Parte III

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Wei Ying se recuperó en un par de días y su vida siguió como antes, a excepción de un pequeño detalle, la imagen del tritón seguía rondando en su mente y cuando ésta aparecía su corazón se aceleraba y en su estómago cosquilleaba una especie de revoloteo.

- Ahh, quizá enferme de algo...

- ¿Qué dices a-Xian? - preguntó Huaisang entrando a la cocina con compras del mercado.

Desde aquella noche en la playa había venido diario y se quedaba hasta tarde para ver que la salud de Wei Wuxian no decayera.

- Nada, sólo creo que algo me ha caído mal al estómago - dijo mientras prestaba atención una vez más a lo que estaba cortando para hacer la comida.

- ¿Insinúas que cocino mal? - dijo Huaisang fingiendo ofenderse.

- Jajaja, no es eso - le dijo sonriente - me he sentido raro desde esa noche...

- Viste algo que se supone no debería existir, supongo que es normal... aunque, yo diría que estas mejor que antes - y una sonrisa picara apareció en su rostro- ¡te ha vuelto el color a la cara y ya ríes otra vez!

Al escuchar esto, Wuxian sonrío ampliamente y por un instante, recordó a la sirena una vez más. Por la tarde Huaisang tuvo que volver a su casa y él se quedó en su taller frente al caballete; tenía que pintarlo, tal vez así su mente sería libre.

Al terminar, por primera vez le sorprendió lo buena que era su memoria fotográfica y su habilidad, pues la pintura se veía tan real que casi sentía que podía tocarlo; algo dentro suyo se calentó y tuvo un impulso por ver hacia el mar a través de su ventana, ahí estaba él, dejando que la suave brisa moviese su cabello y el agua humedeciera un poco sus pies.Salió corriendo para hablarle, pero al llegar, ya había desaparecido.

Intencionalmente, comenzó a dar paseos por la playa todas las tardes, con la esperanza de verlo al ponerse el sol, pero no fue hasta muchos días después que lo encontró, sentado en la arena con una pierna extendida, viendo en dirección al mar. Al mirarlo él, se puso de pie y se dispuso a irse.

-Espera, no quiero hacerte daño...

- Mantente lejos, Wei Ying- su voz grave tenía cierta suavidad y elegancia, como si fuera una deidad la que hablase.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Wei Ying, ¿por qué sabía su nombre? Como si pudiera leer sus pensamientos él siguió.

- Así te llamaron esa noche... Vete, no debes hablar conmigo - dijo él mientras se daba la vuelta y empezaba a caminar.

- ¿Por el hechizo de amor?

- ¿Hechizo de amor? - el tritón río melodiosamente y con elegancia se giró para verlo una vez más - pensé que los humanos no creían en eso.

Todo su rostro pareció sonreír, los dorados ojos, las enormes pestañas y las gruesas cejas sobre ellos, los labios color salmón y la digna nariz. Ante el sonido de su voz, Wei Ying no podía controlar su frenéticos latidos, si no había hechizo, o magia, no tenía sentido ponerse así.

-Gracias.

- ¿Gracias?

-Sí, de no ser por ti habría muerto- dijo Wei Ying esbozando una sonrisa y el corazón del tritón comenzó a latir rápidamente mientras sus lóbulos se coloreaban de carmesí.

-Tienes razón, el salvaje de tu amigo tardó demasiado en dejar esa mundana reunión - levantó la mano dejando ver el dorso - esto prueba lo vacía que está su cabeza.

-Lamento mucho eso, él estaba asustado.

- ¡Ja! ¿Asustado? - el elegante rostro del tritón pareció afectarse, como si una mueca irónica se quisiera adueñar de él - quiso seguirme aun cuando te solté ¿de qué estaba asustado según tú?

-... de que me ahogaras ¿Tu mano está bien? - preguntó Wei Ying ignorando el tono de desdén que el tritón había usado para responder e intentando sostenerla se acercó más.

- No me toques.

- ¿Por qué si no hay hechizo?

-¿Dije que no lo había? No me toques, los humanos son imperfectos y triviales; no se nos permite interactuar con ustedes física o verbalmente - afirmó levantando un poco la voz de forma obstinada.

- ¿Por qué me salvaste entonces? ¿Qué haces fuera del mar? ¿por que hablas conmigo entonces? - dijo Wei Ying en tono burlón.

- No te incumbe saberlo- espetó mientras se giraba una vez más y caminaba rápidamente.

Wei Ying lo siguió un rato mientras le hacía preguntas que él ignoraba y le contaba cosas de su infancia y lo que era pintar; poco a poco, el tritón sentía la necesidad de responder, de hablarle y, sobre todo, de tocarlo. Comenzó a enunciar monosílabos mientras él lo alcanzaba y se colocaba a su lado para pasear juntos.

-Te vi hace unos días, a través de la ventana de mi taller.

- ¿Me viste? - preguntó abriendo mucho los ojos, su curiosidad había explotado y Wei Ying sonrió ampliamente mientras él adquiría una vez más un leve sonrojo en los lóbulos y parte de sus mejillas.

- Sí, estabas justo en frente.

- ... ¿estuviste espiando hasta verme otra vez? - soltó él de pronto, mientras intentaba controlar su curiosidad, viéndolo a la cara, ahora era Wei Ying era quien se sonrojaba.

Ante tal vista, el tritón sonrió.

- Desde esa noche yo... quizá es una tontería, pero podía ver tu rostro frente a mí una y otra vez, creí que si te pintaba, mi obsesión se iría.

Aunque su corazón latía con desenfreno él sonrió burlonamente y respondió.

- Qué interesante, has caído en un vicio tan deplorable como la obsesión.

Wei Ying tomó valor, pues el hormigueo en su estómago y los latidos no le habían dejado en paz desde hacía un rato.

- Una criatura tan hermosa no puede olvidarse, digamos que es cosa de artistas- dijo con dulzura mientras lo miraba fijamente y después se giró para ocultar una inevitable expresión nerviosa.

"Una criatura tan hermosa", esas palabras resonaron en la cabeza del tritón.

Al verlo avanzar, nuevamente sintió que algo lo empujaba tras de él, como una ola embravecida.

- ¡Quiero verla! - gritó sin perder la elegancia de su voz.

Confines de JianlinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora