—Solo una cosa, Julia. A ver si puedes ayudar y ya te dejamos. —las manos de la rubia a cargo de la investigación del asesinato de Marina se movieron, para poder sacar una foto de dentro del maletín que llevaba a su lado. Yo solo me movía incomoda en la silla.— ¿Que me puedes decir de este trofeo?
Nadia y Lucrecia se habían peleado por él como perritas en celo al igual que por Guzmán.
—No me interesaba ganarlo.
—Pero sabemos que a dos de tus amigas sí. Y también sabemos que tuviste una fuerte pelea con Nadia esta misma noche según algunos testigos. Parecía algo grave.
—Cosas de adolescentes. ¿Me puede dejar ir ya?
[...]
—Mira que conmigo no tendrás competencia. —le digo a mi amiga observando el trofeo.— Con suerte aprobaré todas, pero con mucha mucha suerte eh. —río levemente, a lo que ella se contagia de inmediato.
—Este trofeo se resume en lo que necesito para mi futuro. No puedo desperdiciar esta oportunidad.
Los pasos de alguien a nuestras espaldas me interrumpen, haciendo que me de la vuelta.
—Hola. —Guzmán me sonríe al acercarse.— supongo que como sois tan amiguitas, Nadia ya te lo ha dicho. Perdona por lo de ayer, pensábamos que estábamos solos.
—Ojalá. —el comentario de la chica me hace reír.
—Mira, yo creo que hemos empezado con mal pie, y me gustaría arreglarlo. —se dirige a ambas, pero yo ruedo los ojos. ¿En serio?— Así que, ¿por qué no se vienen esta noche a la puesta de largo de mi hermana?
—Tranquilito que a mi ya me ha invitado ella misma. —le guiño un ojo, a lo que el me mira sorprendido.— Mira que tu hermana si me ha recibido bien.
—Tan sociable que es mi hermanita. —suspira, acercándose más a Nadia.— ¿tu que dices? Así nos conocemos mejor.
—Gracias, pero no. —mi cara se transforma de inmediato, ya que contaba con su compañía. Comenzó a caminar, alejándose del lugar en el que estábamos; delante del trofeo.
—Tu no te preocupes que yo la voy a convencer en menos de lo que canta un gallo. —Guzmán me mira, con una sonrisa juguetona en sus labios.— Tienes razón. Hemos empezado con el pie izquierdo, y me gustaría arreglarlo. No quiero tener enemigos en la primera semana que llevo aquí. —le extiendo mi mano.— ¿Amigos? O bueno no.. eso es muy fuerte. —pongo mi mano sobre mi barbilla, fingiendo que pienso con lentitud mi respuesta pero vuelvo a la posición anterior de mi mano.— mejor.. ¿hagamos como que no nos tenemos ningún odio o rencor por nuestro círculo social? —le sonrío, mostrando mis dientes, a lo que él asiente.
—Vale, que así sea entonces. —acepta mi mano, estrechando estas mismas.
[...]
—Me encanta. —escucho decir a Christian asomado por la puerta de la clase, observando a Carla, la rubia bonita, con Polo, su novio también bonito. Es que todos parecen muñecos en esta escuela.
—¿Quien? ¿Carla? —Ander parece escuchar lo mismo que yo, y se para junto a mi, y detrás de Christian.— Es hija de una grande de España. ¿Conoces los vinos del Marquesado de Caleruega? —cuestiona, a lo que con una expresión de confusión, el becado niega con su cabeza.— Es su mami, la marquesa. Bueno, y ese de ahí, Polo, su novio, desde los doce años.
—Si que tiene suerte la hija de puta. Es que está para comérselo. —el chico a mi lado ríe.
—¿Ese es su novio? ¿En serio? —el de ricitos asiente, mirándolo divertido.— Venga, coño, se merece más, no me jodas. Se merece mucho más.