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•UNO•


9 meses antes.

En el Instituto Internacional Nuevo Centro existe una importante y frágil jerarquía social, basada en la muy famosa Pirámide Social. La cual se ha usado desde épocas antiquísimas y la cual siempre favorecía a los que se hallaban en la cima y no a los de la base. Actualmente, los que tienen el privilegio de asistir y entrar a sus aulas, la conocen como La pirámide de la rivalidad, y en cierta manera, lo es.

Un día puedes estar en la cima, y el otro en la base; es así de frágil con los que no han nacido para merecer la cima. Los grupos populares se encuentran arriba de ésta, los hijos de los empresarios más reconocidos del país o los jóvenes líderes con dinero rebosando de sus bolsillos, mientras que los que tienen una clase por debajo (nuevos ricos, como los habían bautizado los estamentos superiores de la jerarquía), son casi invisibles y, según la mayoría de los que asistían al Internacional, su sitio siempre estaría en la base.

"Si fuera sincera, diría que todo era mejor cuando no había rivalidad, cuando todos éramos amigos, cuando todos éramos inocentes y no culpables. Pero como no lo soy, diré que todo salió como lo habíamos planeado y que nada se nos fue de las manos".




DANIELLE.

¿Es cierto que todos somos felices?

El sol había caído. Y disfrutaba de las vistas en aquel coche. Era la simpleza de la naturaleza. Solas, ella y yo. Bueno, no exactamente solas, debido a que, (desgraciadamente) mi novio se encontraba a escasos centímetros de mi cuerpo, pero se sentía como si lo fuera. Grandes edificios se introdujeron en mi campo visual, y las luces que los decoraban eran brillantes, aunque tristes.

-Jack, deberíamos volver, se está haciendo tarde—dije, interrumpiendo el silencio entre nosotros, tratando de llamar a mi novio que se encontraba a unos metros de mí.

-Joder, vale. Vámonos—respondió cansado de que no parara de decírselo. Puede que me hubiese gustado quedarme allí por más tiempo, pero sin su compañía, la cual hasta ese momento no entendía.

Jack O'Neill. El chico con el apellido más vulgar de todo el Internacional, mis amigos siempre decían que era un nuevo rico, por las tantas cosas en las que no se asemejaba a nuestra persona. Y es que, nadie del Internacional poseía tal apellido como marca de su ser, en general, nuestros apellidos eran irrepetibles, inalcanzables, con tanta clase que tan sólo debías pronunciarlo para que todo fluyese a tu gusto, con demasiado poder. Mientras que el suyo, era reemplazable y lo tenía gente que, ni era rica, ni poderosa.

Jack podía presumir de ser mi novio desde hacía poco más de un año. Al principio, me gustaba su forma de ser, y había dejado de juzgarlo por su apellido o por las propiedades que pudiese poseer; aunque ahora, ya me aburría su bucle de rutina. Jack era una bonita figura por fuera, y tenía un solo rostro que mostrar a la gente, cuando la gran mayoría tenía más de uno. Pero esa era su portada, y luego uno se da cuenta de que lo que importa es el contenido.

Él tenía ojos jade que brillaban cada vez que hablaba de algo o alguien que le encantaba, tanto lo había admirado que había logrado reconocer que yo no era una de esas personas. Su pelo castaño era suave y al sol se podían ver las pequeñas partes del pelo que se le teñían de rubio. Sus besos ya no se sentían igual y no tenía claro si era yo la única que lo sentía así o si él también comprendía que ya no había chispas entre nosotros, la relación ya estaba más que muerta.

Y lo que ya está muerto, no se puede revivir.

¿O si?

Me llevó de vuelta a mi casa, después de haber ido al miradero más alto de la ciudad, al cual no tenía ni idea de porqué me había llevado. Se despidió de mí para luego irse en dirección contraria a la que habíamos venido. Su casa quedaba bastante lejos de la mía, "a todos los nuevos ricos les pasa lo mismo, nuestras casas cuestan lo mismo que sus baños", razonarían mis tan narcisistas amigos.

La Sociedad de la ÉliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora