𝓟𝓻𝓲𝓶𝓮𝓻 𝓟𝓻𝓲𝓷𝓬𝓲́𝓹𝓮.
No entendí cuándo se nos fue la cordura, puede que cuando Xanth empezó a dibujarla, puede que cuando padre no quiso ver la maldición que se cernía sobre mi hermano "Tiene corazón de poeta, es normal que se martirice", al menos eso decía para cegarse cada vez más, puede que cuando madre quemó uno de los retratos harta de ver cómo aquellos endemoniados dibujos consumían a su querido hijo, pero lo único que consiguió fue el silencio de este opacado por las lágrimas como si en vez de quemar un simple dibujo le hubieran quemado el corazón.
Yo aún no había perdido la esperanza, había ido cada día a los aposentos de mi hermano a pedirle que parara aquella locura. Pero bien no había recibido palabra o recibía la respuesta:
—No lo entenderías—, pues no, no entendía cómo alguien podía obsesionarse con alguien a la que nunca había visto, ni olido su fragancia, ni escuchado su melodiosa voz. No, no lo entendía por que no era una cosa digna de entender, era una locura.
Pero eso a él no le importaba seguía encerrado dibujando a aquella muchacha, que para él era un divinidad pero para mi se trataba de un demonio malvado y perverso que se llevaba toda la esencia de mi hermano.
Camine hacia el comedor donde me esperaba las preguntas esperanzadas de mi madre sobre si mi hermano había cambiado de idea, respecto a destruirse la vida.
—¡Anda!, mirad quien nos honra con su presencia esta agradable mañana—dijo una inconfundible voz al fondo de la sala.
—Cállate, Heikko no estoy para tus bromas—replique entre dientes.
—Nunca lo estas, pero eso no me ha impedido hacerlas—contestó con una sonrisa burlona
—Dime querido hermano,¿ has conseguido que el oso salga de su cueva?—la verdad es que Heikko era el que más se tomaba aquella situación con humor, supongo que su ceguera había sido heredada de nuestro padre, aunque no sabía de dónde había sacado la estupidez.
Era el segundo de lo hermanos por detrás mío y por delante de Xanth, no tenía mucha musculatura ya que se la pasaba bebiendo o debajo de las faldas de alguna cortesana, tenía el pelo largo hasta casi por la mitad de la espalda, siempre llevaba desabotonada la camisa y sus ojos castaños delataban a un sinvergüenza que lo único que quería era divertirse y pasar una noche en compañía. Tampoco es que fuera muy discreto, todo el reino sabía de sus aventuras y no lo ocultaba, se podría decir incluso que lo llevaba con orgullo.
Me lo quedé mirando con rabia, no soportaba que tratara todos los problemas como si fueran una broma, si algo le le pasara a padre y a mi la corona corría hacia él y no lo veía suficientemente preparado para tener esa responsabilidad.
—Bueno ya que parece que el silencio incomodo viene de familia, te expongo que pronto tendremos a jóvenes muchachas por aquí.—
—Otra vez va a traer prostitutas a palacio—dije dirigiéndome a mi padre ,no sería la primera vez que algo así sucedía y mas tratándose de mi hermano.
—No, vendrán invitados de otro reino-aclaró mi padre—específicamente el rey y sus hermanas, queremos hacer tratos con ellos
—¿Qué clase de tratos?—pregunté .
—Eso por ahora no es de tu incumbencia, lo único que os voy a pedir a tu hermano y a ti es que los recojáis del puerto y los traigáis sanos y salvos hasta aquí.—se volvió hacia Heikko.—Quiero que los tratemos con respeto, serán de un reino pequeño pero también son de la realeza.—
Heikko se rio, parecía que la situación le hacía gracia, aunque, claro está, todo le hacía gracia.
—Seré muy considerado—dijo inocentemente, aunque yo fui el único que oyó.—Sobre todo con las hermanas.—
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Fui a las cuadras ensillar a mi precioso caballo negro, hoy era el dia en el que íbamos a escoltar a aquella familia real tan rara desde el puerto hasta palacio.
Mire a mi hermano Heikko desde la noticia no había parado de comprar vestidos, perfumes y joyas para las hermanas de rey. La gente decía que era un joven muy considerado pero yo sabía sus motivos ocultos.
Yo mismo le di la noticia de la visita a Xanth pero como siempre no se dignó a contestarme , ni siquiera a apartar la vista del nuevo dibujo que hacía.
Nos dirigimos directamente hacia el puerto, nosotros íbamos cabalgando hacia delante mientras que el carruaje iba atrás. Esperamos apenas unos minutos cuando el rey bajó del barco junto con tres muchachas: una era pelirroja y tenía una postura seria y regía , la que la seguía era pelinegra, tenía la cabeza gacha aunque parecía que asomaba una sonrisa tímida de entre sus labios, por último había una chica morena que aspiraba un aire de coquetería y sensualidad a cada paso que daba.
—Buenas caballeros supongo que sois los príncipes de este impresionante reino.—dijo el rey con una sonrisa de oreja oreja.
—A si es majestad, es todo un honor que estéis aquí, y si me permite decir creo que lo más impresionante de estas tierras son las damas que acaban de pisarlas—dijo Heikko haciendo una reverencia. La pelinegra y la morena se sonrojaron, sin embargo la pelirroja mantenía la misma cara y postura que había puesto a llegar cosa que me resultó inquietante, pues no había visto dama alguna que no reaccionará a las palabras de mi hermano.
—Que halagador querido príncipe—dijo la morena.—Nos presentamos, yo soy Ezlyn.—
—Yo soy Liliana, un placer—prosiguió la pelinegra en un tono que parecía un suspiro
—Jaisey—dijo cortante la pelirroja—y el es mi hermano y amado rey, Ramsay legítimo rey de Nehemia compuesta por las grandes tres islas creadas por la diosa que lleva su nombre.
¿Grandes islas?, pero si tuve que utilizar una lupa para poder verlas en el mapa.
No hice mucho caso a aquel comentario, eran mis invitados y no era yo para contradecirles.
—Si nos permitís majestad escoltamos a usted y a sus tres hermanas a palacio.—dije haciendo asentamiento de cabeza a modo de reverencia .El rey vio algo divertido en lo que decía. ¿De qué se ríe este ahora?.
—Cuatro—respondió.
—¿Disculpe?—dije incrédulo
—Oh, perdone quería decir que son cuatro hermanas, vera Khyona se a quedado hecha un pasmarote al ver tanta gente. Tenia un cara tan alegre que no he querido sacarla de ese trance; pero ahora mismo la llamo.—
Entonces la vi abordo del barco, estaba cubierta por una capa roja de terciopelo cuya capucha le debía de ocultar toda la cara, su hermano estaba en lo cierto, estaba contemplando a los marineros y no se perdía de ningún movimiento.
—¡Khyo, vamos date la vuelta y saluda a nuestros anfitriones!—exclamó su hermano.
Ella se giro y en cuanto se descolgó su capa, creía que estaba en un retorcida pesadilla.
La chica que había odiado durante años, la cual había visto cientos de retratos suyos, ahora estaba frente a mi.
Gire un poco la cabeza hacia mi hermano y vi que su expresión era totalmente de horror, pude percibir que le temblaban las manos. Volví a girar la cabeza mirándola a ella y todos los recuerdos de sufrimiento, dolor y rencor se agolparon sobre mi.
Tenía una cosa clara Xanth no podía verla.
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La cordura del príncipe loco
FantasySus sueños le llevaron a la locura y aquella que los provocaba era su única cordura.