1. "El DeSastre"

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Sobre la mesa de roble, rodeado de óleo y telas gruesas, Mark dormía plácidamente luego de una descabellada noche de descontrol en el ático bebiendo para perder la razón y explayar arte guiado por la inconsciencia bajo los efectos del alcohol. Eran cerca de las cuatro de la tarde.

-¡Mark!- incluso si Yugyeom había gritado, Mark ni se inmutó. Llevaba oyendo a su hermano desde que chilló al nacer hasta ahora, por lo que fácilmente aprendió a ignorarlo.-Oh, por Dios. Aquí apesta.- samarreó a su hermano mayor.

-Ya vete.- bufó el mayor aún con la cabeza sobre la mesa.

-Hoy tienes que ir a la reunión esa. Tú mismo me dijiste que te despierte ayer.- dijo Yugyeom ahora caminando hacia la salida.

Mark soltó un gruñido por lo bajo, cuando levantó la cabeza vociferó todas las maldiciones posibles debido al terrible dolor. Su cuerpo estabas rígido y sus huesos tornaron naturalmente durante sus movimientos. Lo cierto es que no le apetecía ir a la dichosa reunión pero se lo había prometido a un amigo luego de la insistencia de éste. Vio a un lado suyo la pintura que había realizado durante intervalos de inspiración durante su noche y sonrió casi satisfecho. ¿Qué sentimiento es necesario para que mis obras terminen completas? Siempre sentía que le faltaba algo y estaba algo rehusado a la nueva idea que se estaba implementado entre los artistas de pintar y esculpir personas. Para Mark todos los seres humanos son iguales, todos son bellos y no le vale pintar uno porque le parece artístico o adecuado. Si había una mujer de piel oscura, seguía siendo eso, sólo una mujer como aquella que tenía la piel blanca como la nieve. Si se encontraba con ojos de diferentes colores, no dejaban de ser sólo eso...ojos. Si había un hombre gordo y uno delgado solo difería su forma pero seguían siendo humanos con la misma anatomía interna. A Mark le gustaba pintar aquello que cambiaba de un día al otro, las puestas de sol, las fases de la luna, el viento moviendo los objetos de un paisaje un día hacia al sur y otro día al norte. Le gustaba pintar el cielo celeste un día soleado y le gustaba el grisáceo en un día hostil. Si esculpía le gustaba hacer cosas sin una forma usual. Eso lo había hecho singular entre otros y por eso le gustaba su trabajo hasta ahora.

-Yugy, cariño. ¿Has ido en la mañana a ver a Lisbeth?- preguntó.

-Sé que mamá piensa que es la indicada para mí pero yo...aún no siento nada por ella. En estos tres años que nos han presentado, yo no he sentido amor entre nosotros.- declaró el menor.

-¿Qué es el amor de todas formas?- cuestionó Mark cerrando su bata puesto que sólo llevaba esta sobre su torso desnudo.

-Me gustaría saberlo a mi también. Youngjae me ha dicho que realmente se siente como una opresión en tu pecho, que el corazón duele y que se siente como tener insectos en el estómago.- realmente quería darle sentido a las palabras de su amigo pero cada vez que escuchaba esos comentarios no podía dejar de pensar en el amor como algo horrible. Sin embargo, la curiosidad le picaba todo su ser y Youngjae se rehusaba a decirle con por quien estaba experimentando tales emociones.

-¿Al pequeño Jae le gusta alguien?- preguntó Mark.

-Tenemos 18, debes dejar de tratarnos como si fuésemos "pequeños".- se quejó Yugyeom.-Y si, le gusta alguien pero no quiere decirme quien.- le contó mientras servía té a su hermano.

-Todavía son jóvenes para mí. Así que seguirán siendo pequeños para mi. ¿Qué vas a hacer con Lisbeth? A mamá no le va gustar esto.- dijo Mark.

-Lo sé, no me presiones.- el menor dijo.

-Deja que yo me ocupe. Es hora de sacarle la ideas anticuadas a esa mujer, si tú quieres sentir amor pues le voy a hacer entender que tal cosa fluye...como el arte. ¿No?- Yugyeom sabía que siempre podía contar con Mark. No entendía porque mucha gente no toleraba a su hermano. El solo era un tipo que no callaba y decía las cosas sin importarle lo que pensaran. Hace un tiempo cuando Mark era más joven su madre también estuvo seleccionando entre señoritas de buenas familia para presentárselas y que Mark cortejara la que le pareciera más indicada. Mark había estado indicada. ¿Cómo era eso de presentar mujeres como si fueran cosas de catálogo de pinturas? Rechazó amablemente a las interesadas pero con su madre se armó un gran lío. Hasta el día de hoy su madre estaba insistente porque ya era bastante mayor y en esos momentos los matrimonios se daban a partir de los 16 años como mínimo pero Mark con sus veintiséis no estaba en busca de absolutamente nada con nadie. Frecuentaba burdeles para satisfacer sus necesidades de tener sexo pero nada más.

Sempiterno [Markjin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora