Parte 4

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Las lágrimas descendían una tras otra de sus ojos color zafiro e Itachi contemplaba sorprendido el cómo expresaba su gran preocupación.

—¡¿Sasuke, está bien?! ¡Dímelo!

—¡Más respeto con el príncipe, plebeyo!-gritó uno de sus hombres molesto.

—Ssh, está bien-miró al joven que le admiraba con fervor-Deidara, cálmate. Yo me ocuparé de esto-se aferró a las cuerdas de su caballo.

—Mil disculpas, mi señor...-agachó la cabeza respetuosamente, el azabache sonrió y se encaminó a ir debajo del puente para hablar con Naruto-Quédense aquí hasta nuevo aviso.

—¡Si, señor!-gritaron al unísono.

El blondo intentó tranquilizarse por las buenas respirando con normalidad. Cuando Itachi gritó su nombre, en su mente solo pudo ver a Sasuke, su rostro pálido con los ojos cerrados carente de toda vitalidad. Los rumores del reino se habían esparcido hasta el pueblo, el príncipe menor había enfermado gravemente y parecía luchar entre la vida y la muerte. Cuando escuchó de ello, dormir tranquilamente se le volvió imposible por las noches. No importa cuánto tiempo haya transcurrido, para bien o para mal, él ya estaba completamente enamorado de Sasuke y aunque hubiera logrado su libertad, él escapar de ese intenso sentimiento había sido una completa derrota.

Amaba a Sasuke con todo su ser, con esa maldita arrogancia, con todos sus defectos y ese dolor que causó en él cuando fue más joven. A pesar de ello, de odiarle, su amor resultó ser más grande que cualquier otra cosa.

—¡Naruto!

Miró a Itachi llegar con él sobre su caballo blanco, tomó su camisa mangas largas, blanca con cuello en v y cordones adornando los extremos del corte y se la puso tapando su pecho avergonzado de ser visto así por el príncipe mayor y su grupo. El moreno se detuvo junto a él y bajo del animal emocionado y preocupado a la par.

—Hay tantas cosas que debo contarte.

—Dímelas todas.

—Sasuke, desde que te fuiste ya no fue el mismo. Lo estoy perdiendo, Naruto, mi hermano...-sus ojos se cristalizaron-Se está muriendo en vida postrado en la cama.

La guardia real miraba con curiosidad desde el puente el cómo conversaban su futuro rey y el ex sirviente parados junto al rio. La cara del rubio se transformó radicalmente a una de horror y se tapó el rostro comenzando a llorar. Itachi le tomó de los hombros, parecía pedirle de corazón algo. Todos se miraron entre sí, y voltearon la mirada nuevamente al dúo. Todo parecía terminar, Itachi se subió al caballo y tomó de la mano al blondo para que subiera detrás de él, le dio la orden a su corcel con la cuerda y trotó hasta dónde estaban los demás.

—¡Hora de irnos!-todo miraron al príncipe sorprendidos, desprendía una gran sonrisa en sus labios-¡Rápido!-el animal galopó con rapidez pasando al grupo, y los hombres saliendo de su sorpresa le siguieron por detrás.

...

...

Mikoto bajaba las tantas escaleras saliendo de la habitación de su hijo, su esposo se encontraba ocupado con asuntos importantes del reino en compañía de guardias y amigos. Poco le importaba la salud de Sasuke, poco le interesaba desde que supo la "causa" por la que ahora moría lentamente. La reina quedó boquiabierta al saberse el verdadero hecho de los labios de su hijo mayor, jamás imaginó que Sasuke con temperamento tan inestable, frio llegase a amar con tanta fuerza a una persona, a un hombre, un chico de clase baja. Su amor era puro, lo comprendió cuando le vio a los ojos y reflejó todo el dolor en esos pozos oscuros, su desnutrición y mala imagen. Sasuke no podía soportar la idea de haberlo perdido para siempre y es por eso que no habiendo encontrado otra solución, moría de tristeza. Ella estuvo de acuerdo con su hijo en que fuera en busca del blondo, solo así, su pequeño seria de vuelto al mundo de los vivos.

—¡Mamá!-gritó el moreno corriendo con Naruto a su lado. la reina abrió grandes los ojos, lo había encontrado.

—Naruto...

—Reina Mikoto, de verdad... de verdad lo siento-se lamentó con angustia.

La bella pelinegra le acarició ambas mejillas otorgándole una dulce sonrisa de comprensión.

—Te necesita más que nunca ahora.

—Lo sé...-susurró.

—Ve, Naruto. Salva a mi hermano-le sonrió.

Naruto asintió y salió corriendo subiendo las escaleras que lo conducirían a la habitación de Sasuke. Con cada paso que daba su corazón se aceleraba más y más, sus emociones estaban a flor de piel. Nervioso, aterrado, alegre... era una mezcla extraña, pero normal para él.

Tomó una gran bocanada de aire frente a la puerta, normalizó su respiración e intentó mantener el control sobre sí mismo. Abrió la puerta haciendo el mínimo ruido posible, entró con sigilo acercándose hasta la cama desarreglada y cubierta con una capa ligera de polvo. Nadie había limpiado ahí en días. Había ropa regada en el piso y comida a medio acabar que parecía del día anterior sobre la mesa de al lado del lecho.

El joven azabache estaba de espaldas con su cuerpo tapado hasta la cintura, a pesar de estar vestido el oji-azul pudo percibir la delgada figura del moreno. Una amargura llenó su alma. Con ternura, su mano se levantó en el aire y se posó en el cabello seco y sin brillo de su amado.

—Príncipe Sasuke... despierta. Soy yo, Naruto.-volvió a acariciarle los cabellos, y este se removió moviendo su espalda con lentitud hacia su dirección. El corazón de Naruto pareció detenerse unos instantes cuando esos ojos negros de la noche volvieron a posarse sobre él tras un periodo de tiempo que le pareció una maldita eternidad.

Labios resecos, enormes ojeras, piel muy pálida, ojos hinchados. ¿Cuánto había llorado? ¿Él había sido el responsable? Su labio tembló al querer hablar, pero Sasuke fue el primero en actuar. Sus ojos se abrieron desmesuradamente y con la poca fuerza que podía manipular en sus brazos le rodeó la cintura dejando tieso al rubio.

—Na... Naru-to-habló entrecortadamente por el esfuerzo, sus cuerdas vocales estuvieron mucho tiempo sin articular palabra. Después de un mes, Sasuke rompía el silencio llamándole con anhelo.—Vol-volviste... volviste. No te vayas... no te vayas otra vez... no me dejes-comenzó a sollozar.

Sasuke comenzó a llorar con fuerza mientras sus brazos apresaban con la poca energía el cuerpo ancho de su rubio. Naruto sintió un nudo horrible en la garganta y sus ojos azules comenzaron a llenarse de agua salada, demasiado conmovido por el estado del príncipe se inclinó y lo tomó entre sus brazos apretándolo contra él y notando más claro lo delgado que estaba. Sasuke era huesos y piel.

—Imbécil... eres un...-siguió llorando sin parar-Maldito... tonto... idiota... estúpido ¿Qué te has hecho...? ¿Cómo... puedes...?-lo apartó tan solo un poco, pero él se negaba a desprenderse de su rubito. Su mano acarició el rostro pálido con suavidad y sin demorar más, acercó sus labios a los suyos.

Sasuke tuvo la mayor felicidad del mundo de volver a sentir esos labios cálidos e irremplazables sobre los suyos entre interminables lágrimas de parte de los dos. Fue un beso tierno, pero no pudiendo ambos contenerse, iniciaron un contacto hambriento y simplemente necesitado por ambos. Se abrazaron y se besaron sentados en la cama por bastante tiempo.

Su rubio había regresado y él no tenía ninguna razón para morir ahora.

(Continuará)

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora