8. Cenizas (Parte I)

52 19 4
                                    

*NARRA GEORGE*

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

*NARRA GEORGE*

Londres, Inglaterra.
Seis años atrás...

El trayecto a la antigüa casa de los abuelos de Madie parecía eterno, Simon tomó el volante porque yo no me sentí lo suficientemente capaz para manejar debido a mis nervios.

Jamie y Layla sostuvieron una conversación para tratar de aminorar la tensión, pero su esfuerzo fue en vano. Al paso de unos minutos, ambas se quedaron en silencio.

Estaba a minutos de anochecer y aún nos faltaba para llegar al lugar. Simon giró a la izquierda y tomó un camino desconocido.

—¿A dónde vas, Simon? —Preguntó Jamie.

—Tomaremos este atajo, si seguimos por carretera nos tomará horas. —Respondió Simon, encendió la calefacción y llevo su vista al frente.

Mi celular se quedó sin cobertura en repetidas ocasiones, el localizador falló en dar con la ubicación de mi padre.

—¡Maldita sea!¡Maldita sea! —Repliqué.

—¿Que sucede, George? —Preguntó Layla.

—No me permite obtener la ubicación de mi padre. 

Todos soltaron un quejido, divisé de reojo a Simon, quién frunció el ceño, negó un par un par de veces con la cabeza y observó de reojo el retrovisor. Notó que lo estaba observando y su semblante cambió. 

—Hey, Arthur ¿Te encuentras bien? —Le preguntó Simon a mi amigo.

—Si Russell, todo bien ¿Por qué la pregunta? —Inquirió.

—Eché un vistazo a todos atrás y vi tu cara pálida ¿Tienes náuseas? 

Me incorporé en el asiento para observarlo y su rostro lucía realmente pálido.

—No, no. Estoy bien. Lo juro.

Simon llevo su vista al volante. Pero antes pude observarlo hacer una mueca con sus labios.

Seguimos el trayecto y los demás nos dedicamos a descansar un poco antes de llegar a nuestro destino.

No supe cuanto tiempo pasó desde que me quedé dormido, pero mi teléfono timbró un par de veces y vi en la pantalla la imagen de mi padre.

—Chicos, escuchen. Es él.

Todos se quedaron perplejos, no imaginaron que recibiríamos una llamada de John Blaise hasta no estar fuera de la antigua casa.

Inhalé profundamente y aminoré un poco mis nervios, traté de sonar lo más tranquilo posible y respondí la llamada.

—¡Vaya! Creo que se te está haciendo un poco tarde para venir por Madie ¿No es así, hijo?

—Escucha, por favor no le hagas más daño. Voy en camino y te prometo que vamos a hablar. Pero deja a Madie. 

—¡Vamos, George! No le estoy haciendo nada. La estoy tratando de maravilla. —Su horrible intento de sarcasmo hizo que mi cólera estallara. —Verdad, preciosa.

SIN ELECCIÓN© ▶️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora