Golondrinas

321 27 17
                                    

Las golondrinas son aves pequeñas y hermosas. De plumaje azul, blanco y a veces la cabeza roja; también su canto hermoso y la elegancia de su vuelo.
Son conocidas como viajeras incansables ya que migran al sur en busca de tierras cálidas y prósperas para reproducirse. En promedio, esa pequeña ave vuela 71000 km al año. 

No se mantienen mucho en un mismo lugar, su corazón las lleva siempre por otros cielos, pero siempre regresan al lugar de crianza y mantienen una pareja para toda la vida. Por cuatro primaveras la golondrina se encuentra con su pareja y anidan donde la tierra les dé la bienvenida.
Extienden sus alas y retoman el vuelo, y cuando lo hacen, no hay nada más distinguido que la forma en que se mueve por los cielos y luego baja al ras del suelo, casi como un milagro. Un milagro efímero, pequeño y brillante en la lejanía.

Cuatro años antes...

―Raúl, yo...yo... déjame explicarte...no es lo que piensas―dice Marisa pero yo ya había pensado demasiado.

Jordi intenta decir algo pero lo hago a un lado. No me interesa lo que tengan que decir, no quiero sus explicaciones y sus mentiras. Camino hasta la habitación y tomo un poco de ropa en una mochila, un libro que me regaló papá y otras cosas. Marisa me sigue por todo el piso, pidiendo que al menos la deje explicarse pero a mí me importa una mierda.
Meto a Don Gato a su jaula y ya está, todo lo que me pertenece realmente lo tengo en las manos.

―Hazte a un lado, Marisa, que te lo estoy poniendo fácil...yo me voy y así tú te quedas con él, todos felices―le pido cuando se aferra a la puerta para que no pueda salir.

―No, amor, Raúl escúchame, por favor... Él y yo, Jordi y yo no tenemos nada...yo...es que no puedo.

Jordi se acerca―Marisa dile ya, no lo pienses sólo dile―pero Marisa sólo empieza a llorar y a mí se me acaba la paciencia.
La hago a un lado como puedo y por fin abro la puerta.

―Estoy embarazada―dice por fin.

Me giro y la veo a los ojos, no miente, al menos no esta vez.

―Pues felicidades a los dos, no sé que quieras que te diga...mío no es, hace un mes que no te toco―suelto con todo el rencor del mundo y mi boca sabe amarga.

―No puedes alterarte recuerda...―Jordi toma a Marisa de los hombros y la sienta en el sofá.―Raúl, que lo estás entendiendo todo mal...está de dos meses y algo, pero no ha querido decirte y a mí, me ha arrastrado en todo esto...entre ella y yo no hay nada.

[...]

―A ver, déjame ver si entendí... tu padre ahora te da clases y el día que te fuiste a emborrachar le mandaste un mail...se citaron en un hotel y le pediste a Jordi que te acompañara―ella asiente mientras yo sigo pensando en toda la información que me ha dado―luego, en la cita esa te desmayaste y los dos te llevaron al médico y ahí te han dicho que estabas...ya sabes...

Eran las tres de la mañana mientras hablábamos en el comedor. Jordi se había ido hace ya un par de horas, Risa había dejado de llorar y me contó todo, excepto por una cosa.

―¿Por qué no me dijiste? Cuando te enteraste de todo, ¿Por qué buscaste a Jordi y no a mí?―pregunto y ella baja la mirada.

―Porque estaba asustada...esto me supera y le pedí a Jordi que mantuviera el secreto hasta que yo te lo dijera...pero si no te enterabas pues ya sabes, no te iba a doler perder algo que no sabías que existía.

Me duele la cabeza y ya no quiero seguir con esto. Ya me ha dicho lo suficiente y sé que ni todas las horas del mundo servirán para intentar entender lo que ha pasado en este mes. Así que me levanto y le ofrezco la mano para irnos a la cama donde la abrazo hasta que se queda dormida. Yo intento dormir también pero sólo puedo pensar en que seré padre.

Jugando A Ser Eternos (AuronPlay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora