Juego de mentiras

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Confundida, no sé qué pensar

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Confundida, no sé qué pensar. Él no me ha dado entender lo que me han dicho, ¿o acaso sí? Comienzo a dudar. Pasan por mi mente los recuerdos que me hacían pensar mal de su persona, pero también navegan los momentos en los que me colmaba de cariño y me hacía sentir realmente feliz, lo creo incapaz de traicionarme, me contrasta demasiado.
Frank me deja en casa y aún estoy muy alterada con todo lo sucedido. Diago me estuvo llamando toda la tarde por lo que apagué el móvil. Necesito analizar, pensar en cómo mirarlo a los ojos. Dudo de todo, ¿qué es verdad y qué mentira? Comienzo a desear que todo sea solo una pesadilla. Demoro en conciliar el sueño, quiero espantar todo lo que me perturba, pero no lo consigo.

No sé en qué momento logré que mis ojos se cerraran, seguramente fue cuando ya mi mente estaba exhausta de darle tantas vueltas a la conversación de ayer. Despierto con la alarma para ir a la escuela. Me preparo con desgano y solo tomo un café antes de salir.
Estoy ida de la realidad y lo único que tengo en la cabeza son las canciones que cantan mis auriculares. Parezco un zombi, mi aspecto es deprimente y realmente no me siento con ganas de mejorarlo. Solo quiero que me trague la tierra y no pensar, evitar todo, saltar como si fuera una carrera de obstáculos, pero para mi mala suerte es un combate cuerpo a cuerpo y tengo que enfrentar, no esquivar. Mi cuerpo no tiene fuerzas ni para andar.

Enciendo el móvil cuando llego al aula luego de dejarlo apagado desde la tarde de ayer. Tengo llamadas y mensajes de los hermanos Gomez. Los de Frank son disculpándose por lo que me dijo y preguntando cómo me encuentro. Los de Diago son preguntando dónde estaba, por qué no contestaba y si había sucedido algo. Estaba preocupado, es lógico, nunca había estado tanto tiempo sin dar señales de vida en lo que llevamos de relación.

—Gata, necesito un favor tuyo — llega Lauren, pero enseguida calla al ver mi rostro tan descuidado y con falta de sueño — ¿Qué te ha pasado? — chilla.

—Nada, no tengo ganas de hablar del tema.

—No Charlot, me dices ahora. Es más, nos saltamos las clases — me toma del brazo y nos dirigimos al patio.

Nos sentamos detrás de la cafetería donde no puede encontrarnos ningún profesor, es el lugar más seguro para cuando quieres saltarte clases. Le cuento todo mientras pasan los turnos de clase.

—¿Has pensado qué vas a hacer? — me pregunta.

—La verdad es que no. Voy a dejar que todo fluya. El problema es que si hablo con Diago va a pensar que no confío en él, o le buscaré un problema con su hermano.

—Es verdad, pero también no preguntarle te va a dejar con la duda y te va a comer por dentro — quedo en silencio imaginando las posibles reacciones de Diago si le pregunto sobre el tema.

—Bueno, ya se me ocurrirá qué hacer.

Lo que me inquieta tanto y me hace dudar es que Frank es la segunda persona que me advierte sobre Diago, y es su hermano, no puede ser capaz de inventarse algo así. Tengo miedo de acabar rota como han estado mis amigas cuando se han enajenado con un chico, creo que estoy haciendo lo mismo.

Quédate ©️ [RE-PUBLICACIÓN EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora