𝐸𝓁 𝒫𝓇𝒾𝓂𝑒𝓇 𝐸𝓃𝒸𝓊𝑒𝓃𝓉𝓇𝑜

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Ese día era el peor de mi vida desde que Luis Stood me tiro un batido a la cabeza, con el que tuve que convivir casi una semana ya que estaba caducado y contenía caramelo pringoso que se me quedo en el pelo una temporada hasta que decidió irse a otra cabeza a molestar. Luis Stood era el abusón de mi clase y en el fondo me llevaba bien con él, gracias a la relación de mis padres con los suyos.

Ese día me encontraba en el juzgado. Mis padres habían decidido que se iban a divorciar y el juez tenía que decidir con quien me debía de quedar para que no influyera en mi vida social( que tampoco es que tuviese mucha) y mi educación. Al final del día se decidió que me quedaría con mi padre ya que mi madre había decido empezar una nueva vida en Madrid una ciudad a dos horas de donde vivíamos. Iría con mi madre dos fines de semana al mes y ella estaba conforme asique supongo que yo también. Lo que no sabía es que no viviría sola por mucho tiempo.

Al llegar del centro de Valladolid donde se encontraban los juzgados llegamos a mi casa, pero lo que me extraño fue un cartel de "se vende" y entonces me puse tan furiosa que grite a mi padre hasta quedarme afónica.

Mi padre me explico que viviríamos en una casa no muy lejos de la casa de mi infancia, pero... con su novia y sus dos hijos. Si sí a mí me sorprendió tanto como a vosotros, no se acababan de divorciar y ya nos estábamos mudando.

Solté un bufido y entre a casa.

-Julia! recoge tus cosas y tu ropa y guárdalas en una maleta, mañana temprano nos vamos- dijo mi padre.

Encima solo tenía una simple noche para despedirme de la casa en la que había estado viviendo desde que tengo uso de razón, y mi padre se debía de creer que tenía superpoderes para guardar todo en 6 horas.

-¡venga ya!- dije indignada.

A la mañana siguiente tuve algunas peleas con la maldita maleta que le pareció buena idea amargarme la existencia y me tuve que tirar encima de ella a lo morsa moribunda intentando cerrarla, después de muchos intentos lo conseguí. Fui al baño me maquille para no parecer Casper, me lave y ya estaba otra vez ahí mi padre metiéndome prisa.

- Julia! no tenemos todo el día, nos están esperando- dijo con un tono de desesperación que me molesto bastante.

-Ya voy pedazo de plasta!-le respondí yo sin ningún miedo.

Tras quedarme unos minutos observando todos los recuerdos felices, todos los cumpleaños, fiestas de pijamas, trabajos para el instituto, cocinas familiares algo incómodas y sobre todo me acorde de cuando mi madre y yo cocinábamos dulces toda la mañana para comérnosles por la tarde- mmm, que ricos estaban- entonces la voz de mi padre me saco de mis felices pensamientos para amargarme.

-Julia! como no bajes en 2 minutos cierro la puerta y te quedas aquí- dijo el impaciente.

Rápidamente cogí la maleta y baje las escaleras a lo croqueta rebozada y me presente delante de la puerta después de unos segundos despidiéndome cerré la puerta y me dirigí al coche donde me esperaba mi padre para ayudar a meter mis maletas en el maletero.

El trayecto en coche no fue de lo peor, el paisaje era bonito y mi padre me hablaba de su novia y de lo bien que nos lo pasaríamos juntos.

Al llegar al destino mi padre aparco justo en frente de una casa enorme. Preciosa y voluminosa vaya hasta me atrevo a decir que se parecía a la casa blanca.

-¡Guau!-dije yo asombrada. Mi padre me miro con una sonrisa y una señora no mucho más joven que el salió a saludarnos y me dio tal abrazo que creía que me iba a disecar allí mismo.

𝕌𝕟 𝔸𝕞𝕠𝕣 𝔽𝕒𝕞𝕚𝕝𝕚𝕒𝕣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora