AMOR: LA DIOSA DEL AFECTO

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-Vida... Vida...

Hace varias horas, Beloved y yo nos dimos cuenta que un amigo ha desaparecido. Nos encontrábamos por los bosques de Inglaterra.

Antes de eso, nos recostamos entre sus bellos árboles con Vida; este se encontraba totalmente callado y mantenía su mirada en el cielo infinito. Fue en ese día cuando me contó algo que me dejó perpleja.

Vida: Fui creado antes de que yo mismo conociera su concepto, ellos sólo me dijeron que tenia que seguir mis instintos.
Viaje a varios puntos del universo hasta que conocí un planeta inusual al que lo llamé "Tierra". No pude evitar de enamorarme de ella y de mi trabajo: procure en decorarlo de lo más bello que podría imaginar y había una que otra que provenía de mis pesadillas. Sin embargo, Ithis y Nim estaban muy ocupados en expandir el universo y Tiempo nunca me visitó, por lo que me quede solo en ese planeta. Durante ese tiempo, conocí mis demonios interiores; es como si por la soledad sales de tu cuerpo y solo te quedaras afuera para juzgarte. Me conozco lo suficiente para saber que soy una mala combinación, supongo que al final estoy destinado para estar solo.

Es entonces... cuando me día cuenta que ninguno de nosotros hemos hecho algo para comprenderlo... él estaba consciente de ello y mantenía su distancia para no molestarnos... mantenía una máscara para su sufrimiento.

-Vida, voltea.

Vida: ¿Porque?

-Solo venme a los ojos-tome bruscamente su cara para ver sus ojos y presencie cada auto-desprecio marcado en sus miles de años. Tres solo han sido capaces de ver pero los dos primeros no hicieron lo suficiente.

El último dios pudo darle aquella paz y tranquilidad que su corazón le suplicaba a cielo y tierra, aun cuando lo lastimó un par de veces, con tan solo seguir existiendo mientras pagaba el precio de sus errores y lo amaba con todas sus fuerzas, mantuvo vivo la llama de Vida.
Si tan solo hubiera evitado que ese dios oscuro y tierno dejara de existir... si pudiera tomar su lugar.

Me avergüenzo por ser una completa tonta y despistada.

El acaricia mi cabeza y me sonríe gentilmente como un hermano mayor.

Vida: Lo único que quiero... es que tú, Beloved, Masamune, Ritsu y todos los demás dioses sigan existiendo.

Beloved pudo olfatear su aroma y me condujo a un hospital de Tokyo, pero no era de mi mundo sino de uno al que nunca lo hemos visitado: pasamos por varios pasillos por la guía de la pequeña; no había ninguna alma mariposa en este lugar por lo que uno podría darse cuenta que en ese mundo no existe dioses. Más sin embargo, los humanos nacen y mueren de la misma manera que en mi mundo y solo son apoyados entre los de su propia especie.
En ello, vi la ventana de un cuarto de los recién nacidos; algo me decía que algo familiar iba a encontrar. Así que entre y busque ese algo, fue hasta que encontré a un niño peculiar: su pelo era castaño fino, su piel era blanca y sus ojos era esmeralda, son los ojos de Tsukishima.
Eso sólo significa que Vida ya reencarnó al alma de aquel joven. Al tocar su mejilla se me presentó una visión de los campos del País de los Cerezos, ¿acaso se fue a ese lugar?, es donde perdimos a Muerte.

-¡Beloved, vamos al País de los Cerezos!

Ella se encogió para saltar a mi hombro y voltee el collar para irnos de allí.

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La cueva cambió completamente y pensé que me había equivocado de lugar pero en la pared estaba impregnada su sangre y Beloved detectó su aroma. Caminamos en un solo camino y llegamos al pozo donde ahora había una roca en el medio. Mis ojos pudieron distinguir el cuerpo de Vida del suelo a donde está reposado mientras abrazaba a Memento mori.

-¡VIDA!-rápidamente puse un pie al agua y en un segundo ardía cual té hirviente había sentido lo que me obligó a retirarla.

No llegue a tiempo para despedirme de él, terminó su tarea final y cayó al sueño eterno de los campos de la dulce y satisfactoria muerte.

Caí de rodillas, me quede mirando su cadáver y solté lágrimas seguidamente de llantos esparciendo por toda la cueva. Beloved se acurruco a mis rodillas mientras aullaba por la persona que lo creó.

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El viaje del benefactor y el juez de las almas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora