El comienzo

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Un año  antes aproximadamente.

Lo primero que siento al levantarme, son los rayos de luz que salen de mi ventana. Lo segundo que hubiera deseado escuchar es el despertador,  pero desgraciadamente la suerte nunca esta de  mi lado. Lo que siento son los gritos de mi madre, me levanto de un salto de mi cama y voy a su habitación. La veo en su cama, moviendose frenéticamente mientras grita, seguramente será una pesadilla. Las tiene muy a menudo, aunque nunca me habla de ellas.

-Mama, mama. Despierta...-La sacudo suavemente, aunque no me hace caso, a si que decido gritarle más fuerte- MAMA, vamos. ¡Despierta!

De repente mi madre se empieza a levantar, ya no grita simplemente me mira estupefacta y de repente se da cuenta de lo que ha pasado. Sus ojos se empiezan a cristalizar por las lágrimas.

- Oh, cariño. Cuanto lo siento - Me dice mi madre. Parece que va a llorar a si que me siento en la cama y le abrazo, le doy palmaditas en la espalda, tranquilizandole- Mi pequeña Jennifer, no se que haría sin ti.

-Tranquila mama, ya paso no te preocupes. Te dejaré a solas, me iré a vestir.

Me levanto de su cama dándole un beso en la frente. Me voy cerrando la puerta detrás de mi, sin mirar atrás. Me dirigo a mi habitación y me echo en mi cama. Deje de hacer preguntas a mi madre sobre sus pesadillas desde hace tiempo. Realmente no se porque las tiene, pero no creo realmente querer saberlo. Mi madre se llama Adrielle Northmann, con el pelo oscuro, un poco canoso, sus ojos miel y un cuerpo corriente para alguien de su edad. Nada fuera de lo normal, sino fuera por su personalidad un tanto bipolar. Yo, bueno, me llamo Jennifer Northmann, tengo 15 años, el pelo oscuro con ojos miel claro y con una estatura normal para mi edad, no soy gorda ni muy delgada. Me considero una chica normal... De lo que podria caber en mi familia. No tengo hermanos, y mi padre se fue en cuanto comencé a tener memoria. Realmente no lo recuerdo, a si que tampoco le odio o le echo de menos.

Miro el reloj que tengo en la mesilla de noche, son ya las 8:30 y dudo que pueda dormir de nuevo así que me dirijo al baño a ducharme. 20 minutos después ya he acabado, me voy a mi armario y decido que ponerme, unas converse negras con unos shorts jeans claros y una camisa de manga larga de el mismo color de mis zapatos. Me peino mi pelo largo y oscuro, cuando acabo salgo de mi habitación. Voy por el pasadizo pasando por la habitación de mi madre, al notar que no hay nadie me dirijo hacia las escaleras para ir a la cocina. Y la veo ahí, parada mirando el jardín por la ventana con una mirada ausente.

-Buenos dias,-Le digo mientras me voy a la nevera- ¿Deseas desayunar algo en especial?

- No, gracias mi vida. La verdad es que no tengo mucha hambre.

-De acuerdo- Cojo un yogur y me siento en una silla, al costado de la mesa.- ¿Hoy irás a trabajar?

-Si, no me esperes. Después tengo algunas cosas que hacer. Me voy ahora para no llegar tarde.-Se dirige hacia la puerta. Se pone su abrigo y coge su bolso, antes de irse  sin girarse a verme me dice- Adios hija, te quiero mucho. Eres lo mejor que tengo. Lo sabes, ¿verdad?

Y antes de que le responda a lo que me ha dicho, se va. Aunque no creí que fuera para siempre.

Four walls and a roofDonde viven las historias. Descúbrelo ahora