Capítulo 7. Familia

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Nolan.

Cuando vi a aquel imbécil golpear a Maya, me hirvió la sangre; dejé de controlarme y apelé a mi lado animal. Mis ojos se tornaron en ese color dorado brillante, de mis dedos brotaron unas garras largas y puntiagudas y podía sentir como mi fuerza aumentaba. Eso fue lo que me ayudó a liberarme del hombre que tenía sobre mí. Clavé mis garras en sus antebrazos, lo que provocó un gruñido de dolor por su parte; tomándolo así, lo empujé hasta que quedó en el suelo a mi lado retorciéndose del dolor que causaron mis garras; inmediatamente, el idiota que había golpeado a Maya se acercó hasta mí, sacando un bastón retráctil eléctrico de su cinturón y cuando trató de darme con él, me moví rápidamente - asegurándome de que jamás pudiera tocarme con el bastón - y logré hacer que esa cosa tocara a su compañero en vez de a mí, el voltaje del arma le hizo perder la conciencia instantáneamente. El hombre trató de luchar contra mí aunque no contó que yo siempre he sido bueno en las peleas como ésta pero me volvía un peor contrincante cuando me hacían enojar y vaya que estaba enfurecido luego de verlo atacar a Maya. Después de esquivar el bastón unas cuantas veces, logré hacer una maniobra para que él mismo tocara su cuerpo con el bastón y así fue como al final termino inconsciente junto a su amigo.

No perdí más tiempo en cuanto vi el cuerpo de aquel hombre golpear el pavimento y me acerqué corriendo a donde Maya se encontraba; tenía los ojos cerrados, en su sien, un poco más cerca a su ojo izquierdo, se empezaba a ver el moretón que saldría pronto además de la inflamación. La sacudí ligeramente mientras la llamaba, tratando de despertarla; podía notar cómo sus párpados se movían, señal de que no estaba del todo inconsciente.
- ¡Maya, despierta! - la sacudí un poco más, sus ojos empezaban a moverse, parecía que quería abrirlos y acerqué mi mano a su rostro, acariciando su mejilla con suavidad; al sentir mi tacto, entreabrió los ojos - Vamos, reacciona, por favor - pedí cuando vi que no hizo más que eso, parecía desorientada.
- Nolan... - su voz salió débil de sus labios entreabiertos y volvió a cerrar los ojos.
- Tranquila, estarás bien - escuché que los hombres dentro de mi departamento dejaron de buscarme y planeaban bajar, no tardarían mucho en darse cuenta que sus compañeros estaban heridos e inconscientes, debía sacarnos de aquí antes de que bajaran y pudieran seguirnos. Rápidamente tomé a Maya en mis brazos, cuidando su cabeza, caminé al auto, donde la acomodé en el asiento del copiloto, poniéndole el cinturón y asegurándome de que se encontraba en una buena posición antes de cerrar la puerta de su lado y correr al otro lado del auto para así subir y arrancar a toda velocidad.

Por al menos 15 minutos, seguí por las calles a exceso de velocidad, revisando por el espejo retrovisor que no hubiese nadie siguiéndonos y, cuando por fin estuve seguro de que no había nadie detrás de nosotros, bajé un poco la velocidad y me adentré en una carretera poco transitada que nos llevaba fuera de Calgary.
Pensé en mis opciones, podía llevar a Maya a un hospital pero harían preguntas sobre cómo se hizo el golpee y no podría responderlas, además de que dado el lugar del golpee, podría parecer que fui yo quien la hirió y no saldría nada bueno de eso; podría llevarla a su casa pero ya le había mentido a sus padres y la metería en problemas. Busque cualquier opción que fuera mejor que la que tenía en mente, pero al final, no encontré ninguna. Tendría que llevarla con mi manada.

Tomé el camino que me llevaría a la gran casa donde vivía mi manada; de vez en cuando le daba miradas fugaces a Maya para asegurarme de que estaba bien, aún inconsciente, abría los ojos por un par de segundos algunas veces pero no decía nada y siempre volvía a cerrarlos.
Después de largos minutos logré ver el sendero de tierra que se adentraba al bosque y lo tomé, bajando mucho más la velocidad. Bastaron quizá diez minutos para que por fin viera la granja y aparqué el auto cerca de la entrada. No me sorprendí cuando vi a Alastair salir de la casa; sin embargo él sí parecía algo sorprendido de verme.
- ¿Auto nuevo, hermano? - preguntó mientras bajaba los tres peldaños que conducían al pórtico para acercarse.
- No es mío - respondí al rodear el frente del auto, abrí la puerta del copiloto y me incliné para tomar a Maya en mis brazos.
- ¿Qué hiciste? - el tono de mi hermano era de preocupación y si no lo conociera, diría que también contenía algo de miedo. Cerré la puerta del auto con el pie.
- Ayúdame a llevarla a una habitación - Alastair no hizo más preguntas por el momento y me ayudó a llevarla escaleras arriba, a una habitación vacía, la que supuestamente era mía.
La granja era un terreno grande, escondido muy bien entre los árboles del bosque; en ese terreno había dos casas y un viejo granero, la principal era la más grande, en la que se quedaba la mayor parte de la manada, contaba con varias habitaciones, algunas individuales y otras compartidas y en este momento agradecía que la mía fuera personal, podría tener ahí a Maya sin molestar a nadie o que alguien la molestara a ella.
- Vigílala, iré a buscar a As - traté de salir a prisa de la habitación, la urgencia de que alguien revisara a Maya me comía por dentro, pero me detuve cuando mi hermano me detuvo del brazo.
- ¿Qué fue lo que pasó?
- Cazadores - no necesitaba decir nada más, él entendía a la perfección.
- ¿Es una de ellos?
- No - me solté de su agarre y salí de la habitación para ir a la de Aster; ella era algo así como la consejera de la manada, al igual que la única que sabía cómo curarnos cuando no lo hacíamos por nosotros mismos, si había alguien aquí que pudiera ayudar a Maya, sería ella.
Toqué a su puerta con menos fuerza de la que normalmente usaría, quería despertarla a ella, no a toda la casa.
- Voy - escuché su somnolienta voz del otro lado de la puerta, segundos después ésta se abrió dejando ver a la mujer de casi 60 años, con su cabello rubio despeinado y su cuerpo cubierto por una pijama vieja y una bata -. Nolan, cariño - se acercó a darme un cálido abrazo que le devolví con el mismo cariño con el que me lo había dado -; que gusto que estes de vuelta.
- No estoy de vuelta, pero hablaremos de esto después. Necesito tu ayuda, As - me miró con una ceja levantada, la expresión de confusión bien plasmada en su rostro; en la mía debió leer que se trataba de algo importante pues salió en seguida de su habitación, cerrando la puerta tras de ella antes de tomarme de un brazo y caminar conmigo por el pasillo mientras le explicaba lo sucedido.
Al terminar; Aster me mandó por un par de cubos de hielo, envueltos en una toalla, mientras subía con Alastair y revisaba el golpe en el rostro de Maya.
Cuando llegué a la habitación con lo que Aster me había pedido, llegó Alastair también, con varias cajitas y frascos pequeños en las manos; Aster debió mandarlo por unas cosas también.

Bright eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora