Capítulo nueve

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" Huele a miedo "


Mis manos, mi boca y mis pies estaban atados. Abrí los ojos y miré a todas partes para reconocer el lugar; Estaba tirada en el suelo, frente a la chimeneade una habitación que no era la mia. Sentía mis ojos lagrimear por el calor.

Me asusté creyendo que era obra de Brahms, pero abri los ojos del panico cuando vi a Gabriel entrando por la puerta.

Me volvió a encontrar.

No sé si en ese momento hubiera preferido que se tratara de una mala broma de Brahms en lugar de tener a ese tipo cerca de mi.

Otra vez.

Ese viejo asqueroso me miraba con una sonrisa perversa lo que me dio a entender lo que podría hacer conmigo.

-¿Creiste que con salir de la ciudad escaparias de mi?- dijo sentandose encima mio.

No tardé un segundo en comenzar a llorar. Tenia miedo, miedo de que mis padres no lograran encontrarme antes de que este hombre me hiciera algo.

-No sé como te diste cuenta de que hackeaba tu portátil, pero no se te pasó por la mente que también lo hacía con tu móvil-

Cos sus asquerosas manos acariciaba mi cara hasta bajar a mi cuello y llegar a los botones de mi camisa.

Pero fue interrumpido cuando vio al muñeco.

-¿Cuándo  llegó ese muñeco ahí?- preguntó él.

Las paredes empezaron a temblar hasta que ...

-¡ ¿Alex!?-.

No era la voz de Jude, era de otro niño. Sus pasos se escuchaban por las paredes.

-¿Dónde estás hermana?- seguía diciendo.

Algo me decía que esto no iba a acabar bien.

-¿Es tu hermano?- preguntó Gabriel levantándose de mi. Sacó su pistola y entró al hueco que había en la pared.

Yo movía mis manos desesperada con la intención de soltarme pero no podía. Gabriel voló por los aires atravesando la pared. Era Jude, y otra ves tenia esa mascara que encontro aqui, en la mano llevaba un hierro con el que le  reventó la cabeza.

¿De dónde sacó tanta fuerza?
Peor aún, ¿Desde cuándo tengo un hermano acesino?

Mientras lo golpeaba, podia escuchar unas risas y no era la de mi hermano. Era Brahms que se divertía haciendo eso.

Mi cuerpo se paralizó, sentia que la respiración se me cortaba. Me gustaba ver peliculas de asesinatos o de terror pero nunca me imaginé estando en una de ellas.

-Huele a miedo- dijo mirandome. Ahora su voz tomaba un tono mas agudo.

Tranquilizaba su agitada respiración mientras caminaba hacia mi.

Sentia el escozor invadir mi rostro. Mis ojos estaban hinchados y rojizos de tanto llorar, mi corazon latía mas fuerte en cada paso que daba.

-Ese olor me encanta- siguió diciendo.

La máscara me impedia verlo, pero sabía que estaba sonriendo.

No se si era la luz del fuego de la chimenena, pero sus ojos adaptaban un color verdoso por ración de segundos.

O tal vez era mi imaginación. De tanto llorar ya ni sentía si en verdad salían mis lágrimas, aun así, le suplicaba con la mirada que no me hiciera nada.

Me dejó incosciente de un solo golpe.

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Cuando mi madre se dio cuenta de que no estábamos en la casa, salió corriendo hacia la puerta pero Joseph la detuvo apuntandole con el rifle.

-Esto no tenía que ser así- dijo él.

Mi madre se tranquilizó y lo dejó pasar con el propósito de que le contara todo lo que sabía hacerca del muñeco. Pues de nada servía intentar defenderse mientras él le apuntaba con un arma.

-¿Dónde están mis hijos?-.

-Tranquila, ellos estan bien. Ambos están mas seguros de lo que podrían estar en su vida- le respondió.

-¿Por qué estas aqui?-.

Estoy aqui por que él me llamó. Él llama a los que lo necesitan ... a los mas dañados, como tu hija.

Él puede ver dentro de ti ... dentro de ella.

Cuando llegué a esa casa, todo estaba en silencio hasta que escuché que susurraban mi nombre. Pensé que era mi imaginación porque a penas se oia, pero inconsientemente seguí esa suave voz que me llevó hasta una habitación en donde lo encontré.

Estaba en pedazos.

Luego, la voz me pidió que lo reconstruyera y así lo hice. Era la primera vez que reconstruia algo. De alguna forma las grietas se fueron juntando hasta desaparecer dejando a la vista su lindo rostro de porcelana hecho a la perfección.

Entonces lo escuché mas claro.

-Tú debiste oirlo- le dijo. Liza negó y él sonrió. -Jude si lo escuchó. La gente creía que estaba loco, que los Heelshire estaban locos, incluso la familia que vivia antes, pero no. Siempre ha sido el muñeco. Él sabía que ustedes vendrian, él sabia que Jude lo encontraria y por eso me pidió que lo enterrara. Porque los niños son muy curiosos-.
 
-No sé lo que es Bramhs pero tu sabes como detenerlo-. Él negó riendo.

-Ya es muy tarde, Jude y Bramhs serán uno y va a ser hermoso-.

 Liza perdió los nervios, tomó una vela encendida que estaba sobre la mesa y le lanzó la cera a la cara, lo golpeó con la culata del rifle dejandolo inconsiente y salio corriendo hacia la mansión.


La Maldición de BrahmsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora