Prólogo

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Me encontraba sentada en la tierra, abrazando mis propias rodillas y escondiendo mi rostro entre ellas; las lágrimas habían dejado de caer hacia unos minutos pero aún sentía mis ojos escociendo; a pesar de la fría noche y de que mi vestido se encontraba mojado, no sentía frío. Estaba paralizada, mi cuerpo parecía no querer responder a lo que le pedía; "levántate", me repetía mentalmente, pero nada sucedía. Lo único que parecía moverse a mi alrededor, eran los árboles y las pequeñas flores rosadas que caían del árbol de cerezos a medio metro de donde estaba.

El cuerpo inerte de mi hermano mayor se encontraba a mi lado y no sabía por qué se encontraba así.
Lo había llamado, sacudiendo su cuerpo con mis pequeñas manos, pero él no respondía; incluso llegué a darle el golpe más fuerte que pude, pidiéndole que dejara de jugar así pues no era divertido, pero él seguía sin reaccionar; fue entonces cuando sentí mis manos mojadas y las miré, estaban llenas de sangre. Inmediatamente me solté a llorar y fue así como terminé en la posición en la que me encontraba.

Él me había acompañado al bosque como cada mes para poder recoger algunas cerezas del único árbol de cerezos que había en todo el lugar. Me había alejado solo unos minutos de él, dándole la vuelta al árbol para recoger todas las cerezas que cupieran en mi canasta; sin embargo, cuando estaba por terminar, escuché a mi hermano gritar y luego el golpe de algo pesado cayendo contra la tierra. Al principio me costó reaccionar, el pánico y terror se adueñaron de mi cuerpo por lo que mi cerebro tardó en reaccionar, lo que me hizo soltar la canasta y correr hacia donde mi hermano se encontraba... pero ya era tarde.

En mi mente solo podía escuchar el grito de mi hermano, se repetía una y otra vez.

Reaccioné mucho tiempo después, no sé con certeza si fueron horas o solo minutos; estoy segura de que fue demasiado tiempo como para que mi padre fuera a buscarnos pues fue gracias a él que reaccioné, cuando sentí sus temblorosas manos sobre mis hombros. Mi padre también tenía sus manos llenas de sangre, debió de acercarse a mi hermano antes de acercarse a mí; lucía asustado, confundido y triste, aún así me tomó entre sus brazos revisando que estuviera bien, pues mis manos y mi vestido también tenían la sangre de mi hermano y mi padre pensó que podría ser mi sangre y que yo podría estar herida. Luego de asegurarse de que estaba bien, mi padre llamó a la policía y mientras ellos llegaban, me preguntó varias veces lo que había sucedido; pero yo no podía contestar su pregunta, no sabía que había sucedido y mi voz aún se rehusaba a salir.

Todo lo qué pasó después esta borroso en mi mente; recuerdo algunas imágenes como, mi madre llorando desconsolada, el funeral de mi hermano y finalmente, el árbol de cerezos alejándose.

A mis 8 años, había vivido la peor experiencia en mi vida y solo deseaba que todo desapareciera de mi memoria, olvidar aquello que sucedió tan rápido y de manera tan inexplicable. Solo pedía eso. Olvidar.

O comprender.

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