Cap7- ¿Entonces eran falsas esperanzas?

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«¡Rayos! Me pillaron» pensó asustada mientras escuchaba que alguien giraba el cerrojo de la puerta para tratar de abrirla. Rápidamente se levantó del suelo, encendió el foco y se cubrió con una toalla para que no vieran la sangre animal que tenía sobre su cuerpo. -¿si, quien es?- pregunto nerviosa y forzando la puerta para que no la abrirán. -¿Miguel, eres tú?- volvió a preguntar algo extrañada -¿Esperanza, Andrés son ustedes? Pero al no escuchar respuesta alguna de nadie; decidió, con mucho coraje, abrir la puerta y al hacerlo se encontró con el solitario y oscuro pasillo que comunicaba a el baño con los demás cuartos «¿Acoso es una broma?» se preguntó atónita al ver que no había nadie.

Frustrada por no haber visto a Satanás, como quería, tomó una ducha de agua caliente y organizó todo el baño sin dejar rastro del ritual satánico que había hecho. Luego entró al cuarto donde estaba Miguel profundamente dormido y se acostó junto a él pensando «Si no era Miguel, ni Esperanza, ni mucho menos Andrés el que caminaba por el pasillo e intentaba abrir la puerta ¿entonces quién era?»

Historia Narrada por Isabel

Me despertó el desesperante ruido del despertador que me indicaba que ya era hora de levantarme e ir al trabajo. «Estupida alarma» pensé frustrada mientras me intentaba levantar de la cama dándome cuenta de que me había quedado profundamente dormida junto a Miguel.

-Hey cabezón, ya es hora de despertar; tienes escuela -lo desarrope y me amarré el cabello

-¿de qué hablas torpe? -respondió Miguel arropandose nuevamente con la sabana

-ok, me harás tomar medidas drásticas -me pare de la cama y apague la calefacción

-¡oye Isabel! No lo hagas -gritó enojado-

Lo siento, ya lo hice -respondí sonriendo y poniéndome la toalla para bañarme- y levantate rapido; te toca ir al colegio

-¿te has vuelto loca? -ciñó la frente- ¡hoy es sábado y no tengo clases! -exclamó furioso

[...]

-Ups... lo había olvidado- sonreí apenada y huí hacia el baño donde me cepille los dientes y me di una ducha.

Al bajar al primer piso e ir al comedor, me encontré con el desayuno ya servido en la mesa, y a Esperanza que estaba terminando de traer los vasos donde íbamos a beber el chocolate caliente.

-¡ho! Ya estas lista- dijo sonriendome

-si, es que puse el despertador porque no quería que te tomaras la molestia de levantarme nuevamente- me senté a la mesa

-se sentó junto conmigo -Isabel, tu sabes que para mi no es molestia levantarte- agarro mis manos y me miró sonriendo a los ojos -Al contrario, me agrada; tu eres como la hija que nunca tuve.

Cuando me dijo esas palabras, pude sentir nuevamente el amor de madre que desde hace mucho tiempo había dejado de sentir. Tenía tanta alegría en mi corazón de estar nuevamente en un seno familiar que no me resistí y le regale un enorme abrazo.

-Gracias- una lágrima corrió por mi mejilla mientras la seguía abrazando

-no hay de que -sonrio- y por eso te tengo un regalo

-volví a mi lugar y pregunte -¿un regalo?

-si, un regalo -introdujo su mano en el bolso- ¿recuerdas la vez que te pedí varios papeles personales tuyos y tu me dijiste que no los tenias?

-si, lo recuerdo -respondí confundida

-bueno, pues resulta que me tomé el atrevimiento de buscarlos por la internet y se los mostré al director de la universidad de los Andes, que por cierto es muy buen amigo mio.

ROMPIENDO EL PACTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora