Primera vez

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Tanjirou se encontraba sentado observando a Zenitsu e Inosuke practicar con sus espadas. Aunque era el segundo el que atacaba con energía mientras el otro solo se quejaba y esquivaba los golpes.

- ¡Ya atácame de una vez! – Gritó indignado el muchacho con máscara de jabalí mientras volvía a atacar.

- ¡No! – Respondió el otro con un chillido y esquivando nuevamente el arma solo provocando que la ira del rey de la montaña fuera en aumento.

Tanjirou suspiró con pesar, deseaba estar ahí también, quería entrenar y mejorar junto a ellos, mas sus heridas de la última batalla aun no estaban sanadas por lo que tenía estrictamente prohibido entrenar o hacer algo con fuerza.

Ni siquiera podía cargar con la caja de Nezuko provocando con ello que un gran sentimiento de inutilidad lo invadiera.

Si ni siquiera podía llevar a su hermana de un lado a otro ¿qué quedaba de él? ¿Qué era Tanjirou si no podía hacer algo por los demás?

Necesitaba moverse o hacer algo, lo que fuera, además se encontraba en la lista negra de Kiyo, Sumi y Naho, que decir de Shinobu. Hacer algo fuera de lo pedido estaba estrictamente prohibido.

Volvió a suspirar para dirigir su mirada a Zenitsu.

El joven podría estar chillando y llorando, pero esquivaba los ataques de Inosuke muy bien, sobre todo porque el muchacho se encontraba atacándolo con toda su energía. Sonrió, su novio realmente era muy rápido.

Ensanchó la sonrisa al pensar en aquella palabra.

Novio.

Desde la trágica muerte de su familia y dejando a Nezuko convertida en demonio, nunca se le había pasado por la cabeza que podría tener tiempo para el romance. La verdad es que no lo había considerado, pero las cosas con Zenitsu se dieron de forma tan natural y tranquilas. Sin darse cuenta ambos se encontraban girando alrededor del otro, preocupándose, actuando y ayudándose en lo que sea.

Si, su relación con Zenitsu simplemente se fue dando y Tanjirou no se arrepentía de nada.

O quizás, si era sincero, tal vez en algo...

Una sola cosa tonta, que no debería darle tanta importancia, pero que, a pesar de todo, le pesaba.

Para Tanjirou Zenitsu había sido su primera experiencia en muchas cosas.

Fue la primera persona de la que se había enamorado.

Con él había dado su primer beso, su primera tomada de manos como parejas, su primer abrazo amoroso quitando el contexto de amistad, su primera cita, su primera confesión...

Tanjirou había vivido muchas primeras veces con Zenitsu y estúpidamente le pesaba un poco saber que no era lo mismo para el otro, él ya había tenido relaciones con anterioridad y su experiencia en aquel campo era mucho mayor al suyo, por lo que no podía evitar sentirse algo inferior al respecto.

¿Estaría haciendo las cosas bien? ¿Estaría siendo muy cargoso? ¿Querer abrazarlo todo el tiempo era algo normal?

Lo mismo con verlo. ¿Estaba mal desear contemplarlo siempre? ¿Sentir como el corazón le latía rápidamente cada vez que le sonreía?

¿Desear tocar su cabello y abrazarlo para sentir su calor no era pasarse de la raya verdad?

Que decir de los besos. A pesar de que era consciente de que no besaba tan bien como Zenitsu ¿estaba mal querer besarlo constantemente, sentir aquellos labios sobre los suyos para bailar con calma y pasión?

La práctica hace al maestro, pero deseaba mejorar para el otro muchacho, deseaba hacerlo sentir de la misma forma que los labios de Zenitsu lo hacían sentir a él.

Antes de su novio pensaba inocentemente que los besos eran juntar los labios y listo, pero no era así, no era para nada de aquella forma. Tuvo que bajar la mirada completamente rojo y avergonzado cuando Zenitsu comenzó a reírse al confesarle aquello.

No, los besos eran algo más profundo, de contacto, con movimiento y con todos los sentidos puestos. No solo era juntar los labios, era abrir la boca, jugar con la lengua del otro, moverse entre ellas, morder suavemente o incluso succionar aquel deseable lugar. Era un vals que aún no podía manejar y que lo dejaba jadeando y deseando por más, mientras que Zenitsu parecía normal, sonriéndole con cariño para luego besarle la frente y decirle que era tierno.

¿Eso solo quería decir que aun besaba mal no?

Si tan solo hubiese tenido más experiencia como Zenitsu el muchacho no tendría que estar siempre apoyándolo y ayudándolo a mejorar. No sería solo Tanjirou quien disfrutara de todo al 100% mientras que su pobre pareja recibía solo su mejor esfuerzo.

No quería ser tierno, deseaba ser algo más que tierno para el otro.

Se acomodó de tal forma en que sus piernas estuvieran siendo abrazadas por sus brazos mientras apoyaba el mentón en las rodillas y volvía a suspirar.

Solo deseaba hacer feliz a Zenitsu.

¿Qué otras primeras veces viviría con el joven y arruinaría por su inexperiencia?

Cerró los ojos y se dejó envolver un poco en su miseria. Por eso no le gustaba estar inmóvil, odiaba los pensamientos que lo atacaban al respecto cuando estaba sin hacer algo.

A veces nuestros propios pensamientos eran los únicos que nos impedían ver las cosas como realmente eran.

Porque si, quizás Zenitsu tenía más experiencia en temas de relaciones de pareja, pero tampoco habían sido las mejores.

Si Tanjirou pudiera preguntarle al rubio sobre primeras veces, el muchacho le diría sin ninguna duda que a pesar de que tuvo otras relaciones Tanjirou sería, por lejos, su primera relación real.

Tal vez podría faltarle un poco de experiencia en besar o hacer otras cosas como las parejas reales, pero aquello no era importante para el rubio.

No.

Para Zenitsu, lo que más amaba y agradecía de Tanjirou era su sincero amor hacia su persona.

Nadie lo había tratado con tanto cariño y afecto, ninguna de sus anteriores relaciones le había pedido con flores en la mano ir a una cita, dejarle mensajes en su haori o cama, hacer que Nezuko le lleve de sus dulces favoritos, nunca hasta ahora le habían dado tantas primeras veces tan maravillosas como las que ha recibido en su relación con Tanjirou.

Los besos en la mejilla también eran su favorito, junto con los típicos, simples e increíbles besos de buenas noches y buenos días a los que Inosuke ya se acostumbró y dejó de poner los ojos hacia arriba luego de verlo tantas veces seguidas, para luego sonrojarse cuando tanto Tanjirou como Zenitsu le daban un beso en la cabeza.

Si Zenitsu tuviera la oportunidad de expresar sobre sus primeras veces diría siempre que su primera vez fue con Tanjirou.

Porque las otras relaciones no fueron reales ni sinceras, porque las otras solo fueron algo en lo que él, por su miedo a no ser dejado atrás, aceptó aun sabiendo que no llevaría a nada bueno y que con Tanjirou pudo saborear lo que realmente era ser amado por la otra persona.

Correspondido.

Querido.

Para Zenitsu Tanjirou era su primer amor real.

Cuando Tanjirou tuviera la fuerza necesaria para expresar su malestar o Zenitsu se aburriera de escuchar el vano intento del otro muchacho por ocultar su preocupación ambos hablarían con sinceridad.

Y entre sonrojos, vergüenzas y uno que otro golpe, finalmente terminarían sonriendo como los idiotas enamorados que eran.

Porque ambos habían sido el primer amor del otro.

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