04, El nuevo profesor

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04, EL NUEVO PROFESOR

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04, EL NUEVO PROFESOR

—¿Ha venido antes que tú? —le preguntó el señor Weasley y miró al rededor. Lyra hizo lo mismo, pero no había rastro de Potter.

Se escuchó un estruendo detrás y la señora Weasley junto a Ginny y Ron aparecieron.

—¿No hay señales de Harry? —preguntó Ron acercándose.

Cuando negaron, la señora Weasley soltó un grito y se llevó las manos a la cabeza.

—¡Arthur! ¡Lo hemos perdido, Arthur—dijo y el señor Weasley trataba de tranquilizarla—. ¿Qué le diremos a sus tíos?

—Ya lo encontraremos Molly, vamos —les dijo a todos y comenzaron a caminar. Mientras avanzaban, el señor y la señora Weasley, entraban a todas las tiendas que tengan chimenea, preguntando por Harry, pero no había caso.

Entonces Lyra comenzó a preocuparse. ¿Y si estaba en la otra punta del país?

Y como si el mundo quisiera que no se preocupe, vieron a un hombre alto, con una gran barba y cabello marrón oscuro. Junto a él caminaba un chico azabache, de ojos verdes detrás de unos lentes redondos. Junto a el niño, caminaba una muchacha castaña, con el cabello alborotado y unas grandes paletas. Hagrid, Harry y Hermione. Lyra corrió hacia ellos a la par de Ron.

—Harry —dijo el señor Weasley jadeando—. Esperábamos que sólo te hubieras pasado una chimenea. —Se frotó su calva brillante—. Molly está desesperada…, ahora viene.

—¿Dónde has salido? —preguntó Lyra.

—En el callejón Knockturn —respondió Harry con voz triste.

—¡Fenomenal! —exclamaron Fred y George a la vez.

—A nosotros nunca nos han dejado entrar —añadió Ron, con envidia, mientras Lyra le daba un abrazo a Hermione.

—Y han hecho bien —gruñó Hagrid.

La señora Weasley apareció en aquel momento a todo correr, agitando el bolso con una mano y sujetando a Ginny con la otra.

—¡Ay, Harry… Ay, cielo… Podías haber salido en cualquier parte!

Respirando aún con dificultad, sacó del bolso un cepillo grande para la ropa y se puso a quitarle a Harry el hollín con el que no había podido Hagrid. El señor Weasley le cogió las gafas, les dio un golpecito con la varita mágica y se las devolvió como nuevas.

—Bueno, tengo que irme —dijo Hagrid, a quien la señora Weasley estaba estrujando la mano en ese instante («¡El callejón Knockturn! ¡Menos mal que usted lo ha encontrado, Hagrid!», le decía)—. ¡Los veré en Hogwarts! —dijo, y se alejó a zancadas, con su cabeza y sus hombros sobresaliendo en la concurrida calle.

Lyra Black y la Cámara de los Secretos [2] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora