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03.Una boda en la playa.
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El camino de madera estaba decorado con pequeños pétalos blancos hasta la zona de la boda, y finalizaba frente a un arreglo floral en forma de arco con los nombres de la pareja. Agnes, embelsada por la elegancia y los detalles decorativos, casi no notó un pequeño detalle. Lo que seguía entre los asientos asignados era solo arena y ella llevaba unos bellos tacos dorados.
—Mierda —murmuró, sintiéndose repentinamente nerviosa ante la idea de pisar más allá de ese suelo firme aunque un poco desigual.
Matthew elevaba una mano desde su posición entre los asientos, intentando guiarla. Pero no tardó tanto en entender porqué no avanzaba más allá de la esquina del camino de madera. En un claro gesto infantil, el guitarrista sacó la lengua hacia ella mientras caminaba, recibiendo en respuesta un perfecto dedo corazón en alto. Agnes aún no podía bajar su adrenalina luego de toda la desesperación de aquel día, y sólo podía pensar en la posibilidad de sentar en su lugar y respirar unos largos instantes.
—¿Quién fue la idiota que trajo unos tacos como esos a una boda en la playa? —Se quejó el castaño mientras extendía su brazo con elegancia. La muchacha se apoyó en él para usarlo como punto de equilibrio para sus próximos pasos.
—La boda es aquí; la fiesta es en el salón —explicó mientras avanzaban un poco desequilibrados en el reducido espacio entre las sillas.
—Podrías haber hecho un cambio de outfit y sorprenderlos a todos.
—Cállate —rió la cantante, acanzando su asiento con algo de esfuerzo.
Will Malnati ya se encontraba en el altar en un traje azul. Movía sus pies cada pocos segundos, evidente accionar basado en su nerviosismo. Agnes lo apreció desde la distancia unos instantes, con una mano sobre sus ojos para evitar algunos de los rayos de sol que obligaban a sus párpados a cerrarse. El actor no tardó mucho en notarlos cuando Benjamin elevó ambas manos en alto como si se encontrara en las tribunas de algún partido, y sonrió hacia ellos con emoción. En respuesta, recibió pulgares en alto, algunas pocas palabras halagando su elegancia, y un exagerado y sonoro beso de Agnes que varios de los presentes no pudieron ignorar.
Estaba acostumbrada a las miradas. Subirse al escenario durante meses había sido una buena terapia de choque que le permitió deshacerse de la verguenza que la acechaba antes de adentrarse en la música. Sin embargo, cuando esas miradas ocurrían fuera del escenario sí podían ser un poco evidentes. Agnes sólo rió con suavidad intentando quitarse esa sensación de encima.
Benjamin sacó su celular poco después, elevando la cámara por sobre las cabezas delante de ellos para enfocar al novio, los arreglos florales y algunas de las decoraciones plateadas del evento. Luego pasó por algunos de los invitados que aún llegaban, y sin dudarlo pasó el celular entre la banda, recibiendo algunos saludos que quedarían grabados para su posteridad. Antes de finalizar su video, Ben hizo un acercamiento imprevisible a la nariz de Jacob, quien se sentaba a su lado.
—Idiota —soltó el rubio, girando un poco sobre el asiento para evitar que el baterista siguiera enfocando su rostro—. Madura.
—No es nada que no se pueda arreglar con la mágia de la edición, ¿lo sabes? —El baterista elevó ambas cejas hacia él.
—¿Crees que no sé que lo subirás igual a Instagram?
—Si, tienes razón —se rió el baterista con cierta energía—. Deberías aceptar tu destido y dejar de preocuparte. Terminarás lleno de canas si es que no aprendes a dejarte llevar por lo que es.
—Ya estoy lleno de canas gracias a ti —se quejó para luego sacar empujar su hombro con suavidad; Agnes rió con las reacciones de sus compañeros de banda—. Al menos ten la decencia de no etiquetarme cuando lo subas.
Benjamín soltó una pequeña risa cómplice, delantando que era exactamente lo que planeaba hacer.
—¡Hey! Estoy hablando en serio —insistió Jacob.
—Está bien, no etiquetaré a nadie en el video —explicó mientras miraba la pantalla del celular—. Deberías pensar en la boda y la fiesta de esta noche, no cuántos «me gustas» tendrá tu nariz.
—Agnes —pidió el rubio, señalándo al baterista de forma acusatoria.
—Está bien, está bien; Ben, elimina ese video ahora. Jacob, puedes darle un sólo golpe ahora o en algún momento del resto del día, tú decides —sentenció la cantante, intentando brindar algo de orden y estabilidad en la pequeña discusión.
—Un golpe sin aviso —celebró el rubio.
—No se vale, todavía no subí el video a Instagram.
—La intención es lo que cuenta —Matt explicó con un dedo en alto, acompañado de una expresión solemne como si hubiera dicho una frase filosófica y profunda.
—Entonces que se quede con la intención de pegarme.
Agnes no pudo evitar reír suavemente.
—Sólo por hoy deberíamos comportarnos —pidió instantes después, centrando sus ojos en Benjamin—. Es un lindo día en la playa, celebrando una boda. Luego de esto, nuestras vacaciones aquí mismo, ¿qué más podríamos pedir?
—¿Más días de vacaciones? —Jacob consultó con una ceja en alto.
Luego de la boda y la celebración, la banda contaría con dos semanas extra en la playa. Agnes había esperado esos días con emoción luego vivir en una camioneta con sus compañeros de banda, y de cantar cada noche sin descanso. Y estaba segura de que el resto se sentía igual. Pero no habían tenido posibilidad de extender su estadía: sus números estaban subiendo, la gente empezaba a hablar de ellos, y su disquera quería más contenido pronto.
Por supuesto, Agnes ya tenía algunas letras y melodías grabadas en su celular, pero encerrarse en el estudio para producir esas canciones era la parte que no le agradaba tanto. En ese instante, la cantante solo quería pensar en el sol y la arena, y quizá, unas cuántas botellas de alcohol.
—Bueno, pero tú volverás a ver a tu familia —le recordó Matthew mientras el evento empezaba a silenciarse con todos los invitados en posición.
—Sólo unos días, regreso justo para grabar —Jacob sonrió con cierto orgullo—. Mi familia me está esperando.
—Lo sabemos, niño. La familia es muy importante.
Ben le dio una suave palmada en la espalda. Todo indicio de la reciente y casi inexistende discusión se devanecía entre ellos.
—Al menos te tendremos por aquí unos días —Agnes procedió a tomar su mano y darle un pequeño apretón.
—Y supono que traerás muchos regalos desde Inglaterra, ¿no es así?
—Por supuesto, pero no para ti, Ben.
La banda se rió suavemente, consiguiendo un par de miradas al ser casi las únicas voces que aún permanecían. Sólo unos segundos después, una suave música ambiental inició, marcando el principio del evento. Desde el altar, Agnes podía observar como Will Malnati acomodaba las mangas de su traje una y otra vez, incluso aunque estaba en perfectas condiciones.
Las damas de honor acompañadas de los caballeros hicieron su elegante ingreso poco después, en vestidos rosas y trajes negros a través del pasillo de madera hasta el altar. Agnes reconocía a la mayoría de ellos de esa misma mañana, en la que pasó intentando arreglar todos los problemas que ocurrían justo antes del evento. Y por supuesto, entre ellos encontró al actor que le había brindado un «me gusta» solo unos pocos minutos atrás. Una sonrisa se dibujó en sus labios al verlo finalmente arreglado y el cabello bien peinado.
La banda miraba el momento con expectativa, con la magia natural que se producía al saber que dos personas se comprometerían a compartir una vida. Y pronto, esa emoción creció cuando la novia hizo su aparición en un espectacular vestido blanco. Guiada del brazo de su padre, Alissa camino con una bella sonrisa en sus labios y el ramo de flores rosadas en su otro brazo. Estaba bellísima, y sus cabellos dorados parecían soltar suaves destellos ante el sol que se lucía sobre la playa.
La ceremonia transcurrió rápidamente; la pareja decidió hacerla un poco menos convencional, así que incluyeron algunas bromas y risas. Los votos se transformaron en el momento más emocional y gracioso del momento, en el que no dudaron de expresar su amor con aquella profundidad de alguien capaz de entregar su propio corazón. Anges lo entendía bastante bien, e intentaba constantemente plasmarlo a través de sus letras. Estaba segura de que podía agregarle un ritmo a cada oración que la pareja decía para crear una bella canción que no podría pertenecerle a nadie más que ellos. Se sentía un instante único, efímero pero profundo.
Tras el pasional beso entre la pareja que dio como finalizado el evento, los aplausos estallaron. Ambos hicieron su camino truinfante a través de los presentes entre vitores y silbidos; algunos pocos flases y muchos videos grabados del momento mientras poco a poco, se dirigían hacia el salón donde la celebración se llevaría a cabo.
Agnes los perdió de vista poco después, mientras los invitados salían de sus espacios y comenzaban a conversar. Aún no estaban dadas las indicaciones para proceder al salón donde la siguiente parte de la ceremonia sería llevada a cabo, así que la castaña se quitó los tacones elegidos para la ocasión y dejó sus pies sobre la arena caliente.
Era una tarde bella; el cielo comenzaba a pintarse de un vibrante naranja mientras los invitados se movían como pequeñas hormigas en un intento por entablar conversaciones animadas. La banda, aún como desconocidos entre todos ellos, decidió hacer su camino hacia el agua para tomarse un par de fotografías aprovechando la escena que se presentaba para ellos.
Benjamin estiraba el brazo con el que sostenía el celular y sacaba la lengua mientras la banda se agachaba y acercaba para salir en la toma. Luego guiñaba un ojo antes de volver a presionar el botón que sacaba la imagen del grupo. Matt se quitó el saco, y lució la camisa blanca y perfectamente planchada que escondía debajo; Jacob en cambio prefirió molestar a la cantante, despeinándola entre tomas hasta que su cabello ondulado fue un desastre entre el viento y las grandes manos del rubio.
Cuando la gente comenzó poco a poco a retirarse, la banda los siguió de cerca.
El salón estaba espléndido; las mesas estaban llenas de flores y algunos pétalos que complementaban la escena; las servilletas perfectamente dobladas formaban lo que parecían bellos cisnes en cada plato; y una luz tenue ya se encontraba apuntando a las esferas espejadas sobre el techo, produciendo cuadrados de suaves colores en las paredes.
Agnes buscó la mesa de la banda y los cuatro se sentaron acompañados de algunos pocos amigos de la pareja. El alcohol ya se encontraba allí, al igual que unos pocos aperitivos para aminorar la espera hasta la cena. Mientras la gente seguía llegando, las conversaciones empezaron a aparecer colmando el lugar de constantes murmullos.
La pareja apareció varios minutos después portando las sonrisas más grandes que Agnes hubiera visto. La gente se aglomeró cerca de la puerta y empezaron las felicitaciones una vez más.
—¡Estoy muy orgullosa de ustedes, Alissa! —Agnes tomó las manos de la rubia y le dio un pequeño apretón cuando llegó su momento. Entre risas agudas, la rubia dio unos pequeños saltos en su lugar—. Estás hermosa, y todo ha salido perfecto.
—Lo sé —habló con notable felicidad, que volvía su tono más agudo de lo normal—. No puedo creer que finalmente sucedió.
—¡Finalmente sucedió! —inquirió la muchacha antes de acercarse para abrazarla—. Los dos tórtolos que venían a escucharnos todos los viernes y sábados, y que nunca dejaban de hablar de cuánto se amaban finalmente se casaron.
—Dos tórtolos que se dedicaron varias de sus canciones...
—Los felicito a ambos, y les deseo un futuro lleno de alegrías, bellos momentos —se alejó lo suficiente para poder contar con su mano derecha, elevando un dedo por cada cosa que mencionaba—, historias increíbles para contar, mucha comida, muchos viajes...
—Te olvidas de lo más importante —la detuvo la mujer—: mucha música.
—Creí que ibas a decir mucho sexo, pero eso también es válido —soltó provocando una fuerte carcajada de parte de Alissa.
—Eso también, jamás nos debe faltar —respondió con un asentimiento de cabeza.
—¡Alissa! —gritó Matt acercándose a ambas, provocando que ambas tuvieran que poner un poco más de distancia—. ¡Felicidades!
Aprovechando el momento, Agnes saludó a Will, quien no tardó en volver a agradecer la presencia de la banda en el evento. Así, la cantante también se encargó de dedicarle sus buenos deseos, y felicitarlos por dar ese paso tan importante.
La noche prosiguió con una cena completa y variada, que la cantante decidió apenas probar. Los nervios por su presentación eran más grandes que su hambre, y prefería evitar lo que había ocurrido en su primera vez en el escenario. Cuando el postre apareció, la banda se retiró silenciosamente hasta detrás el escenario.
Las pesadas cortinas rojas estaban extendidas y tapaban todos sus movimientos mientras buscaban sus ubicaciones y hacían una breve prueba oculta por la música en el otro lado del salón. Agnes, ahora con unas cómodas zapatillas para moverse cómoda y ya la guitarra colgada desde su hombro se sintió pronto como en su pequeño lugar en el mundo. Sin embargo, se sentía nerviosa.
No era la primera vez que tocaba para su amigos, pero esa vez era diferente. Entendía que se encontraba delante de gente realmente famosa que podría ayudar a impulsar su carrera; gente que podría permitirles llegar mucho más lejos de lo que habían hecho por su cuenta. Lucirse aquella noche no era sólo un deseo, sino más bien una necesidad. Sabía que debía poner mucho más que su corazón en el escenario.
Matt daba pequeños saltos para despertar su enegía; Jacob controlaba los sintetizadores y que estuviera todo perfectamente conectado mientras Ben daba vuelta sus baquetas entre sus dedos a la perfección. Agnes, en cambio, cantaba por lo bajo a modo de calentar un poco su cuerdas vocales. Pronto, la banda hizo una pequeña ronda entre los instrumentos para prepararse para salir.
—Vamos —Matt llevó su mano al centro y esperó con paciencia, mientras el resto sumaba sus palmas y las unían—. Una, dos, tres —contó mirando a los tres presentes con una pequeña sonrisa en sus labios.
—¡Born Ghosts! —gritaron a la par mientras levantan an sus manos en el aire.
La cortina se abrió mientras se colocaba frente al micrófono; los reflectores se encendieron y Agnes tocó los primeros acordes.
—Con cada aliento que respiro, estoy haciendo historia —comenzó con lentitud, siguiendo el ritmo con calma. No quería excederse con su propia voz, debía ser un tono suave para el momento—. Con tu nombre en mis labios, las edades caen a pedazos.
Las luces la cegaban un poco, pero podía notar las figuras de Will y Alissa caminando al centro de la pista para realizar su primer baile. Un par de aplausos se escucharon, pero se perdieron instantes después por la guitarra. Poco a poco, las luces de los celulares aparecieron llenando el lugar mientras los invitados se encargaban de grabar el primer baile de los recién casados.
—En llamas duermo profundamente —prosiguió, observando cómo la pareja compartía un tierno beso entre ellos acompañados de la letra—, con ángeles a mi alrededor. Yo me pongo a tus pies. Tú eres el aliento que respiro.
Alissa lloraba emocionada en el hombro de su esposo, mientras daban vueltas suavemente a la melodía. Agnes lo sintió en su propio corazón; la felicidad de hacer ese momento único para sus amigos, y la importancia que ellos tenían para ella. Se alejó un poco del micrófono sin dejar de tocar su guitarra y respiró pronfundo para no llorar con ellos.
—Una especie de felicidad violenta me llevó a amar como esto —continuó, moviéndose lentamente de un lado a otro para acompañar el ritmo delicado—. Un millar de muertes, mi querido, muero sin ti aquí —sonrió de forma inconsciente, porque aquella letra era algo realmente bello para ella, y no podía evitarlo—. En llamas duermo profundamente, con ángeles a mi alrededor. Yo me pongo a tus pies, tú eres el aliento que respiro —la pareja compartió otro beso, esta vez mucho más profundo, mucho más cariñoso y sin dudas, lleno de amor—. Tú eres el aliento que respiro. El aliento que respiro, el aliento que respiro... —los novios continuaban moviéndose lentamente por el lugar, pero al percatarse del final de la canción, comenzaron a detenerse—. Tú eres el aliento que respiro.
Un conjunto de fuertes aplausos se esparcieron por el lugar y algunas luces se encendieron para permitir ver el público. Todos miraban a la feliz pareja mientras ellos compartían un par de palabras. Como ya habían preparado, Agnes se quitó la guitarra y tomó la eléctrica que se encontraba a su lado, mientras Matt subía para tomar al bajo. Mientras Will le pedía a Alissa que permaneciera en su mismo lugar y que observara, Agnes se movió directamente hacia el micrófono que estaba solo a un par de pasos de ella.
El salto de Will hacia el escenario fue un poco singular debido a la incomodidad del traje, y salvo algunas pocas risas, nadie dijo nada al respecto. Matt se acercó para ayudarlo esos últimos centímetros que casi lo hacen caer, y luego le dio una fuerte palmada en la espalda. Sin perder un segundo, Will se colocó frente al micrófono que Agnes había dejado para él y miró a la banda. Su suspiro nervioso se escuchó a través de la sala, y algunos de sus amigos aplaudieron en un intento por incentivarlo. Y así, Will miró a la cantante, dándole la señal para iniciar la canción.
