Parte 2

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El cielo ya estaba completamente oscuro, pero eso no le impediría salir a buscarlo con sus mejores hombres a caballo. Preparó la montura y cruzó con su corcel negro el patio de armas junto al patio principal donde se llevaría a cabo un torneo de jinetes para festejar la boda de su hermano y la princesa. Cruzó el puente levadizo ordenándoles a los guardias bajarlo, detrás venían sus hombres uniformados con el escudo de la familia Uchiha. Era un grupo numeroso y que solo seguía órdenes del príncipe menor. Lo poco que sabía es que se había escapado un sirviente valiéndose del alboroto de gente en el castillo; debían capturarle y traerlo ante el príncipe Sasuke.

Pasaron la barbacana y posteriormente la reja. Una vez pisando tierra el noble habló.

—Él que encuentre primero al sirviente rubio se ganará mi entera gratitud y una bolsa con cien monedas de oro. Así que esfuércense.

—¡Sí, señor!-gritaron en coro.

—¡Andando!-sacudió la correa sujeta al cuello de su caballo y este comenzó a galopar directo al pueblo con los otros caballos a su espalda.

Perdóname Itachi...

...

...

Las horas transcurrieron. El que Sasuke no se presentara en el momento más importante de la vida de su hermano mayor, causó curiosidad en los padres y otros reyes de la nobleza que comenzaron a murmurar entre ellos. Fugaku ya estaba lleno de ira por tal falta de respeto e Itachi, él estaba extrañado porque se suponía que estaría acompañándole. Se sintió triste, pero por fuera mantuvo su compostura y compuso una sonrisa falsa a los invitados y a su futura esposa durante toda la cena y la celebración en el torneo.

La noche estaba fresca y llena de estrellas resplandecientes observando desde el manto nocturno las andanzas de ida y vuelta del joven príncipe de mirada tristona y desesperante. Recorrieron hasta el más pequeño sitio irrumpiendo en casas ajenas de gente pobre. De su gente. Preguntando. Dando detalles de su apariencia. Llegaron a otro pueblo e hicieron lo mismo que en el anterior. Sin pedir permiso, los soldados entraban y comenzaban a revisar sus pertenencias y entraban a sus habitaciones. Sasuke tan solo se mantenía observando expectante cada acción. Todo lo que podía hacer la familia de campesinos era arrodillarse ante su presencia y dejar que tocaran sus cosas manteniendo sus bocas cerradas por su bien.

El temor por el segundo hijo del rey era reconocible en los pueblos vecinos. El joven se había liado en varios problemas y todos estaban relacionados con la plebe. Pocos lograban sobrevivir. No se sabía exactamente nada de lo que hacían con ellos.

—No hay nada, mi señor-anunció uno de sus hombres acercándose.

—Vamos a la siguiente.-le dio la espalda para salir de esa mugrienta choza.

—Sí.

Dejando todo hecho un caos. Husmearon en casa por casa hasta que el sol se puso en lo alto del cielo. Costaba creerlo, pero resultaba cierto. Sus ojos tenían unas pequeñas ojeras debajo y se entrecerraban continuamente, el sueño le pesaba y le ocurrió lo mismo a su tropa. Los caballos estaban exhaustos y debían beber agua.

Con angustia y gran decepción anunció el retiro nuevamente para su castillo. Los caballos se movilizaron velozmente y los hombres más ansioso por llegar y caer rendidos en su cama.

Sabía que tendría serios problemas a su regreso. Su padre. Le conocía perfectamente. No pondría excusas, pero tampoco diría ciertas verdades.

—¡El príncipe está llegando! ¡Abran la puerta!-gritó un guardia desde arriba del terraplén. Un pasillo estrecho situado sobre la muralla que rodeaba la barbacana, le permitía hacer tranquilamente la ronda a los centinelas.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora