Luego de derrotar a Voldemort junto a sus amigos, Lyra volverá a Hogwarts sin saber que un peligro aún más grande la espera en el castillo.
La cámara de los secretos ha sido abierta y el heredero de Slytherin petrificará a todos los que sean necesar...
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01, SAN MUNGO
Caminaron en las calurosas calles de Londres, pasando la estación King Cross. Recordó el curso anterior, cuando fué por primera vez como estudiante de Hogwarts. Rápidamente eliminó esos pensamientos antes de recordar el fin de curso, todavía se seguía recuperando.
Sus manos se encontraban muy inquietas, los dedos golpean sus muslos, simulando un patrón. Andromeda la miraba de reojo, tratando de actualizarse sobre su estado.
Luego de irse del castillo, hace dos semanas, Lyra contó la historia ante su familia, que la apoyaron y ayudaron todo el tiempo. Las pesadillas aparecían todas las noches, repitiendo el recuerdo de aquel momento. Lyra despertaba llorando y gritando, con miedo a encontrarse a Quirrel y a Voldemort otra vez.
Llegaron a una tienda demacrada, un cartel en la parte superior decía "Purge y Dowse S.A", debajo, en letra más pequeña, ponía "En reforma". Se aseguraron de que ningún muggle los viera y entraron. Dentro había mucho polvo y la luz que provenía de afuera le daba un toque vintage. Largas filas de maniquíes llenan toda la sala. Lyra siguió a sus tíos por entre los maniquíes y se frenaron en uno que se encuentra detrás de una ventanilla, que traía puesta una túnica de nailon verde, y las pestañas postizas casi se le caían.
—Venimos al Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas —dijo Ted al maniquí.
Lyra vió a Ted atravesar el cristal que se encontraba delante suyo, separando al maniquí. Miró a su tía, esperando que diga algo y le tomó la mano.
—Vamos —le susurró y comenzó a caminar. La siguió a un costado y cerró los ojos antes de que el cristal llegara a su cara. Sintió como si pasara por una cortina de agua fría. Se estremeció.
Ted hablaba con la recepcionista, luego las vio llegar y se acercó.
—Debemos subir a la cuarta planta y esperar a que nos llamen.
Lyra caminó con la sensación de hormigas caminando por todo su cuerpo. Entraron al ascensor y Ted apretó el botón número 4. El aparato hizo un sonido metálico y se movió. Subieron lentamente hasta el piso 2, donde una anciana bruja subió junto a ellos y apretó el botón número 0. A Lyra se le hacía conocida.
Finalmente, las puertas se abrieron en el piso número cuatro y bajaron del ascensor. Había una especie de sala de espera, con algunos sillones y una recepcionista detrás de un escritorio. Andomeda se acercó e intercambió algunas palabras con la mujer. Luego le agradeció y les indicó que se sentaran en los sillones.
Lyra estaba demasiado nerviosa. Desde que había contado lo que Quirrel le había hecho, sus tíos buscaron la ayuda necesaria para que Lyra mejore. Pero ella no estaba segura de ir a San Mungo, con una sanadora mental. Nymphadora había dicho que los muggles le decían psicólogo, y Lyra decidió que era un nombre más bonito.