Hasta el amanecer +18

capítulo 3

Iba todo el camino pensado en lo que había pasado con Lucas y en lo que había hablado con Daniel. Cuando por fin terminé de ir a todos los lugares que había en la lista y de recoger los encargos fui de nuevo a la empresa. Al llegar vi a Juan salir con una carretilla dirigiéndose hacia mí. Sorprendentemente me abrió la puerta del coche para que yo saliera.

– Muchas gracias Juan, que amable eres.

– De nada señorita Díaz, es un placer. - me dice sonriendo. 

Tiene una sonrisa de escándalo, los dientes perfectos y blancos, la verdad que este chico tiene todo perfecto, y sé que todos tenemos algún defecto pero aun no he averiguado el de este chico.

– Por favor Juan, llámame Sofía. yo a ti te estoy tuteando y quiero que hagas lo mismo conmigo. se que lo haces por respeto pero los dos somos jóvenes y no hace falta tanto formalismo, tendrás más o menos la misma edad que yo. - le suelto a ver si por fin consigo que me diga su edad. 

– Es verdad Sofía, exactamente por educación lo digo pero a partir de ahora la llamare por su nombre. Es verdad que somos jóvenes pero usted será más joven que yo, ya que yo tengo 38 y usted no creo que llegue aun a los 30. - me dice mientras va abriendo el maletero y poniendo las cajas en la carretilla.

No me equivocaba sabia que tenia treinta y algo. Ahora por fin se du edad, es que yo debería de fijarme en estos tipos de hombre que son los que tienen las ideas más claras.. ya que a la larga estar con alguien unos cuantos años menos que tu trae problemas, seguro que no a todos pero a mi si me pasa. 

– Si es verdad no te equivocas ya que yo tengo 27, pero tú también eres joven, además estas demasiado bien. - no sé porque le he dicho eso, que vergüenza.

– Bueno para el amor no hay edad dicen. - Me dice riéndose y yo pensando que me lo digan a mí.

– Espera que te ayudo a sacar las cosas.

– No hace falta Sofía, de ninguna manera. Ya esta todo.

–  Bueno.. y.. ¿Qué tal esta su padre? - le digo cambiando el tema anterior.

– Muy bien, disfrutando de su vida de jubilado. 

– Me alegro, le das saludos de mi parte. Voy a subir a ver qué más puedo hacer hoy.

– Serán dados. Por supuesto siga - me dice entregándome las llaves del coche.

– Muchas gracias Juan, nos vemos.

– Hasta luego. - me dice sonriente.

Iba subiendo en el ascensor hasta la novena planta que es donde estaba el despacho de Daniel y donde trabajo yo. A medida que veía como iban cambiando los números del ascensor me dispuse a pensar en que no sé a lo que se refería Juan cuando dijo que en el amor no hay edad. ¿Sabrá qué estoy con una persona mucho menor que yo? ¿lo habrá dicho por él? ¿o con otra intención?. Bueno, no lo sé. Pero es que tampoco me atrevo a preguntarle nada al respecto y fue por eso que le cambie el tema de conversación. Algún día le preguntare si tengo la ocasión, y si es que no me olvido claro.

llegue al piso 9 fui al despacho de Daniel directamente y toque la puerta.

– Pasen. - Escuché y entré. 

– ¿Ya estás aquí?, ¡Qué rápido! 

– Sí. Ya he terminado de ir a todos los lugares que me indicaste y ya Juan lo ha descargado todo.

– Muy bien muñeca, y dime, ¿cuál es tu plan para esta noche? - me dice con mirada pícara.
–Pues la verdad es que no lo sé. - Dije dudando.- Creo que lo mejor será ir a casa, ducharme, cenar y dormir.
–Que lastima, yo quería invitarte a cenar.
– ¿A mí? ¿Por qué? - le pregunté sorprendida.
– Sí, a ti por supuesto. Mañana es tu cumpleaños y sé que tienes planes con tus amigas, por eso quería invitarte hoy a cenar para celebrarlo los dos juntos.
– Lo siento Daniel, me sabe mal rechazar tu invitación pero.... - Me interrumpió antes de terminar la frase.
– Pero tienes pareja, sabía que me ibas a decir eso. - le contesté con un gesto con la cabeza dándole la razón.  – Está bien, si cambias de opinión sabes como localizarme, sabes que para ti siempre estoy disponible.
– Sí. Claro, gracias. - le dije con lastima.
– Por lo menos acepta este regalo, ya que mañana no te voy a ver. - me dice entregándome una caja.
– ¿Para mí? - le dije sorprendida.  – No tenías porque haberte molestado.
– No es molestia para nada, vamos ábrelo.