En su mente el tiempo parecía pasar de una forma extraña, era consciente de estar sumida en una oscuridad absoluta, pero ¿Eso era estar muerta? No estaba segura, pero deseaba fervientemente que sus ojos pudieran ver algo más que aquella oscuridad. Además, reflexiono en el hecho de que no sentía su cuerpo. Definitivamente, morir no había sido como lo creyó siempre. Pero entonces, ocurrió.
Sintió un fuerte dolor en su cuerpo, era como si estuvieran torturándola. Y bien sabia como era la sensación de los Cruciatus pues había recibido unos cuantos en el último tiempo. La sensación era similar, pero aun así no podía identificarla como la maldición imperdonable en todo el sentido de la palabra. Quería gritar, pero no encontraba manera alguna de hacerlo. Quería llorar, pero no había lágrimas que derramar pues no tenía control alguno sobre su cuerpo.
La sensación fue disminuyendo paulatinamente hasta desaparecer por completo. Halia soltó un largo suspiro de alivio y se dio cuenta entonces que tenía control sobre su cuerpo, aquello la alegro tanto como saber que no había ni un solo centímetro de su cuerpo que punzase como hacía un momento durante la batalla. La chica repaso mentalmente todo lo que había sucedido y solo lamento una cosa; dejar atrás a sus amigos quienes se habían convertido en su familia. James, Fred II, Lorcan, Lyssander y Frank, los extrañaría, mucho. Repaso entonces su vida, corta, sí, pero la había vivido felizmente.
Recordó el momento en el que conoció a sus amigos, cuando aquel niño de 11 años de cabello negro azabache revuelto, de profundos ojos avellana escondidos tras unas gafas y poseedor de una brillante sonrisa se acercó a ella extendiendo su mano presentándose a él y a sus acompañantes.
—Hola, soy James Sirius — Había dicho con su mano extendida a ella la cual tomo tímidamente — Ellos son Fred, Frank y los mellizos Scamander; Lyssander y Lorcan — Todos la miraron sonrientes desde la puerta del compartimiento de expreso en el que se encontraba sola hasta la llegada de aquellos niños.
—Soy Halia — Se presentó soltando la mano de James quien ingreso tomando asiento frente a ella y los demás lo imitaron.
—Bueno, Lia. Creo que seremos buenos amigos. Mi padre conoció a sus mejores amigos en su primer viaje de tren, creo que sucederá lo mismo — Dijo con tono animado y sin perder su sonrisa.Y así había sido, desde ese momento lo supo, que nuevamente tendría una familia con ellos y no la habían defraudado. Halia había estado allí para ellos en todo momento, y ellos la habían acompañado en cada paso. Solo podía consolarse al pensar que antes de respirar su último aliento había salvado a quien fuese su uno de sus mejores amigos, James. Estaba preocupada por todos los demás, pero ellos eran fuertes y ganarían, estaba segura de eso. Tristemente, ella no estaría allí para celebrar la victoria.
Todos los años que paso en Hogwarts pasaron por sus ojos a una velocidad increíble. Las travesuras de los chicos, las bromas en las que ella incluso había participado. Recordaba las noches en vela donde los chicos contaba historias sobre la guerra con Lord Voldemort quien fuera el mago tenebroso que logro vencer el padre de James por lo que sabía de primera mano cada suceso, cada mínimo detalle de aquel ser despreciable.
Entonces se concentró en esas historias, en los relatos acerca de los horrocruxes, sobre como los había creado aquel mago tenebroso profanando objetos tan valiosos como la diadema de Ravenclaw, era una de las reliquias que más le molestaba que hubiese profanado aquel ser ya que pertenecía a la historia de la casa de la cual había formado parte.
Soltó una fuerte bocanada de aire y entonces su cuerpo pareció reaccionar a su cerebro, fue capaz de mover sus dedos y emocionada por eso, pensando que finalmente conocería como se veía el más allá, abrió lentamente sus ojos adaptándose poco a poco a la brillante luz del sol.
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Juro Solemnemente que mis intensiones son buenas
FanfictionHalia Shafiq estaba confundida. La última vez que había cerrado sus ojos estaba en medio de una brutal guerra y al abrirlos se encontraba en un tranquilo lugar enfrentando las preguntas de un joven que jamás había visto antes, pero del que sabía abs...