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Aquella mañana, Jimin se asustó cuando no encontró a TaeHyung por ningún lado en su hogar

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Aquella mañana, Jimin se asustó cuando no encontró a TaeHyung por ningún lado en su hogar. Buscó en el ático, en las habitaciones, incluso en el sótano que siempre mantenía cerrado y dónde guardaba sus suministros, sirviéndole de bodega, pero no lo encontró.

Había entrado en pánico y por poco se larga a llorar cuando no estaba en los establos con sus caballos, ni mucho menos con las vacas, o con sus gallinas, sus cerdos, conejos y ovejas. No estaba en el huerto, ni en el invernadero, o cerca de su tractor.

Una hora y media después, había encontrado a TaeHyung observando su nave hecha añicos en medio de los maizales destruidos.

Allí pudo volver a respirar tranquilamente y, sin que el Celestial lo viera, se limpió amargamente las lágrimas que sin querer habían resbalado por sus mejillas.

El alíen llevaba allí sólo una semana y media, y por poco se desvive al pensar en que se había ido y no lo volvería a ver jamás. Jimin no quería aceptarlo, pero la presencia de alguien más con él le hacía sentirse cálido por dentro, independientemente de que esta presencia proviniera de las estrellas... o del centro de una gran metrópolis. Estar con alguien lo hacía sentirse bien.

Llevaba demasiado tiempo estando solo y poder escuchar un 'buenas noches' de una voz diferente a la suya le recordaba los buenos momentos de su infancia junto con su hermano mayor en Busan cuando ambos se desvelaban mientras leían sobre el espacio exterior. Anhelando en algún momento poder estar allí afuera, observando la tierra desde una estación espacial, o la luna, o marte.

Jimin anhelaba la compañía desde el mismo momento en el que decidió privarse de ella.

—Me asustaste —dijo por fin cuando pudo estar seguro de que las lágrimas no volverían a caer. TaeHyung no se sobresaltó, pero aquello fue suficiente para sacarlo de su ensimismamiento y hacerle apartar la mirada. Frunció un poco su ceño al notar el pequeño rastro de lágrimas en la lechosa piel del más bajo y ladeó un poco la cabeza de forma interrogante.

—¿Por qué? —pregunta gentilmente y Jimin sólo puede observarlo a los ojos, debatiéndose en responder.

Suspira y decide negar con la cabeza.

—No importa —el Celestial sabe que aquello no es cierto. Puede sentir lo que el humano está sintiendo con sólo mirarlo a los ojos, aquella era una forma de comunicación que su especie tenía y que la evolución se encargó de otorgarles; comprendían los sentimientos como si fuese una simple conducta telepática.

No insistió.

—Quería compensar el daño que hice —aparta su mirada de los ojos ámbar del humano cuando siente un extraño cosquilleo en la boca de su estómago y vuelve a observar el destruido campo de maizales.

—¿Cómo harías eso? —el más bajo se acercó a él, contemplando también el desastre que había allí, producto del impacto de la pequeña nave del Celestial.

Era más bien una cápsula, Jimin se corrigió a sí mismo. De esas que las naves tienen por si algo sale mal y así eyectar a los astronautas al vacío para asegurarles un poco de tiempo y una posibilidad más allá de la muerte. El material del que estaba hecho era oscuro, de un negro profundo que impedía reflejar el más mínimo rayo de sol. Como un agujero negro, consumía toda la luz y no la dejaba salir. Era un enorme ovalo negro que dejaba mucho que desear sobre lo que podía contener en su interior.

Recordó, casi sin querer, que cuando había visto a TaeHyung por primera vez este estaba malherido y su sangre era del mismo tono de negro que la cápsula frente a él.

Se sentía confundido, pero a la vez maravillado.

Jimin se preguntaba cómo algo podía ser tan extremadamente negro. Tan carente de luz.

—Tuve que pensarlo un poco —admite el Celestial—, puedo compensarte esto de muchas maneras, pero... —suspira profundamente, casi rendido. Jimin ladea su cabeza con curiosidad y cierta preocupación acrecentándose en su pecho—... creo que lo mejor será hacer esto.

Jimin se sobresalta un poco cuando aquella cápsula comienza a vibrar fuertemente, provocando un sonido grave que no supo cómo describir. Podía sentir vibraciones bajo sus pies que incluso le hicieron cosquillas. La cápsula comenzó a penetrar en la tierra lentamente y en menos de un par de minutos, había desaparecido completamente, dejando sólo un parche negro en la tierra, evidenciando su anterior presencia allí en el campo.

El alíen castaño volteó a mirarlo, esperando alguna palabra de su parte.

Jimin no sabía qué decir, pero se forzó a dejar salir de sus labios lo que su cerebro vomitara en ese momento.

—¿Qué mierda...?

Su corazón palpitaba con fuerza y sinceramente, no entendía nada. Iba a decir algo más, pero TaeHyung lo interrumpe.

—Espera... —el de cabellos cafés podía sentir la penetrante mirada del Celestial junto a él, pero sus ojos no se apartaban del pequeño terreno negro frente a él, esperando a que algo sucediera.

Prontamente, del suelo comenzaron a salir varias ramas que él reconoció a la perfección.

El maíz había vuelto a crecer.

—¿Pero cómo mierda...?

TaeHyung ríe por lo bajo debido a la expresión en el rostro del humano y se le antoja totalmente hermoso. Una casualidad única en el universo que él jamás se hubiese esperado, a pesar de ser una especie totalmente predecible genéticamente.

—El color negro desaparecerá en unas horas y los maíces serán iguales que el resto —aclara, desviando su vista de Jimin cuando este voltea a verlo ensimismado y le provoca al Celestial un pequeño escalofrío y un fuerte cosquilleo en su estómago, de nuevo.

El peli café ríe enérgicamente sin saber qué decir y aplaude debido a la emoción. TaeHyung sonríe al no saber realmente a qué se debía aquella reacción; aun así, se sorprende al comenzar a reír junto con el humano.

Algo que él no esperaba volver a hacer desde que dejó atrás su mundo y todo aquello que él realmente amaba y lo hacía verdaderamente feliz.

Y aunque fuera temporal, ¿por qué se sentía feliz ahora?


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universe ─ vminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora