Parte I

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Frente al mar, mirando el sol levantarse, Wei Ying se echó a la espalda la red de pescar, el arpón y se encamino a la orilla; en el bote esperaban ya Huaisang y el viejo Qiren; había tenido un sueño anoche donde un águila majestuosa y del color de las nubes se posaba en la proa de su bote, ¡buen augurio!, dijo Qiren cuando el muchacho se lo contó.

Sin más, se embarcaron y ese día capturaron más peces de los que Huaisang había atrapado en sus escasos viajes en bote.

- Waaaah, ¿no son demasiados? ¿deberíamos darle algunos a los demás? - dijo Huaisang.

- Puedes hacerlo - respondió Wei Ying con simpatía.

- ¡Gracias! ¡eh, hermano Wei! ¿Vendrás esta noche? Jiang Cheng y Mingjue prometen no beber mucho licor.

- Esos hermanos tuyos son un par de ebrios, y no hacen más que parlotear sobre sus viajes por el mundo- dijo Qiren.

- Abuelo, no son malas personas.

- No lo sabrás hasta que deban cambiarte por algo de licor.

Wei Ying escuchaba atentamente, sonreía un poco y dejaba que aquellos dos discutieran. Él conocía a Jiang Cheng y Mingjue desde pequeños.

Cuando Mingjue tenía quince años murió su padre en un misterioso accidente en su bote y se hizo cargo de su madre y Huaisang que entonces tenía seis años.  Los más ancianos y un par de testigos ebrios decían que el padre de Mingjue había sido arrastrado por las sirenas, ya que él había logrado matar a una y en venganza, el señor de los mares había ayudado a sus hijas a hundirlo.

Siempre que la gente contaba la historia y advertían que fue por soberbia del padre de Mingjue que sufrió tan terrible destino, éste se molestaba y comenzaba a gritar; si el calor del licor ya tenía su cuerpo encendido y la mente nublada, alguien terminaba con la nariz rota por causa suya.

Jiang Cheng y Mingjue se habían embarcado hacía varios años ya en un navío de comerciantes e iban y venían durante el año, trayendo mercancía y extravagantes historias de la riqueza y diversión que el mundo tenía para ofrecer.

En un principio, Wei Ying iría con ellos a probar suerte, pero su padre enfermó de tristeza luego de perder a su esposa por una fiebre y en menos de lo que pudo imaginarse quedó huérfano, heredando gran patrimonio mercantil, pero nada de consuelo.Qiren, un anciano vecino se ofreció a ayudar con lo que su padre había dejado y le aconsejo pensar las cosas antes de irse, pues la tristeza podría hacer que se hundiera en los vicios del mundo exterior si se iba de la villa.

Wei Ying se quedó en Jianlin y poco a poco encontró paz junto a su nueva familia; Qiren y Huaisang, quienes le acompañaban a pescar y a cantar en noches de luna de vez en cuando.

Llegó la noche y Wei Ying estaba indeciso todavía sobre ver a sus amigos, usualmente insistían en que se fuera de ese lugar con ellos, porque ya nada lo ataba y siendo jóvenes tenían el mundo a sus pies. Caminando a la puerta de su casa escuchó voces afuera.

- ¡Wei Wuxian! ¡Sin vergüenza más te vale estar en casa!

- Cállate Mingjue, ¿aún no anochece y ya estás borracho?- dijo Jiang Cheng.

- ¡Calma! ¡Calma hermano! el hermano Wei está en casa, hace unas horas volvimos de pescar.

Al abrir la puerta, dos apuestos y alegres hombres seguidos de un jovencito sonriente entraron sin pedir permiso.

- ¡Bienvenidos! - exclamó Wei Ying ya sin escapatoria y esbozando una sonrisa - qué gus...! -quiso seguir, pero fue interrumpido.

-Ah que no ibas a ir a la taberna- dijo Mingjue mientras lo abrazaba- tú, sucia sabandija, cada vez que volvemos a Jianlin te escondes, sólo vienes a saludarnos el primer día.

- Silencio hermano, Wei Ying es un joven ocupado, usualmente va a otras villas con el abuelo Qiren a comerciar o vender alguna de sus pinturas.

- Huai...

- ¿Pinturas? - preguntó Jiang Cheng con sincero interés - ¿acaso ahora eres pintor? ¡Amarías los lugares que hemos conocido esta vez entonces!

-Vaya, está bien si quieres vivir de lo poco que eso te dará, debiste decirme antes para perder la esperanza de llevarte conmigo- dijo Mingjue con una risa burlona y tocándose el pecho, como si estuviera dolido.

Wei Ying había heredado el talento de su madre, quien además lo había inmiscuido desde pequeño en la pintura y le había enseñado a leer.

- ¡Hermano! incluso sin beber eres tan molesto, no le hagan caso.

- Vete a casa a-Sang, ¡Jiang Cheng y yo llevaremos al hermano Wei a divertirse! ¡Hace tanto no vamos a la playa a cantar, pelear y beber jun...

- Para nada, mamá me ha pedido que hoy no te deje hacer tonterías.

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Originalmente escribí está historia para una revista, pero no pude evitar adaptarla y ponerla aquí 💙✨ gracias por leer y espero sus comentarios 💙✨

Confines de JianlinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora