Capitulo cuatro

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" Brahms "

A la mañana siguiente fui despertada por una melodía que ha mi hermano se le ocurrió tocarla en el piano a las ocho de la mañana.

Y como yo tengo tanta suerte, mi habitación quedaba justo al lado de la suya.

Me puse el albornoz y camine hasta su cuarto. Ese muñeco estaba sentado a su lado.

-Se me olvidaba lo bien que tocas-.

Él solo me sonrió y siguió en lo suyo.

Bajé a la cocina y preparé unas tortitas, perom0 mi padre solo tomó café diciendo que almorzara en el trabajo y se despidió con un beso en la frente.

-¡Nos vemos luego Judster y ... - dijo mirando al muñeco.
-¿Ya tenemos nombre para nuestro amigo?-.

Jude asintió y escribió "Brahms" en su libreta.

Que él le tocara una nana ésta mañana y que el muñeco se llamara como el compositor <Johannes Brahms>, queria pensar que eso era una coincidencia

Hasta que ...

-¿Cómo se te ocurrió?- le pregunté.

-"Él me lo dijo"-.

Vale eso sonó algo raro. Terminamos de desayunar y le sugerí a mi hermano empezar por sus deberes de clase y él se empeño en que dieramos un paseo por el bosque y al final acepté.

Él volvió al lugar en donde encontró al muñeco y desenterramos un ataúd, dentro estaban sus ropas.

Y no era ropa como las de un muñeco cualquiera. Eran trajes de buena calidad, camisas, corbatas, y algún que otro jersey de lana.

¡Venga ya! Ni que fuera un niño de clase alta en la época victoriana.

¿Quien se molestaria en hacerle ropa de ese material a un simple muñeco?

-¡Aahh!- grité, los ladridos de un perro me asustaron.

-¿Oz? ¡Ven aquí chico!- lo llamó un hombre alto, barbudo, con ropa que no parecia que la lavara muy seguida, y con un rifle apareció detrás del perro.

-Esto es zona prohivida niños-.

- L-Lo siento no queríamos molestar. Somos los nuevos huéspedes y solo daba un paseo con mi hermano- los niervios me atacaban de nuevo al verlo con un arma.

-Me llamo, Joe.. Joseph,. Soy el guardian de esta zona. Tengo mucha gente husmeando por aqui-.

-Me llamo Alex y él es Jude- le dije. El tal Joe no dejaba de ver a mi hermano.. o quizás al muñeco.

Tampoco dejamos al perro atrás el cual no dejaba de gruñirnos.

-Podemos devolver el muñeco si.. - el me interrumpió.

-Que se lo quede. Ya nadie va a extrañar eso.

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Él se empeñó en acompañarnos hasta la casa. Me hablaba de algo como que la gente se creia que estaba loco por vivir aqui por su cuenta o algo así. La verdad es que no lo escuchaba porque eso no me interesaba por lo que solo asentia y sonreía.

-Gracias por acompañarnos, no tenía por qué hacerlo.

Yo lo que quiero es que te vayas de una vez, tu perro no me gusta y me das mala espina.

-No me importa, ahora somos vecinos y nos veremos muy amenudo. Cualquier cosa que necesites, estoy siempre por aquí-.

Le di las gracias, se veia muy amable pero ya no confiaba mucho en nadie. Por suerte mi madre apareció.

-Me llamo Liza, es un placer. Gracias por acompañarlos-.

Joe se despidió de nosotros, pero no antes de darle un último vistazo al muñeco.

-¿Acabas de llegar y ya atraes vagabundos?- me susurró mi madre.

-Que aún sigue ahí- le susurre.

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Mis padres hablaban en la cocina acerca del muñeco mientras recogían los platos de la cena. Mi madre compartía la misma opinión que yo sobre el muñeco, sim embargo, ella queria quitarselo y yo no.

Pero su opinión cambió cuando escucharon a mi hermano hablar con el muñeco, diciendo que a Brahms le había asustado perro y que no le gustó. Entonces decidieron que el muñeco se quedaba con tal de escuchar la voz de Jude.

Pero eso no cambiaba que mas cosas extrañas seguirian pasando.






















La Maldición de BrahmsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora