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Este sitio siempre es un caos, sobre todo por la noche. Solo he estado aquí unas cinco o seis veces, pero siempre es lo mismo.

Hay gente, coches y motos por todas partes. La música casi no se escucha por culpa del sonido de los motores pero igualmente la mayoría de las personas están bailando y bebiendo, disfrutando del ambiente.

Estoy a las afueras de la ciudad, en una calle rodeada por unos pocos edificios en mal estado, los cuales es obvio que están abandonados desde hace bastante tiempo.

Dejo mi moto en un lugar apartado aunque esto no evita que algunas miradas curiosas se fijen en mi. Empiezo a andar hacia el lado izquierdo de la avenida donde, gracias a los maleteros de varios coches, hay una barra improvisada.

—¡Ryan, ponme una cerveza! —le grito al chico que le está sirviendo algún tipo de bebida, seguramente alcohólica, a un hombre que esta en la otra punta de la barra.

Ryan al escucharme se gira hacia mi, me guiña un ojo y levanta su mano derecha enseñándome dos de sus dedos, el índice y el corazón, lo que supongo que significa que en dos minutos tendré mi cerveza.

Unos segundos mas tarde veo que viene hacía mi.

—Nena, que alegría verte otra vez por aquí, aquí la tienes.

A Ryan le conocí el primer día que pisé este lugar. Estaba igual que hoy, sirviendo bebidas y llevando gran parte de las apuestas de la gente. Intentó ligar conmigo cuando le pedí algo de beber pero después de intentarlo durante un rato terminó rindiéndose al ver que no conseguía nada.

En definitiva, parece el típico chico mujeriego, pero sin duda no es de los que tienen mal fondo. En cuanto entendió que yo no estaba interesada cambió completamente su actitud y he de admitir que a partir de ese momento ha sido bastante simpático, aunque a veces termina agobiándome un poco porque casi siempre una vez que empieza a hablar no para.

—Ya ves, ya se me está haciendo costumbre venir. ¿Que tal va la noche? —le pregunto curiosa.

—Pues de momento bastante normal, —me contesta— lo de siempre, ya hay algunas personas borrachas y otros ya están demasiado drogados para ser conscientes del dinero que van a apostar ni a quien.

—Hablando de apuestas, ¿Sabes quiénes van a correr hoy?— le pregunto.

—De momento la mayoría son novatos, ya sabes, los típicos que creen que por tener una moto buena ya son automáticamente los mejores.

—Pues ahora que ya estoy aquí no me voy a ir, pero esperaba ver algo más interesante esta noche — digo de forma relajada y le doy otro trago a la cerveza

—Espera muñeca, que no me has dejado terminar —me dice—. Aparte de los novatos si que hay dos corredores bastante buenos. A uno ya lo viste en un par de carreras, es aquel chico de la moto amarilla, Drake. — añade señalando hacia el otro lado de la calle.

Me giro y veo a un grupo de chicos y chicas rodeando al tal Drake.

He de admitir que conduce bastante bien y que también tiene una moto preciosa. Si no recuerdo mal, lo vi en tres carreras, en dos quedó primero y en la otra segundo. Pero a mi parecer, lo que tiene de bueno lo tiene de malo pero multiplicado por cuatro.

Nunca he hablado cara a cara con él, y tampoco quiero, porque se nota que lo único que le importa en la vida es él y ser el mejor en cualquier cosa que hace. Tiene el ego bastante subido. Esto es algo que no esta tan mal pero creo que hay que controlarlo, porque hay mucha gente en el mundo y siempre habrá alguien mejor que tu, y si eres muy bueno en algo no te da derecho a pensar que eres como un rey y todos los demás por lo tanto son inferiores a ti. Por otra parte, el par de veces que lo he visto por aqui, siempre estaba con mujeres y no las trataba bien, y eso es algo inaceptable para mi.

KillianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora