Dias de Lluvia. Tomo II

No soy feminista.

Ser feminista hoy es casi como salir del closet, una vez que lo dices las personas te ven bajo un cristal distinto. Muchos lo toman como una declaración de guerra, a partir de entonces estarán a la expectativa para señalarte cada contradicción, para decirte todas las formas en que no eres feminista.
Al final terminare por darles la razón, he visualizado el mundo en que quiero vivir, aun no vivo ahi; he soñado sobre la persona que quiero ser, no lo soy todavía. Por el resto de mi vida seguiré deconstruyendo los aprendizajes del patriarcado, chocando con su normalidad y repensando el modo en que llevo a cabo mi día a día, esperando que en algún punto del camino me convierta en feminista. - Jo Waters.
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El lunes use mis pantalones de liderazgo.
Se me ensuciaron con el cafe que el jefe me obliga a llevarle.

El martes salí a la calle con la gorra de opresor.
Mire mal a una mujer por su profundo escote,
me reí de sus gorditos y de como los bultos se marcaban en su blusa.
La censure por su exceso de maquillaje y a otra por la falta de este.
Rodé los ojos ante lo alto de sus tacones y negué por lo corta de su falda.
La llame descuidada por no cubrir sus canas, no suavizar sus arrugas.

El miércoles use mis aretes de sororidad.
A medio día perdí uno cuando me reí de un "piropo" hecho a una compañera.

El jueves me vestí con la toga de juez.
Señale, por su modo de hablar y reírse, a la mujer que tenía clase y a la que le faltaba.
Separe de acuerdo a sus interacciones en las redes, a la mujer era fácil de la que "se daba a respetar".
Escuche las historias de "anotación", hice caso de rumores y no corregí los sobrenombres.
Observe las curvas y continué la línea para agruparlas entre zorras y vírgenes.

El viernes use mis botas de fuerza.
Las pise cuando me aleje avergonzada del macho que en el metro se me embarro.

El sábado use mis guantes de dictador.
La juzgue por trabajar demasiadas horas, por descuidar a su familia.
La medí por la educación de sus hijos y sus fallas, ignore que también tienen padre.
La cuestione por sus decisiones, por su falta de anillo, por no llevar un biberón, por no querer cargarlos nunca.
Me moleste por su ignorancia, por no saber cocinar, lavar y planchar.

El domingo use mi vestido de libertad.
En la noche se rompió en un calle sin lumbreras.

Educada en el patriarcado, crecí para obedecerlo, replicarlo y defenderlo.
Pero desde niña choque con sus postulados, al crecer cada nuevo mandamiento se sentía mas restrictivo que el anterior.
La razón, la lógica y la historia me dijeron que podía desafiarlos, que no tenia por que obedecerlos.

Soy machista de nacimiento, trato de no serlo por decisión.
Todos los días lucho sacudirme los conceptos de normalidad que este me inculco.
De retomar o exigir los derechos  que la sociedad escudándose en la moralidad me niega.
Ser mujer en una sociedad culturalmente machista es difícil, ser feminista es casi imposible.

Soy tan machista como cualquiera, pero no me lo permito.
Se llama deconstrucción, es un trabajo constante y toma tanto tiempo como la construcción, tal vez más.
Es difícil de aceptarlo, sobre todo frente a quienes tratan descalificar mi ideología, ante los que tratan de limitar mis derechos a poseer y decidir sobre mi cuerpo.
Pero tienen razón, no soy feminista.

No soy feminista.
No todavía.