La Maldición de Brahms

Capitulo uno

" Un intruso "

- Enano.. ¡Ya estoy en casa!-. Saludé a mi hermano una vez cerre la puerta, pero no recibí respuesta de su parte.

Dejé las llaves en la mesilla de la entrada y fui hasta la cocina para dejar las bolsas de la compra cuando vi las puntillas de unos pies en la esquina de la pared.

Mi hermano pretendia darme un susto, eso a él le encantaba.

Sonreí victoriosa porque lo habia pillado o eso creia yo. Me di cuenta de que solo se trataban de sus zapatos.

-¡Waah!- gritó detrás de mi y yo chille del susto. El empezó a reir burlesco.

-Te crees muy gracioso, ¿Eh? - me preparaba para regañarlo hasta que mi móvil sonó.

- Salvado por papá- le dije y contesté la video llamada saludando a nuestro padre.

-¿Haz sido todo un hombre cuidando de tu hermana?- le decía el mayor.

-Casi me mata de un susto-.

-Le hice el truco de los zapatos- contestó él.

-¿Cuándo vais a volver?-.

-Tu madre volvera mañana y yo tengo que atender a unos clientes justo ahora y no me queda mucho tiempo. Solo quería saludar a mis dos personas favoritas-.

-¿Sabes que es la tercera vez en esta semana que llegas tarde?-

-Lo sé, lo sé. Pero os prometo que les compensaré cuando vuelva-.

-Quizás un movil nuevo-

-O la nueva video consola- agregó mi hermano.

-¡Ya tienes videojuegos!.

-¡Y tú ya tienes un móvil!.

-Los dejare discutir solos, tengo que irme. Os quiero-.

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Despues de ponerme el pijama, fui a la habitación de mi hermano para asegurarme de que estuviera acostado.

Estaba en su cama abrazando al Señor Brown, su oso de peluche.

-Ya eres mayorcito para dormir con un peluche, ¿No crees?.

-Solo tienes envidia porque nunca tuviste uno.

-Claro que lo tuve ... lo llamé <<Jude>> - le respondí burlona y ambos reimos. Le di un beso en la frente y apagué la luz.

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Me desperte a media nocje destornudando, sentí que la habitación se quedaba fria, el radiador estaba apagado y el aire encendido. Era muy extraño porque el aire acondicionado de mi habitación funcionaba con mando. Cuando lo apagué, escuché los cajones de la cocina abrirse y pensé que era mi hermano, pero él estaba durmiendo en su habitación.

(Que por cierto, al contrario de la mia su habitación seguia caliente y si alguien había entrado en casa la alarma hubiera saltado).

Cogi el bate de béisbol que reposaba en una esquina de la pared, le cerré la puerta y asustada bajé al vestíbulo pero no habia nadie. Entré a la cocina y cuando encendí la luz alguien me sorprendió por la espalda quitandome el bate.

-Hola preciosa-.

Mis ojos se abrieron al ver que se trataba de aquel rubio cuarenton que me engañó por Facebook.

¿Cuarenta? Yo diría que tenia unos cincuenta o mas. Se veía mas viejo que mi padre.

-¿Qué demonios haces en mi casa?-.

-Te busqué en tu apartamento y no estabas. Pero te doy las gracias, por lo menos pude llevarme un obsequio.

Del bolsillo de su pantalón sacó una de mis bragas y se la llevó a la nariz para olerla.

-¡Eres un cerdo asque-..

Me dio con el extremo del bate en la cara y me rompió la nariz, me estaba mareando. Mi hermano lo estaba oyendo todo escondido debajo de la mesa del comedor, él se dio cuenta. Salió corriendo hacia Jude pero mi hermano fue mas rapido y activo la alarma.

Lo último que recuerdo era la voz de mi hermano quien gritaba mi nombre desesperado, el sonido de la alarma y la silueta de ese hombre alejarse corriendo.

Me quedé incosciente.