondía su figura. Y vio allí, vio allí notoriamente las costillas marcadas en su delgado cuerpo, así como sus brazos y piernas con falta de musculatura. El perfecto cuerpo del príncipe había sido borrado en cuestión de días gracias a la fuerte depresión y la falta de ganas de vivir.

Sasuke se estaba dejando morir muy lentamente.

Itachi cubrió el débil cuerpo de su hermano nuevamente y besó su frente con dulzura sintiendo las lágrimas deslizarse de sus mejillas. Acercó su boca a su oído descubierto y susurró suavemente.

—Voy a buscarlo, te lo prometo. Así que por favor... por favor... no te dejes hacer esto, ¿me oyes, Sasuke?-el menor seguía mirando a la nada-Naruto vendrá a ti, él vendrá, te lo juro-volvió a plantarle un beso en su frente y abandonó la habitación junto con sus sollozos.

...

...

—Volveré cuando acabe mi trabajo, Konan-le besó los labios suavemente.

—Suerte con su búsqueda-animó la joven.

—Que el cielo te escuche-murmuró, encaminándose con sus hombres a la salida del castillo. Todo el mundo sujetando a sus caballos, Itachi poseía un hermoso corcel blanco, regalo de su padre, llamado Luna.

Konan vio partir a su esposo junto a su propio grupo de soldados para encontrar al joven sirviente por el cual Sasuke agonizaba de amor y tristeza. Solo esperaba que no fuera demasiado tarde.

Cuando partió de su hogar a escondidas de su padre y rey, era una tranquila mañana. El día resplandeciente, un ambiente templado. Su primer sitio por visitar eran las ciudades más cercanas a las que pudiera haber huido. No tenía como objetivo cometer el mismo error de su hermano menor, meterse en casas ajenas no era su especialidad. Prefería hacer todo más pacíficamente. El pueblo amaba a Itachi, era un príncipe sabio y bondadoso con todo aquel que tenía la oportunidad de verle de frente.

Sus hombres le seguían a sus espaldas mirando en todas direcciones y preguntando a los campesinos por el paradero de un chico rubio y ojos azules. Nadie podía decir nada. Todos negaban haberle visto. Era como si Naruto hubiera sido tragado por la tierra. El azabache comenzó a preocuparse seriamente, la salud de su hermano colgaba de un delgado hilo, Naruto era su única salvación.

Solo él podía salvar a Sasuke de ese profundo abismo.

—¿Eh? Si, lo vi, pero ya no encaja con la descripción que tienen. No al menos su cabello.

—¡Príncipe Itachi!

El ojinegro giró la cabeza bruscamente en cuanto oyó que uno de los pueblerinos respondió afirmativamente a uno de sus hombres. Finalmente habían dado con él

—¿Puede decirnos donde ubicarlo?

—Ese chico... si, se llama Menma y tiene el cabello negro, no rubio. Sé con certeza que lo ha pintado, yo estuve presente cuando lo hizo, jeje. Se limpia el cabello todos los días junto al rio que está pegado al puente cerca de las afueras de este pueblo. A propósito, se le da bien el cazar peces. Le he comprado varios en el mercado...

—¡Te lo agradezco mucho!-Itachi puso en sus manos una bolsa pequeña con monedas de oro en ella. Al hombre se le iluminaron los ojos de felicidad y sorpresa en cuento supo su contenido-¡Adiós y gracias!-gritó trotando con su caballa y dirigiendo sus hombres a su nuevo destino.

—¡Gracias a usted, joven príncipe!-gritó emocionado.

...

...

Galoparon hasta llegar al bendito rio del puente de piedra. Era mediodía y rogaba porque estuviera presente allí, sentía que el alma se le iba en cada minuto que pasaba. Una horrible sensación de pesar y angustia. Pararon junto al puente, él bajo y sus hombres le imitaron, con sigilo se acercó al paredón y bajó la mirada debajo de ella admirando el ancho y deslumbrante rio de peces deliciosos que toda persona no podía capturar tan fácilmente.

Y le vio.

Sentado en la orilla con una red de hilo grueso cargando en ella donde enormes peces que todavía luchaban por saltar al agua. Los apartó bruscamente y los aventó en un cajón de madera tapándolo en el proceso. No había equivocación, era él, era Naruto. Sus ojos le delataban, su rostro, esas marcas en sus mejillas que aunque trascurriera mucho tiempo no podría quitárselas de su piel.

Aún así, percibió un gran cambio en él. No era el mismo Naruto de hace un mes. Este chico, desprendía no solo fuerza, sino una madurez que jamás había logrado ver en otro chico joven. Orgullo, valor, honor, solidaridad... habían tantas cosas que acudían a su mente con solo darle un vistazo. Sin saber bien lo que él estuvo haciendo y cuanto había cambiado, Naruto desprendía tanta luz... una poderosa luz que no había visto antes en su persona.

Con unos pantalones ligeros en tono marrón y botas, llevaba el abdomen al descubierto mostrando su ejercitado pecho y buenos músculos en cada brazo. Ha de haber hecho mucho ejercicio, cargar cosas pesadas, pensó. Su cabello oscuro y largo hasta tapar el cuello, se veía diferente y tan feliz.

No quería arruinar esa imagen, esa vida que ahora tenía., pero Sasuke... Sasuke era tan importante para él. Su hermano era significativo en su vida. No deseaba perderlo. No estaba listo para dejarlo ir y menos tan joven. Su voz tembló al querer gritar su nombre, hubo dudas, vaciló. Sus hombres le miraron extrañados, pero guardaron silencio respetuosamente. Era el momento. Era ahora o dejar que Sasuke muriera.

Aquí y ahora.

—¡¡Naruto!!

Su voz se alzó fuertemente llamando la atención de algunos caminantes del lugar. Él le miró, se puso de pie dejando la caja a un lado, ambos conectaron una fija mirada. Itachi desesperado, Naruto serio. Tan distante. Tan cambiante.

Sus labios articularon algo e Itachi pudo comprenderlo en instantes.

"Sasuke"

Esa palabra iluminó la esperanza del príncipe mayor. ¿Naruto, estaba...?

(Continuará)

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora