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Y desde entonces podríamos decir que JaeMin adquirió la personalidad de un lindo gatito necesitado de mimos, tal y como aquel peluche que le regaló el chino a sus diez años.

— Hyung, hyung, hyung. -RenJun rió antes de despegar la vista de su celular y dirigirla a los ojos cafés de Na.

— ¿Sí?

— ¿Juegas con mi cabello?

El mayor asintió y Na procedió a tumbarse a su lado, estando en la cama del castaño.

— No seas tonto, ven. -el chino tomó su brazo y lo acercó más a sí, dejando que la cabeza del pelinegro reposara en su brazo y sus manos en su pecho. Sonrió cuando JaeMin alzó un poco el rostro para mirarlo.

Acercó una de sus manos a el cabello de JaeMin, adentrando sus dedos de manera leve en las suaves hebras, antes de tomar un mechón y girarlo en su dedo índice. Aguantó una risita cuando el menor pareció soltar una especie de ronroneo.

Estuvieron así por lo que parecieron minutos, hasta que RenJun se separó levemente para ver el rostro del menor, sorprendiéndose al notar que estaba dormido. Estiró su mano para tomar su celular.

Agradeció al cielo que el sonido de la cámara cada que tomaba una foto estuviera desactivado, pues de lo contrario, JaeMin habría despertado y lo descubriría tomándole fotos mientras duerme.

Observó un poco más su rostro, antes de dejar un dulce beso en su mejilla y susurrar en su oído:

E de Eres muy tierno, Nana.

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C ➳ RenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora