Capítulo 9

69 5 0
                                    

Hoy vi a mi padre.

Hace mucho tiempo leí que cuando las personas se deshidratan comienzan a alucinar, pero estoy segura de que esta no fue una alucinación. Era real. Tan real como la sangre que bombea mi inútil y golpeado corazón. 

Estaba mirando por la ventana, esperando, no sé muy bien que, cuando lo vi. Se asomó por la esquina de la calle, bamboleándose, como perdido. Bajé corriendo las escaleras y salí a la calle, gritando. Ahora que lo pienso, no fue muy astuto de mi parte.

Papá me miró, pero sus ojos estaban perdidos, desenfocados. Le hablé, pero solo me dijo una palabra: Huye. 

Luego se abalanzó sobre mi, y fue cuando descubrí mi error. Había caminado hacia un infectado, sola, indefensa y desarmada. Pero estoy segura de que, al menos por un momento, fue mi padre. 

Ahora el está golpeando mi puerta, hambriento de mi carne. No tengo las fuerzas para terminar con su miseria

Pero si tengo fuerzas para terminar con la mia.  

- ¡Detente! 

Alguien sujetaba mis manos y mis piernas, causando que mi pánico solo aumentara. Peleo, lucho y rasguño. La mordaza en mi cuello está apretando aún mas, cegándome, dejándome sin nada salvo el asfixiante instinto de sobrevivir. Escucho un grito a lo lejos, pero tardo un rato en darme cuenta de que la voz pertenece a mi. 

- Luce, detente, soy yo. – Una voz familiar, ronca, habla en mi oído. – Soy Benjamin, cálmate. Estás bien. 

Lentamente, mis alaridos van siendo escuchados por mis propios oídos, y recobro el control de mis cuerdas vocales. Mis espasmos van calmándose, y comienzo a recobrar conciencia de mi misma. Estoy tirada en la tierra, y Ben está sobre mi, sus manos agarrando con fuerza mis muñecas, y sus piernas sosteniendo las mías, imposibilitando mis movimientos. Un nuevo sentimiento de pánico comienza a afluir desde el centro de mi pecho. 

- Quítate, Ben. – Al ver que no responde, pierdo la compostura. - ¡No huiré pero, maldita sea, quítate de encima! –Chillo. 

Benjamin se retira casi al instante. Retraigo mis piernas y las pego a mi pecho, protegiéndome. Tardo un momento en darme cuenta de que estoy llorando, y me odio por ser tan débil. 

- ¿Qué sucedió? – Pregunto mientras me limpio el rostro disimuladamente. Los ojos de Ben no se apartan de mi rostro.

- Gerard fue a buscar agua y me dejó un rato solo, cuando saliste de la casa corriendo. Sé reconocer un ataque de pánico cuando lo veo, así que te perseguí, pero comenzaste a golpearme, y tuve que sostenerte como pude. Luego despertaste, y aquí estamos. – Su voz es monótona. Es la voz de un médico. La odio al instante. 

Nos mantenemos un momento en silencio, hasta que Benjamin hace la pregunta que he estado esperando. 

- ¿Qué fue lo que te hizo salir corriendo? – Pregunta.

Suspiro temblorosamente.

- Darme cuenta de que el mundo ya no es ni volverá a ser lo que fue. Descubrí que estamos peleando por nuestras vidas, y que probablemente no tengamos éxito. Extraño mi cama, mi casa, mi hermano, mis amigos. Extraño mi vida. – Más lágrimas caen silenciosas por mi rostro mientras mi vómito verbal sigue. – No quiero esto. Nunca pedí por esto. No quiero levantarme todas las mañanas preguntándome quién morirá hoy, si alguien morirá, o a quién deberé asesinar. No quiero asesinar a nadie. No quiero pelear por mi comida o por un lugar donde dormir. Estoy harta de esto. Quiero morir, porque esto no es vivir. En absoluto. 

La guía de Luce para un apocalipsis zombieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora