✧;;Capítulo O8

796 118 18
                                    

Mañana. A las ocho, mismo local. ¡Ni filtis!

Mark era invadido por escalofríos desagradables cada vez que la voz de TaeYong resonaba en su cabeza.

¿Por qué mierda había aceptado esto? TaeYong seguía sin pedirle disculpas, él seguía con deseos inhumanos de asesinarlo hasta que sus sesos salieran volando al espacio exterior. Esa no era una relación sana, en lo absoluto.

Sabía que rechazar la oferta —más bien amenaza— acabaría mal; perder su trabajo no era la mejor opción. Sin embargo, ¿lo era esta? Mark empezaba a arrepentirse más rápido de lo que pensó que lo haría. ¿Cómo demonios soportaría a TaeYong por toda una hora cuando apenas podía soportar su presencia por cinco segundos?

Se mordió la uña del pulgar, observando la puerta del restaurante, recordando la humillación que había hecho contra TaeYong, su expresión confundida, la bofetada, las mentiras y el griterío que se había armado después en la parte trasera. Casi parecían una telenovela.

Bien, tal vez se había pasado de la raya.

Era difícil contener sus emociones cuando el dueño de sus inseguridades y llantos nocturnos estaba parado ahí, sonriente, fingiendo para lucir bien y perfecto e ideal. Tan seguro de sí mismo porque le estaba pagando a un profesional que obedecería y se comportaría como él quisiera. Era frustrante.

TaeYong siempre aparentaba estar bien. En la secundaria había sido un líder para la mayoría, perfecto, admirado. Mark no había sido nada más que el receptor de insultos y burlas. ¿No era un poco injusto?

—Llegaste temprano— Brincó al reconocer la voz del pelinegro a sus espaldas. Volteó abruptamente, viéndolo sonreír—. Genial. Vamos adentro.

TaeYong pasó por su lado, ingresando al local. Mark lo siguió, sintiéndose un tanto descolocado. Mientras TaeYong se comportaba como si todo fuera totalmente normal, Mark se sentía incapaz de volver, demasiado consciente de que tras su conversación, se hallaba completamente vulnerable frente al pelinegro.

Con todo lo ocurrido anteriormente, prácticamente había confesado que aún le guardaba rencor y que había querido vengarse, pese a los años que habían transcurrido. "Eres el único que quedó estancado con algo que ahora forma parte del pasado". Sí, era cierto. Pero para Mark era imposible olvidar un corazón roto. ¿Cómo hacerlo cuando había dolido tanto? ¿Cómo avanzar cuando TaeYong había aplastado y pisoteado sus sentimientos bajo sus narices?

—Piensas mucho— dijo el pelinegro, presionando con la yema de su dedo el surco entre las cejas de Mark—. Se te harán arrugas.

—¿Y a ti qué te importa?— soltó a la defensiva. Tomaron asiento en una de las mesas. TaeYong resopló.

—Tú de verdad eres un gruñón. ¿Cómo lo hiciste para ser tan encantador cuando nos reunimos la primera vez?

Mark sonrió con arrogancia. —Estudio actuación.

—Eso explica mucho.

El mesero se acercó a ellos y TaeYong ordenó unas papas fritas extra grandes. Mark frunció el ceño, fijándose en su entorno por si Johnny y Chittaphon habían llegado sin que se diera cuenta.

—Hey— Lo llamó cuando el mesero se fue—. ¿No vamos a esperar a tus amigos para comer?

—Llegarán a las nueve. Acabaremos las papas en una hora.

Respondió con simpleza, mientras confusión se asentaba en el pecho de Mark. La desconfianza burbujeando en su estómago.

—¿Y por qué me citaste tan temprano?

El pelinegro suspiró. —Pensé que darnos un tiempo para planear lo que haríamos nos vendría bien.

—¿Planear?— Mark se cruzó de brazos, entrecerrando los ojos con sospecha, y TaeYong asintió—. ¿Ya no quieres que te llame Pingüinito?

—No quiero que digas lo de "disfunción eréctil" de nuevo— espetó entre dientes. El castaño rió al evocar esos buenos momentos que residían en su memoria. Cómo olvidarlo.

—¿Y por qué? ¿Acaso ya arreglaste ese problema?— TaeYong le golpeó el brazo—. ¿Fuiste a un medical sex center?

—Eres un fastidio. Honestamente empezaba a sentir pena por ti, ya sabes, por tus flashbacks, pero creo que eres potencialmente odiable.

—¿Odiable? ¿Inventaste un adjetivo por mí?— TaeYong rodó los ojos—. Eres tan lindo, Pingüinito. Yo también te considero odiable, es más, asesinable.

—Este es el tipo de cosas que quiero evitar cuando inicie la cita doble.

—¿Quién te mandó a hacer otra cita? Pudiste haberles dicho que terminamos o algo así. O que yo estaba ocupado con la universidad. O que me mudé a Canadá.

—Johnny cree que estamos peleados— respondió, repentinamente tornándose serio hasta la muerte—. Necesito que piense que estoy bien y feliz con mi novio.

—¿Por qué? Lo que piensa Johnny parece ser muy importante— tarareó. Los ojos de TaeYong eran ausentes.

—No necesitas saberlo.

—Mm. Veo que nos estamos comunicando a la perfección— dijo con sarcasmo, sintiéndose apartado de cierto modo. ¿Qué más daba? Prefería mantenerse alejado de cualquier cosa que lo involucrara con TaeYong. Aunque claro, ser su novio no ayudaba ¿o sí?—. Entonces, ¿motes cursis?

—Te diré "bebé". Tú puedes decirme "Tae"— sentenció. Mark hizo una mueca disconforme.

—No sé. "Tae"... como que no me convence— dijo, fingiendo pensárselo a fondo. Podía sentir la pierna intranquila de TaeYong bajo la mesa—. Mmm... ¿Qué piensas de Pingüino?

—No me llames así— se quejó el pelinegro, su boca abultándose inconscientemente. En su opinión, parecía un bebé, uno llorón que pataleaba cuando las cosas no salían como quería.

No obstante, estaba en su derecho. Él podía expresar libremente cuando no estuviera de acuerdo con algo y Mark se vería obligado a obedecer, porque TaeYong era su cliente, TaeYong estaba utilizándolo para su beneficio y lo desecharía una vez que obtuviera lo que necesitaba.

Que hubiese sido especial para el castaño cuando eran adolescentes, no cambiaba su relación profesional, su estado empleado–cliente que debían alejar de los problemas personales. ¿Pero dónde acababa la línea invisible que los dividía?

Una sonrisa forzada tiró de los labios de Mark, optando por abandonar esa clase de pensamientos. Y luego, con un poco de malicia, decidió que fastidiar a TaeYong hasta que llegara el momento de separarse no era una mala idea. Después de todo, se lo merecía.

Se comió una papa antes de hablar. —Te diré Pingüinito.

La línea invisible era borrosa y Mark no quería meterse en problemas. Mientras más rápido esto termine, pensó en un intento de calmarse, más pronto podré alejarme de él.

rent a boyfriend  ֶָ  yongmark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora