Vivire mi vida

Malvada avaricia

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Malvada avaricia.

(Anne-lise Griffin)

-No sabía sobre eso, cariño- me dice Ethan riendo

-Ya, basta- le digo soltando una carcajada cuando me carga en brazo y da vueltas hasta que caemos en la cama. Es domingo, Ethan decidió buscarme y pasar el día en su apartamento. Hemos comido hasta no poder más, mientras vemos un maratón de películas y series

-Te amo- me dice sonriendo

-Lo sé, soy fabulosa- le digo riendo mientras el voltea los ojos con una sonrisa

-Nah, la modestia no es lo tuyo- murmura

-Te amo más- le respondo abrazándolo, mientras suspiro

-¿Recuerdas cuando éramos pequeños?- pregunta riendo entre dientes

-Siempre nos amamos, aunque también hemos tenido nuestras etapas de odio. Siempre has sido un idiota, presumido, creído, presuntuoso, inteligente, molesto, fastidioso, preocupado, atento y demás- le digo enumerando hasta quedarme sin aire para luego sonreír

-Y tú una loca, regañona a la que siempre le ha pertenecido mi alma y corazón- dice tomando mis manos

-No seas cursi- le acuso con asco soltando mis manos

-En el fondo te encanta que sea así- dice soltando una estruendosa carcajada

-Eso no lo debe saber nadie, pervertido- lo golpeo suavemente en el hombro

-¡Ven aquí!- grita mientras empiezo a correr, pero no soy tan rápida y me atrapa hasta lanzarme en la cama con suavidad. Los dos comenzamos a reír mientras rodamos por la cama. Una vez calmados, nos relajamos hasta abrazarnos y sumergirnos en un silencio cómodo.

-Hemos vivido mucho- le digo mirándolo a los ojos

-Pero no es suficiente, todavía nos falta vivir más- dice acariciando mi mejilla

-Lo sé- suspiro- Ahora es que nos falta- le digo, frunce el ceño

-Amore mío- dice mientras su mano busca mover mi rostro hasta que nuestros ojos conectan- Te amo, siempre lo haré. Pase lo que pase- dice sonriendo cálidamente- Recuérdalo, siempre te llevaré en mi corazón- me sujeta con fuerza y me da un casto beso- Déjame hacerte el amor- suspira- Déjame sentirte nuevamente-

-Ethan...- susurro bajito, algo no va bien. Lo sé, lo siento en sus palabras. Pero no presiono, ni pregunto, solo dejo que sus manos recorran mi cuerpo y su boca adore cada tramo de mi piel, y así, sin más, dejo que me haga el amor.

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-Hola hermanis- entra Darrel a mi habitación

-Hola insulso- le digo despegando mi vista de la computadora donde estoy dándole los toques finales a un trabajo de biología para prestarle atención

-Oye, necesito hablarte de algo- me dice un poco serio ahora

-¿Qué hiciste Darrel?- le digo ahora cruzando los brazos- ¡No te compraré condones!-

-¡No es eso! Espera, al menos, que pueda hablar- me dice fastidiado rodando los ojos

-Dispara- le contesto ahora más atenta a lo que pueda decirme