amenazas

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Mi piel estaba reseca, hacía una semana que no tomaba una buena ducha. Toque la cicatriz reciente en mi barbilla y arrugue mi cara de dolor un suspiro grande salió de mi boca pero el recuerdo de que aquí no podre hacer mucho ruido interrumpió mi queja. Vi la luz de los guardias acercarse a la puerta, aún respiraba con dificultad así que trate de fingir que dormía. Sentí la puerta de acero abrirse y hombres cuchicheando, sentí la nariz fría del sabueso para protección en mi descalzo y herido pie. ¿Cómo podrían saber esas personas si yo estaba viva o muerta? Ni siquiera respiraba, aunque en el silencio de esa madrugada fácilmente se podría escuchar el latido de mi corazón nervioso. ¿Estaría él vivo?  La puerta de acero se cerró de nuevo y yo volví a dormir.

Cuando la luz penetro mis ojos vi lo horrible que era mi alrededor, las camas a mi lado estaban infestadas de enfermedades terminales, heridas incurables, nostalgia y agonía. ¿Cómo ignorar eso? Yo estaba en perfecto estado delante de esas personas, ¿Por qué ellos debían tenerme aquí? Estar acá era un lujo que se daban los muy desdichados o los muy afortunados y la verdad, yo no pertenecía a ninguno de los dos bandos. Era una simple prófuga de las islas, de las peores personas en la región, había asesinado a toda mi familia, o eso decían en mi juicio, yo no recordaba mucho. Y estaba segura de que no me importaba morir, no tenía rumbo. Sentí el grito de una mujer, seguro estaba muriendo, las chicas que curan. Que según mi abuela solían llamar enfermeras nos inyectan a todos algo y luego no recuerdo más.

La voz fuerte de un guardia me despertó, hasta ese día no había recordado haber tenido un sueño jamás. Esa vez soñé que estaba nadando en un mar cuando un Jerf me había rescatado. Pensar en ellos me causaba tanto miedo, sabía que no eran muy diferentes a nosotros los humanos, pero ellos no eran humanos, eran malvados, despiadados y calculadores y desde que tengo uso de razón no ha habido un día en la tierra en que ellos no nos hayan manejado como quieren. 

“Levántate, ¡Vamos Meltem! No tengo todo el día” Gritó

¿Cómo él sabía mi nombre? Ni siquiera era mi nombre verdadero, era mi nombre de las islas. Bajé de la cama como pude y solté un quejido de dolor al poner mi pie en el duro y gastado piso. Me ajuste mi chaqueta negra y salí por la puerta de acero siguiendo órdenes del guardia.  

¿Para qué me llevaban hasta ahí? Solo debían soltarme o en dado caso asesinarme y por ahí solo quedaban oficinas. La sangre de una simple prófuga no tenía derecho de derramarse en uno de sus sillones de cuero. Así que probablemente era para decirme que Gerard había muerto…

La chica de aspecto rudo que vi antes de escapar de un Jerf me miraba con severidad, aunque mi aspecto era más rudo que el de ella, ella tenía ese misterio en sus ojos. Se sentó a mi lado mientras esperaba para que me hiciera pasar a un pequeño cuarto.

-          Es cierto todo lo que dicen de ti ¿Eh Meltem? – Dijo ella

La mire resentida, ni siquiera yo sabía si era cierto ¿Qué le podía responder? No lo sé, no recuerdo si masacre y asesine a toda mi familia y luego me bañe en su sangre hasta que llegaron los guardias… Ellos habían dicho que era cierto y lo único que sé es que ellos eran la máxima autoridad después de los Jerfs y el alcalde, debían ser honestos.

Arrugue mi frente y apreté mis labios

-          ¿Es cierto que asesinaste a tu familia?

Me levante de mi silla y recorrí todo el pasillo hasta el final, deslice mi cuerpo hasta el piso y me senté esperando la orden para pasar.           Ella se deslizo a mi lado una vez más y ahora yo la mire con rabia de nuevo.

-          Woh, estoy sentada con la asesina más temida de Hayat y no me has asesinado

Una punzada de dolor en mi estomago, salte de mi puesto en el piso y mi incline hacía ella  mi mano derecha se ajusto con presión en su cuello y su sien dio un golpe contra el muro de ladrillos. Me miro alucinada mientras yo descargaba toda mi rabia acumulada contra su tráquea, forcejeo mientras daba alaridos de dolor así que la solté antes de matarla. Retomo el aire y dio un breve respiro… Me levante de ahí mirando hacia la puerta que ya estaba abierta y le dije:

-          Pero podría hacerlo

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