Cap 17- CRISTO es tu esperanza

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Pasaron meses y aún las palabras que el príncipe de las tinieblas le había dicho en el infierno seguían retumbando en sus tímpanos. Isabel se sentía timada y usada. Aún cuando ella había hecho el pacto de manera voluntaria, en algún momento de su éxito llegó a acariciar la idea que Satanas le daría un espacio de privilegio en su reino por el hecho de haberle llevado 300 almas, pero no. El diablo no comparte su gloria, él es el mal encarnado, él es el egoísmo puro, el engañador. La traicion para los demonios es la mayor virtud, por eso son expertos en cautivar con engaños las almas solitarias e incomprendidas, darles lo que desean y después sorprenderlos con una fosa o celda en el infierno una vez fallecen.

El engañador sabía que al mostrarle la realidad que le esperaba a Isabel, esta aceleraría aún más su ascenso en el mundo de las tinieblas y le llevaría más almas. No hay gasolina más potente que el odio o el amor, de hecho eso es lo que mueve a Satanas; el odio de saber que mientras él ya está condenado por Dios al lago de fuego y azufre, los seres humanos no tienen su destino escrito, tienen la oportunidad de corregir sus caminos y poder ir a la presencia del Dios de Israel una vez mueran. Por eso el enemigo trabaja día y noche, sin descanso, para que una vez llegue ese día en que sea arrojado a ese mar de fuego, mucha gente se vayan junto a él. Y lo hace rápido, porque sabe que no tiene mucho tiempo.

Isabel se estaba volviendo loca, las imágenes de aquel lugar de sufrimiento la atormentaban, esto empezó a ocasionar un cambio de actitud; empezó a vestirse con atuendos extraños y extravagantes a cualquier evento de la farándula al que era invitada, sus looks empezaron a llevar una fuerte simbología illuminati y sus fans no dejaban de crecer. Era algo inexplicable, mientras más desechable, condenada y sola se sentía, su fama y fortuna más crecían. Lo tenia todo; sexo con hombres y mujeres hermosas, tanto dinero que ni en tres vidas se lo podría gastar e influencia y poder.

Pero una tarde de abril de 2018 todo cambio. En medio de una de sus giras por Latinoamérica, le tocó dar un concierto en Bogota. Ella no quería ir; ya estaba agotada y aburrida, pero la presión de los contratos firmados, cláusulas y los fans la hicieron dar el show. Estaba el estadio repleto, como si fuera un partido de fútbol. Era la primera vez en mucho tiempo que Isabel cantaría en su país natal, Colombia. Las luces se encendieron y las entidades demoníacas se apoderaron de su cuerpo para darle la voz y la flexibilidad necesaria para dar un espectáculo sin precedentes. La gente estaba eufórica, emocionada y hasta muchos exitados. Por fuera sonreía y bailaba pero por dentro lloraba. Era como si tuviera personalidades múltiples. Pero cundo creyó que ya no podría más, estando a punto de tirar el micrófono y salir corriendo vio a lo lejos, en el público, uno de los tantos carteles que los fans sostenían mientras gritaban su nombre. Pero este era diferente, no decía lo mismo de siempre, como: Isabel cásate conmigo, o Isabel te amo, o Isabel soy tu fan #1, no, este era distinto. Este decía; ¡CRISTO es tu esperanza!

Cuando ella vio eso fue como si su alma regresara al cuerpo, como si todo ese miedo que había arrastrado del infierno, saliera de su corazón. Fue como cuando todo está perdido pero te dicen qué hay una salida, una solución. Al instante y sin pensarlo, interrumpió su espectáculo dejando de bailar y cantar y preguntó a través del micrófono: ¿quien es ese Cristo? Yo lo quiero conocer. Al invocar el Nombre del Nazareno, el hijo de Dios, de inmediato los demonios que estaban en ella salieron con violencia de su cuerpo y ya no pudo cantar y ni bailar más. La oscuridad no puede resistirse ni siquiera al Nombre del Rey de reyes; Jesucristo.

Bajo del escenario, corrió por la pista de atletismo bordeando las barreras de metal que la separaban del público enloquecido de ver cómo su artista se acercaba a ellos. La seguridad del concierto empezó a seguirla y a tratar de detenerla para que volviera a la tarima. Es por su seguridad, vuelva al escenario –le decía el jefe los guardaespaldas mientras caminaba apresurado hacia ella. Pero a Isabel no hubo poder humano que la detuviera de ir tras su esperanza.

Vio al chico del cartel e ignorando a la multitud que la aclamaba, encendió el micrófono que traía con ella y le llamo desde la distancia: ¡Hey! Tu, amigo ven. El chico sonriendo con ternura se le acercó y le pregunto; Hoy Cristo toca a tu puerta, le quieres aceptar?. Isabel sin dudarlo le respondió: Si, si quiero ¿donde está? ¿Quien es Él? Preséntamelo!

La seguridad le abrió un espacio al joven en las barreras de metal para que pudiera pasar e Isabel se lo llevó a su camerino. Estando ya adentro y con la puerta abierta, muchos demonios de alto rango bajaron del segundo cielo y de las regiones celestes y se localizaron a las afueras de la habitación donde los dos jóvenes estaban. Isabel los podía ver y le dio gran miedo, porque ella sabía que esos espíritus solo bajaban cuando estaban enojados. Ellos le decían que saliera, la amenazaban con llevársela al infierno cómo siguiera hablando con ese joven. Isabel no entendía porque las tinieblas estaban tan alteradas por el hecho de ella hablar con ese muchacho. Para ella él era algo insignificante, pero para las tinieblas no. Ese muchacho era pastor de jóvenes de una iglesia cristiana en Bogota, era un gran guerrero espiritual.

Uno de los demonios le gritaba diciéndole: ni se te ocurra aceptar a la persona que él te dice. Sal ya! Pero por más que ella quería moverse y salir, una presencia se lo impido obstaculizando su moviendo. Él muchacho de la pancarta no sabía lo que sucedía, él solo veía la cara de desespero de Isabel y le dijo repite con voz audible esta oración: Señor Jesús, yo te acepto como mi único y suficiente Salvador y Señor de mi vida y de mi alma. Señor Jesús, perdóname todo lo que te he ofendido de pensamiento, palabra y obra;
lávame y límpiame con tu preciosa sangre; escribe mi nombre en el libro de la vida. Creo en mi corazón que Dios te levanto de entre los muertos. Renunció, en El Nombre de Jesús, de manera voluntaria a TODOS los pactos que haya hecho con el mundo de las tinieblas. Los declaró nulos y sin poder. Clamó a tu Preciosa Sangre, Cristo. Sellame con tu Espíritu Santo Gracias Señor; Amén.

Al decir esa última y poderosa palabra; Amén, se escuchó el ruido de cientos de cadenas cayendo al suelo. Eran las cadenas espirituales que tenían el alma de Isabel atada a las tinieblas. Solo una oración, solo confesar con su boca al Hijo de Dios, bastó para que todos los pactos de sangre fueran derribados. Al instante los demonios que la esperaban en la puerta del camerino huyeron despavoridos, eran los más poderosos de las tinieblas, eran los que buscarían su alma, pero huyeron con tan solo escuchar a Isabel aceptar al Nazareno. ¿Quien era ese Cristo al que mis jefes le temen? Se preguntaba Isabel...

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2020 ⏰

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