capítulo 7

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Narradora:

-una semana después-

Marina sale de su habitación a la cocina para tomarse un café con leche y cereales, se sienta en la encimera y allí come. Elliot entra y se sirve también un café.

Marina: ¿Dónde vas? -lo dice por su vestimenta-
Elliot: Hoy trabajo.
Marina: ¿Vas a volver a la hora de cenar?
Elliot: no sé, tal vez no venga ni a dormir. Si me apetece me iré con alguna. -dice seco-
Marina: Oye, no quiero que estés así conmigo...
Elliot: ¿Así cómo?
Marina: Así cómo que ya no me hablas, no vemos películas y ya no me besas.
Elliot: Ya te besa Adam, no creo que tengas necesidad.
Marina: Escúchame -lo agarró de la chaqueta y lo atrajo a ella-
Elliot: ¿Qué?
Marina: deja de ser tan borde conmigo, yo me puedo besar con Adam y con quién yo quiera porque no tengo novio ni compromisos, igual que tú te follas a treinta mil yo también puedo hacerlo.
Elliot: lo sé, perdón.
Marina: si no me besas no te perdono

Elliot le rodea la cintura y la besa moviendo sus labios.

Elliot: ¿Me perdonas ahora?
Marina: Si
Elliot: ¿Vas a dejar de espantar a mis polvos?
Marina: Si...
Elliot: ¿Vas a dejarme follarte?
Marina: Si, digo ¡No!
Elliot: -se ríe- vale vale
Marina: ¿Vas a volver a estar conmigo?
Elliot: si
Marina: ¿y a abrazarme?
Elliot: si
Marina: Vale - lo besa - que lo pases bien en el trabajo
Elliot: hoy será un día duro, hay 13 personas que quieren que les tatue -suspira-
Marina: Suerte -sonríe-
Elliot: Estaré aquí a la hora de comer
Marina: vale
Elliot: volveré a las dos, entraré a las tres y saldré a las nueve.
Marina: entonces vendrás a cenar
Elliot: Si, también dormiré aquí -asiente-
Marina: vale -sonríe-
Elliot: hasta luego

Marina le abraza en despedida.
Mientras termina de desayunar mira en internet ofertas de trabajo pero no había ninguna cerca y las que sí estaban a su alrededor pedían conocimientos y títulos que ella no tenía.

Marina: Joder -maldice-

Se baja de la encimera, deja los platos en el fregadero y se mete a la ducha. Sale con una toalla envuelta en el cuerpo y otra en la cabeza y para su sorpresa había allí 2 señores cuarentones y un chico de unos 18 años, alto, de piel suavemente morena, con el pelo rizado y los ojos marrones.

Dylan: ¿Quién diantres eres? -pregunta el chico-
Marina: ¿Quién eres tú?
Dylan: ¿De qué conoces a Elliot?
Marina: ¿De que lo conoces tú? -frunce el ceño-
Dylan: Soy su hermano -responde-

Marina abre los ojos y mira a los señores, deben ser sus padres... Que vergüenza, se disculpa con un obvio sonrojo, entra a su cuarto y cuando sale de nuevo al salón ya está vestida.

Marina: Hola, soy Marina.
Lucía: Yo soy Lucía, mi marido es Paul y mi hijo se llama Dylan.
Marina: ¿Sois sus padres?
Paul: si ¿Tú quién eres?
Marina: Su amiga y compañera de piso
Lucía: ¿Desde cuándo vives aquí? -pregunta con su marcado acento puertorriqueño-
Marina: desde hace dos meses y algo.
Paul: Elliot no nos dijo nada

Marina se queda callada.

Dylan: Tú eres bien bonita.
Marina: Gracias
Lucía: Cállate Dylan, tal vez es la novia de tu hermano.
Dylan: Eso es lo que tú crees. Si supieras como es -susurra lo último-
Marina: No no somos novios
Lucía: Entonces eres su chilla
Marina: ¿Su qué?
Lucía: Amante
Marina: No, no, solo somos amigos -niega-
Paul: ¿Dónde está Elliot?
Marina: Trabajando -agradece por el cambio de tema-

Adam entra por la puerta.

Adam: Hola preciosa -besa la mejilla de la castaña- Buenos días señores ¿Cómo están?
Lucía: Bien Adam -sonríe-
Paul: Esperando a Elliot -le da la mano-
Adam: No vendrá hasta dentro de una hora -acepta el saludo-
Lucía: ¿Sois novios? -pregunta-
Adam: e... -interrumpen-
Marina: Sí, es mi novio

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