•2•DYLAN.
¿Alguien puede decirme quién era antes?
Bonitos y tenues rayos de luz. Que dejaban en claro que la noche había llegado a su fin. No había dormido nada. Por eso había visto el amanecer. Los rayos entraron por mi ventana, abriéndose paso entre las blancas cortinas. Aún me parecía raro que siguiera habiendo sol, aunque no me quejaba. Miré de nuevo hacia la ventana, esperando verla pasar por la calle principal, aunque ya no lo hacía. Yo no tenía otra opción, vivía en esa calle. Estaba jodido porque cada vez que pasaba por ahí recordaba todo. Hacía tiempo que no la había visto pasar por allí. Lo entendía.
Por fuera podía parecer que no me importaba nada en absoluto (y en parte, tal vez fuese verdad), pero internamente yo sabía que apreciaba más cosas de las que admitía. Una de ellas era la sensación de la naturaleza, como los rayos de sol. Había belleza en tanta simpleza. Y de pequeño había sido alguien muy apegado a lo sencillo, a lo que se podía leer fácilmente y no tenía que ser descifrado por una constante investigación de sentimientos. Más tarde, fui yo el que se volvió complejo, ahora lo sencillo ya no era tan bello, porque que fuese más complicado lo hacía más insoportable también.
No aparentaba ser muy tarde, lo que me alivió porque me había quedado embobado mirando por la ventana. Rara vez miraba a otro sitio que no fuese la ventana. A su vidrio transparente que me separaba del aire del exterior.
Me vestí con unos pantalones de color pierre, una camiseta blanca y una cazadora marrón, de Fendi. Las zapatillas deportivas de caña baja quedaron bien con el conjunto. Mi mochila, en cambio, era tan sólo negra, con unos llaveros plateados colgando de ella.
Bajé a desayunar algo rápidamente aunque no tuviese mucha hambre. A veces, me saltaba algunas comidas por la falta de apetito, James me había regañado cuando se había enterado. Encontré a mis padres en la cocina, y me pareció extraño ya que a esa hora solían estar ya en el trabajo, metidos bajo papeles importantes que firmar o en reuniones sobre ampliaciones de proyectos. Mi padre veía algo en su ordenador con una taza de café que desprendía humo a su lado, y mi madre estaba preparando los desayunos de mis hermanos.
Aidan y Nadia bajaron con entusiasmo las escaleras y se sentaron enfrente de mi padre en la mesa. Lo saludaron alegremente y él les devolvió el saludo con una sonrisa. Aquella mañana estaban más revoltosos de lo normal, y me ponía un poco de los nervios.
"Que originales fuisteis al escoger sus nombres, papá y mamá", pensé. Cualquiera que usara la lógica, se daría cuenta que Aidan escrito al revés era Nadia, por lo cual, evidentemente, con el nombre de Nadia pasaba lo mismo. Tenía la gran sospecha de que la mayoría de los padres tenían libros llenos de nombres para reírse de vez en cuando de sus hijos. Eran mellizos y que se pareciesen tanto solía ser un problema bastante grande para mí. Tenían doce años y probablemente se hubiesen metido en más problemas que yo. Y eso era bastante raro porque yo me había metido en varios, y otros muchos me habían seguido para que lidiase con ellos. O los problemas me perseguían, o yo perseguía a los problemas.
-Buenos días, hermano—dijeron los dos al unísono. Se dedicaron miradas cómplices entre ellos. Querían algo, por eso las miradas y el tono de sus voces.
-¿Qué queréis?—realmente era bastante fácil adivinar sus intenciones. Normalmente, nos ignorábamos entre nosotros y de tener que hablarnos, lo hacíamos de mala manera.
-Pues yo estaba pensando que...—decía Nadia mientras yo escuchaba atentamente. Habló hasta que Aidan la interrumpió para continuar él con la frase.
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La Sociedad de la Élite
Teen FictionLa Sociedad de la Élite: una sociedad de chicos rebeldes. [ACTUALIZANDO] Un amigo de Danielle y Dylan aparece muerto en una fiesta. Pero Danielle y Dylan se odian, o al menos fingen hacerlo. Y alguien ha tenido que matar a Connor.