✧;;Capítulo O5

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Arrienda un novio, dijeron. Será inofensivo, dijeron. Y con "dijeron" se refería a su estúpida consciencia empujándolo a tomar la peor decisión de su vida entera.

Quizás había subestimado su mala suerte.

—Fue un gusto conocerlos— dijo Mark estrechando las manos de Johnny y Chittaphon cuando estos se iban—. Después les mandaré los nudes adorables de mi Pingüinito. ¡Hasta pronto!

TaeYong suspiró aliviado cuando la puerta del local se cerró tras las espaldas de sus mejores amigos, ambos abandonando la escena del crimen en la cual Mark había asesinado las pocas gotas de dignidad restante que albergaba TaeYong.

Humillación no era suficiente para describir lo que había sentido. Había sido tan jodidamente mortificante. La sonrisa complacida de Mark cuando las mentiras brotaban de su boca con tal naturalidad, como si las hubiese estado estudiando desde hacía tiempo. Johnny se había esforzado por distraerlo y cambiar a un tema más trivial, a lo que Mark no puso resistencia. Gracias a ello, gran parte de la cita doble se salvó.

Pero no del todo.

—¿Qué tal? ¿Cómo estuve?— preguntó el castaño apoyando su mano en el borde de la mesa. Sonaba orgulloso. Orgulloso. TaeYong alzó la mirada hacia él, viéndole a través de sus pestañas mientras una emoción inquietante se hacía cargo.

—¿Podemos hablar?

—¿Mm?— La expresión ingenua en su rostro tocó un nervio sensible—. ¿De qué?

—De qué— repitió en un aliento incrédulo. Mark se encogió de hombros.

—Si tienes algún problema, manda un correo al organizador.

Un correo... TaeYong se levantó del asiento con lentitud, sus ojos quedando a la misma altura que los de Mark. El castaño ladeó la cabeza con curiosidad.

—¿Qué pas– ¡Ah!— El pelinegro asió el brazo del contrario con fuerza y jaló de él hacia la calle trasera del restaurant. Mark trastabilló en el camino—. ¿Pero qué haces, imbécil? ¡Suéltame!

—¿Por qué lo hiciste?— gruñó cuando se hallaron a solas.

—¿Hacer qué?

Los dedos de TaeYong presionaron más sobre su piel, un fuego desconocido quemándolo por dentro. Odiaba el tono que Mark utilizaba al hablar, odiaba su maldita sonrisa de satisfacción, odiaba la manera en que fingía ignorancia después de arruinarlo todo. Y sin darse cuenta, lo último que quedaba de su autocontrol, se esfumó.

—¿¡Qué mierda fue eso!?— gritó volteándose para verle a la cara. Mark se estremeció—. ¿Sabes cuántos malditos problemas causaste allá adentro? ¿Tienes alguna idea de lo poco profesional que te comportaste?

TaeYong lo libró de su agarre con brusquedad, apartándose de él con ambas manos en la cabeza, buscando paciencia y alguna forma de resolver el lío en el que Mark lo había metido. No podía creer que hubiera confiado en un completo desconocido para esto. No podía creer que le hubiera pagado y que el imbécil ni siquiera hubiera hecho el trabajo bien. ¿Qué jodido servicio era ese?

Los envolvió un silencio, un silencio tenso que fácilmente podía romperse y desencadenar un desastre. TaeYong ya había lidiado con demasiado para continuar por el mismo sendero. Pero Mark no, él no estaba ni cerca del incendio que estaba buscando crear. Ya había quebrantado el autocontrol y paciencia que el pelinegro tanto se esforzaba por mantener. Quizá ya era hora de terminar esto.

No había llegado hasta aquí para arrepentirse.

—Te lo merecías— Se halló a sí mismo susurrando. Por un momento pensó que TaeYong no lo escucharía, pero al verlo voltear en su dirección con una oscuridad irreconocible en sus ojos fue suficiente para saber que sí lo había hecho.

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