I.

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No temas a la muerte.

No temas, no sufras antes de tiempo. No llores, no te escondas.

Acepta.
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Antes de que todo lo que conocemos existiera, antes de que la absoluta nada se convirtiese en todo, sólo existía un bien y un mal. Existía una única fuerza, omnipotente y feroz. En primer lugar, existía un único reino, al que hoy se le llama El Paraíso.

La nada se convirtió, poco a poco, en el todo con la creación del mundo, de los humanos y de la maldad. La maldad vista por los ojos divinos como punible al máximo nivel.

Hasta los ángeles pecaban... Los ángeles tenían que ser castigados.

Entre esos ángeles, se encontraba Lucifer. Lucifer no entendía por qué Dios amaba tanto a los humanos, ni por qué aquellas personas podían ser libres mientras que ellos tenían que permanecer impasibles a todo lo que sucedía en aquel pequeño paraíso en la Tierra, creado por el Todopoderoso.

Al final, el Ángel de la luz acabó rebelándose contra sus iguales y contra su superior. El Ángel de la Luz acabó siendo expulsado del Paraíso.

Su caída acabó creando lo que los humanos, en su gran mayoría, temen: el Infierno. Junto a Lucifer cayeron también los ángeles y arcángeles que lo apoyaron en su revuelta contra Dios. En total, además de Lucifer, cayeron siete ángeles que, según cuenta la historia, procrearon con humanos en la Tierra. De esta forma se crearon a los híbridos, conocidos como Neefilins, y comenzaron así su ejército en el Infierno.

De esos ángeles caídos, dos no apoyaron a Lucifer y fueron castigados por Dios
simplemente por creer en el amor.

¿Por qué?, se preguntaban. ¿Por qué los ángeles no podían amar?

Los ocho ángeles iniciaron un reinado en el Infierno y atormentaron a los humanos, riéndose de su desgracia. El mayor problema era que no importaba cuánto quisiera Dios librarse de sus propias creaciones: los ángeles son inmortales.

Lucifer era el líder omnipotente del Infierno y jamás fue visto por otros demonios salvo los pertenecientes a los niveles superiores, tales como los ángeles caídos. Estos acabaron convirtiéndose en los príncipes del Infierno y quedaron en una categoría por debajo de Lucifer, ayudándolo en su reinado. A parte de los Neefilins, los híbridos, existían otro tipos de demonios, como aquellos que habían sido humanos.

Excepto los Ángeles Caídos, cualquier demonio puede morir, ser aprisionado o castigado.

Créalo, los demonios también temen a la muerte.

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En el Infierno, existen veintiséis categorías de demonios, y cada una cumple su función en el Submundo o en la Tierra.

Él número veintiséis no es sin razón, ya que en la numerología humana ese número significa "la caída de la gloria".

Los demonios están divididos en dieciocho niveles inferiores y ocho niveles superiores. Entre los inferiores se encuentran, por ejemplo: los guardianes, los soldados y los encargados de las posesiones y de sembrar la discordia entre los humanos. Entre los niveles superiores se encuentran los condes, los duques, los presidentes, los comandantes, los tenientes, los generales, los príncipes y el rey; siendo este último el propio Lucifer. Todos los demonios están separados en cada uno de los nueve Círculos Infernales, y cumplen las funciones que les son encomendadas.

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