Parte IV

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Al llegar a la casa de Wei Ying, ambos corazones latían con rapidez, pero ninguno hablaba; cuando entraron a la habitación que hacía de taller, el tritón pudo ver otros retratos y pinturas hermosas: animales marinos, paisajes, el mar, todo estaba pintado a detalle y daba la sensación de poder tocarlo. Fue entonces que el silencio se rompió.

- ¿Todo fue hecho por ti? - preguntó él con voz tranquila.

- Sí, desde la muerte de mi padre no he dejado de pintar, alterno mi trabajo como comerciante con este pasatiempo - respondió Wei Ying.

- ¿Pasatiempo? creería yo que este es tu trabajo - dijo incrédulo- que naciste para hacer esto y... - sorprendido de sus propias palabras evitó verle al rostro y se acercó más a los cuadros.

-No es apreciado un trabajo como este.

- ¿Por qué no? - y mientras acariciaba la pintura de una mantarraya continuó - Tu trabajo podría embellecer cualquier lugar.

Wei Ying se sorprendió con esta respuesta y al ver el rostro de él sintió cómo su pecho se calentaba y en la punta de sus dedos comenzaba a hormiguear; quería acercarse más y tocar su rostro y el pálido pecho que asomaba por los botones abiertos de la camisa blanca, pero no debía. Tomando el retrato que había hecho se acercó.

-Ahora que estás aquí, ¿podrías decirme si te gusta?

El tritón quedó atónito, ese era él, retratado hermosamente entre el agua y la espuma del mar.

-Esto... esto es, tan...

-Vaya, ¿tan malo es este? - dijo Wei Ying cambiando la alegre expresión que había tenido en el rostro.

- ¿Malo? - preguntó él viéndolo a la cara con enfado- ¡Malo dices! Es precioso.

Luego de conversar un poco más, él anunció que se iba.

-Iré contigo a la orilla - dijo Wei Ying y una vez ahí, una duda surgió en su mente.

-... ¿cuál es tu nombre?

-Creí que nunca lo preguntarías - dijo el tritón mientras se adentraba al mar y sus piernas se volvían cola; se zambulló una vez y salió a la superficie para contestarle a Wei Ying, que ya se había adentrado al agua también.

- ¿Y me lo dirás?

-Las sirenas no tienen nombres, así como no tenemos lengua.

- ¿Cómo se comunican?

-Eso es un secreto para otro día.

-Entonces... ¿puedo yo darte un nombre?

-Mmm... puedes.

Viendo su radiante rostro, la sonrisa labial que le ofrecía y los destellos de su cola, Wei Ying sólo pudo exclamar unas palabras:

-Zhan, Lan Zhan.

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Por varias semanas se encontraron en la playa, algunas veces se tiraban en la arena a conversar, otras, pero la mayor parte del tiempo nadaban juntos y Wei Ying veía la elegancia con que Lan Zhan movía su cola y como los rayos del sol hacían chisporrotear sus ojos; y un par, cuando todavía estaba el sol despierto, Wei Ying llevó su caballete para pintar con él.

Evitaban tocarse y cuando sus ojos coincidían ambos sentían que el tiempo dejaba de correr y el sonrojo coloreaba sus rostros. Wei Ying aprendió que las sirenas entienden todas las lenguas, pero no tienen una, se comunican por vibraciones que sólo ellos perciben; que a veces se aburría de sus deberes y salía sin permiso a explorar el mundo de los humanos, pero siempre volvía enojado a casa por la maldad que rodeaba todo; que su gente podía sanar a otros con magia pero no a sí mismos, por eso vivían en grupos; y que su canto si podía adormecer a los humanos para permitirles escapar en caso de un ataque. Ambos podían percibir cómo crecía un sentimiento más allá de la amistad, aunque ninguno quería admitirlo todavía.

Una tarde de invierno, Lan Zhan y Wei Ying se refugiaban de un viento frío en casa del segundo.

-No podrás volver al agua con este clima- dijo Wei Ying preocupado.

- ¡Puedo volver!... Pero no quiero hacerlo todavía - afirmó Lan Zhan, siendo más hablador que de costumbre e hizo una expresión severa, pues aún con la confianza, su actitud no cambiaba.

- ¿Por qué no? Has estado fuera desde esta mañana.

-Pareciera que quieres que me vaya- dijo Lan Zhan, cambiando su expresión a triste.

-Hoy vienen Mingjue, Huaisang y a-Cheng, hace días que no los veo y ayer por la noche me avisaron que partirán otra vez, quieren despedirse.

- ¿Saben de mí?

-No, Mingjue tardó en dejar de buscarte e idear locos planes para capturarte - dijo mientras se sentaba con él.

- Esta bien, me iré antes de que el sol se ponga entonces- exclamó Lan Zhan y puso un rostro más serio que antes.

-No te enfades - dijo Wei Ying mientras lo veía a los ojos y por inercia, se acercó.

Lan Zhan era ligeramente más robusto que Wei Ying, pero se vió acorralado e indefenso en el pequeño diván frente a la terraza; sintió que su fuerza de voluntad, tan brillante las últimas semanas, de pronto menguaba; ya sabía qué sentimientos le causaba este humano, pero no tenían futuro, pues él no se quedaría en un mundo tan triste y Wei Wuxian nunca podría seguirlo a su hogar.

- Aléjate - dijo Lan Zhan, pero su voz sonaba débil, como si apenas pudiera decirlo - por favor.

- Mmh, Lan Zhan... - dijo Wei Ying casi en un susurro y manteniendo la vista fija en los dorados iris, mientras levantaba una mano en dirección al rostro de Zhan.

Cuál fue su sorpresa al acariciar su mejilla, ¡la piel de su Lan Zhan era extremadamente suave! y al tenerlo tan cerca, pudo distinguir el amaderado aroma que ella despedía.

Pasó sus dedos también por los suaves cabellos y al ver una vez más sus labios sintió su corazón estallar.

A tan poca distancia, Lan Zhan contempló el hermoso y varonil rostro de Wei Ying, cómo el alborotado cabello negro caía libre y descansaba en algunos mechones sobre la frente, los labios deliciosamente abultados que tanto anhelaba y como la piel se dejaba ver por el cuello de su camisa.

Dentro de él un ardor comenzó a crecer, siendo incapaz de pensar apropiadamente, se atrevió a colar delicadamente sus manos por debajo de la ropa de Wei Ying y este se estremeció.

Lan Zhan subió lentamente sus manos, acariciándolo, sintiendo la tensión en los músculos del otro y sus palpitaciones. Al llegar al cuello se detuvo y como si de un imán se tratase, corto la distancia hasta acariciar sus labios, una corriente eléctrica los atravesó a ambos.

Poco a poco movieron sus bocas al mismo ritmo y el calor de sus cuerpos comenzó a derretirlos en los brazos de otro; Lan Zhan levantó más la camisa de Wei Ying, hasta casi sacarla y éste se dirijió con prisa a quitarle la suya a Lan Zhan...






Ahhhhhhh

Esto llego más lejos de lo que mi historia original...así que... pueden esperar más después /u\

Con amor desde el mar, Sjøheks~

Confines de JianlinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora