OUTRO.

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Aún a metros de distancia del sitio en el que yacía la tumba de su padre, era capaz de sentir su propia ansiedad ir en aumento.

Reconocía lo precipitado de la decisión tomada la noche anterior, mas tras las palabras de Yuta y considerando la inestabilidad emocional causada por el incidente con TaeYong, en aquel instante había estado seguro de que era lo correcto. Su convicción, lamentablemente, fue disipándose conforme se acercaban al cementerio, pues con cada kilómetro avanzado, la realidad se tornaba más y más inevitable.

No obstante, ahora era demasiado tarde para arrepentimientos. Echarse para atrás no era una opción, al menos no una que fuese viable para Mark, quien se había esforzado en recaudar el valor suficiente como para impulsarse a sí mismo a visitar la tumba de su padre por primera vez luego del funeral.

La mano de Yuta se asió en torno a su muñeca antes de que pudiera abandonar el interior del automóvil. Mark parpadeó.

—¿Qué ocurre?— dudó volteándose a verle. El mayor inhaló y exhaló hondo, con la mirada fija en el rostro del castaño, dejando que en su agarre firme se transmitiera toda la consternación que esta situación le provocaba.

—Escucha... Sé lo que dije anoche... Pero tal vez sería mejor irnos y volver otro día— Un surco nació entre las cejas de Mark, expresando su claro desconcierto—. No quiero forzarte...

—No me estás forzando a nada, Yuta... Soy un niño grande, puedo tomar mis propias decisiones ¿sí?— Le sonrió en un intento de otorgarle calma. Desde que había optado por seguir el consejo del mayor, éste no había cesado sus esfuerzos por disuadirlo.

— Mark... Lo de TaeYong es reciente... y esto no será simple. Es bastante mierda emocional con la que tienes que lidiar en un lapso tan corto. Puedes volver luego...

—Mira— Se irguió en su asiento y conectó su mirada con la del mayor—. Sé que será difícil; pero quiero hacerlo, Yuta. No es una idea que vino de la nada. Es algo que he estado recapacitando desde hace semanas, y no me arrepentiré ahora. Lo que ocurrió con TaeYong no tiene relación con esto. Así que déjame hacerlo ¿sí?

Yuta suspiró profundo, como siempre lo hacía cuando Mark usaba ese tono tan tierno de voz y ponía sus mejores ojos de cachorrito mojado. El arte de la manipulación era ciertamente un fuerte para Mark Lee; y Yuta podía afirmar ciegamente que no era su única víctima.

—Sí... Tienes razón. Es algo que tú debes solucionar— coincidió, causando que la expresión del castaño se iluminara. Era tan bonito que dolía, dolía como un infierno. Mark volvió a coger la manilla y Yuta fue incapaz de contenerse—. ¿Seguro que no quieres que te acompañe?

—Yuta...

—Lo siento, lo siento. Esperaré aquí.

—Buen chico— se burló el castaño, tratándole como un perrito y propinándole una ligera caricia en el cabello. Yuta observó atentamente a Mark abandonar el interior del auto y dirigirse —no sin antes sacudir una mano en su dirección— hacia la entrada del recinto.

El castaño hizo el mismo recorrido de hace unas semanas, atravesando el cementerio y siguiendo las direcciones en los senderos, hacia la lápida que hacía no tanto tiempo, no ocupaba ese sitio aún.

Luego del entierro, se rehusó a regresar. YeEun le ofreció varias veces que fuesen juntos, HyunAh le informaba de sus visitas diarias, y no necesitaba oírlo para saber que su madre también era una visitante frecuente.

Su respiración se atascó en su garganta cuando pudo atisbar los girasoles que cubrían parte de la piedra, y la inscripción —que gracias a la cercanía se hizo visible— fue suficiente para hacerle doler el pecho.

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