Los acordes un poco más ásperos sonaron, acompañado poco después de la batería. Alguien le había acercado una silla a Alissa y permanecía sentada en medio de la pista, mientras los invitados se mantenían a su alrededor mirando lo que ocurría sobre el escenario. Podía notar algunas sonrisas mientras pocos reconocían la canción antes de que comenzaran a cantar "Nothing's Gonna Hurt You Baby" de Cigarettes After Sex.
—Susurré algo en tu oído. Era una cosa pervertida, pero lo dije de todos modos —la voz del actor tenía un suave y casi imperceptible temblor—. Te hizo sonreír y mirar hacia otro lado.
Los ojos de Alissa Malnati brillaban desde el otro lado de la sala, emocionada de ver a su esposo en el escenario. Aún lloraba, sus hombros se sacudían cuando respiraba, pero nada eliminaba la bella sonrisa. Incentivado entre los presentes y la reacción de su esposa, Will sacó el micrófono de lugar y caminó más cerca del borde.
—Nada va a hacerte daño, bebé. Siempre y cuando estés conmigo, estarás bien —Agnes y Matt se sumaron en el estribillo, mientras Will se animaba a bailar lentamente para animar al público—. Nada va a hacerte daño, bebé. Nada va a alejarte de mi lado.
Los invitados abandonaron sus mesas y se asomaron a la pista, sin interrumpir el campo de visión de la rubia. Algunos pocos se animaban a mover sus cuerpo suavemente siguiendo la melodía; veía caderas y cabezas balancearse mientras pasaba la púa entre las cuerdas. También así, notó alguna que otra cámara en alto captando la canción que Malnati había elegido para dedicarle a su ahora esposa.
—Cuando bailamos en mi sala de estar a ese tonto 90's r&b —continuó Will, esta vez en solitario. Se lo veía más suelto, más sonriente; genuinamente feliz—. Cuando tomamos un trago o tres, siempre termina en un escena de ducha brumosa... Nada va a lastimarte, bebé.
Agnes vio pronto un movimiento borroso, y pensó que el actor había caído del escenario, pero Will solo saltó hacia la pista de baile. Algunos pocos aplausos y vitores acompañaron su acto de valentía. Sin quitarle los ojos de encima a Alissa, avanzó mientras cantaba.
—Mientras estés conmigo estarás bien, nada te va a lastimar, nena, nada te va a quitar de mi lado —su figura se arrodillo delante de ella, volviendo la escena íntima entre ellos, a pesar de la presencia de todos los invitados.
Agnes aprovechó que las miradas recaían en la pareja y se movió hacia Gallagher, quien también se balanceaba con la melodía. Allí arriba se sentía casi como en el escenario de algún lugar poco reconocido de Nueva York: la música hacía vibrar su piel y se trasladaba a sus huesos; podía sentirse parte de cada acorde como una pieza indispensable para llevar la música a ser escuchada, y era una sensación agradable. Frente a frente, Matt y Agnes bailaron con sus instrumentos de por medio, sin perder el ritmo de ninguna de sus acciones.
—Cuando nos reímos en el micrófono y cantamos con nuestras gafas de sol a nuestras canciones favoritas —Will se acercó a su esposa y colocó el micrófono en medio de ambos, permitiéndole a la rubia cantar junto a él—. Cuando nos reímos en el micrófono y cantamos con nuestras gafas de sol a nuestras canciones favoritas —la rubia dejó caer sus manos en los hombros de su esposo mientras se dedicaban la canción; la voz de ella era más animada, pero se difuminaba al intentar contener una pequeña risa—. Nada va a lastimarte, bebé. Nada va a quitarte de mi lado —finalizaron ambos con las frentes unidas.
Los apluasos estallaron en emoción; lo que antes era un perfecto semicículo de invitados alrededor de la pista se deshizo en una forma inconexa, completando casi todo el espacio que la banda tenía por delante. Agnes perdió de vista a la pareja mientras recibían algunos halagos y felicitaciones. Sin embargo, aunque creyó que debían esperar unos instantes más para la siguiente parte del evento, pronto vio el pulgar en alto del actor.
—¡Vamos!
Tomando eso como su pie para iniciar, la rubia dejó correr la púa a través de las cuardas atrapando la atención del público. Las luces volvieron a centrarse sobre Born Ghosts y la castaña se ubicó en su lugar frente a su micrófono. Su corazón bombeaba fuerte aún, pero la excitación del momento la mantenía atenta a sus propios movimientos. La sensación de adrenalina y felicidad que sentía en el escenario era imposible de conseguirla en otro lado.
—Por cierto yo... —soltó con calma, comenzando a marcar suavemente una nota en la guitarra. Tres golpes de palillos la acompañaron y Agnes decidió soltarse con una de sus canciones favoritas: Styin' Alive de Bee Gees—. Bueno, puedes decir que por la forma en la que camino, soy un hombre de mujeres: sin tiempo para hablar. Música fuerte y mujeres calientes, he sido corrido desde el día que nací —el ritmo era constante, y movía su cuerpo a la par, de lado a lado.
La melodía era un poco más suave de la original, y su voz bajaba unos pocos decibeles, volviéndose un poco más profunda de lo normal. Aunque entendía que era una canción que llevaba al público a bailar y disfrutar del momento, para ella era clave poder mantener esa canción como una breve introducción. La gente se acercaba, apreciaba la melodía y su voz y empezaba a soltarse. La intensidad subía, la enegía se soltaba y poco después se volvían locos en la pista de baile.
—Y ahora está todo bien, está bien Y podrías mirar a otro lado. Podemos tratar de entender el efecto del New York Times en los hombres —miró hacia Jacob tras ella sabiendo que llegaban al estribillo—. Si eres un hermano o una madre: sigues vivo, sigues vivo...
Y allí despertaba la verdadera magía de Born Ghosts, con Agnes y Matt bailando en el frente del escenario a la melodía, con Jacob siguiendo el ritmo con marcados movimientos de su cabeza. Todo desaparecía para ella: cualquier duda, o miedo por cantar frente a los invitados, se esfumaba en una nube brillante y cargada de honestidad, que la llevaba a mostrarse como era.
La energía era distinta, suelta y extensa, traspasando los límites imaginaros del escenario para impregnarse en la piel del resto en diferente medida: algunos bailaban más animados, otros tanto aún un poco rezagados apreciaban embelasados la escena que se producía. Una pequeña coreografía que había organizado con Gallagher se llevó a cabo frente a los micrófonos, un par de acordes más y la canción terminó. Pero Benjamin no dio espacio a que los aplausos terminaran: tres golpes de sus baquetas dieron inicio a la siguiente canción en cuestión de segundos.
La pareja había elegido la playlist de la noche, compuesta por covers de canciones muy reconocidas, y algunas pocas canciones de Born Ghosts que se colaban perfectamente entre los acordes. El público se movía; a pesar de la iluminación que la cegaba, era capaz de capturar los cuerpos en movimiento, y algunas chaquetas elegantes volando por el aire cuando los estribillos iniciaban.
Allí estaba la chispa de la banda más viva que nunca, con Agnes bailando sin importarle su vestido o su peinado, levantando el micrófono hacia el público para escucharlos gritar las letras, o moviendo sus brazos de un lado a otro para que pudieran imitarla. Incluso hubo gritos emocionados con el solo de batería de Benjamín, que lo dejó con una sonrisa orgullosa.
Cuando llegó el momento de la despedida, los cuatro se unieron en el frente del escenario para una pequeña reverencia. A pesar del pedido de los invitados entre cantos y gritos por más canciones, la banda se despidió para darle paso al DJ que la pareja había contratado para tocar hasta el amanecer.
La gente ya bailaba en la pista cuando regresó a su mesa. Unas pocas cosas aún se encontraban servidas, y sin dudarlo empezó a comer para llenar su estómago. A pesar de que había subido a tocar sin demasiada hambre, en ese instante sentía que había pasado días sin ingerir un solo alimento. Las botellas frías de cerveza aparecieron pronto para ellos y parte de la banda se dispersó para disfrutar de la velada.
—Eso... Eso salió muy bien —Matt habló con la boca llena de comida—. Incluso mejor que bien; querían que toquemos un par de canciones más.
—¡Lo sé! —También con su boca llena, la castaña respondió golpeando su hombro—. Bailaron y cantaron todas las canciones. Y estoy segura de que levantaron a Will en el aire en algún momento.
—Lo vi, era Will —una fuerte carcajada escapó de sus labios.
La cantante tomó un poco de cerveza antes de seguir su conversación.
—Fue increíble... mira hasta donde llegamos.
—La boda de nuestros amigos.
—Tú sabes a lo que me refiero —la castaña dijo tras rodar los ojos.
—Si, lo sé: una banda completa, una gira finalizada, y la grabación de nuestro primer disco —asintió a cada palabra con orgullo—. Y hace sólo dos años atrás aún tocábamos en fiestas de fraternidades.
—Y nos pagaban con algunos cajones de cerveza.
—¿Te acuerdas cuando nos dieron una estufa como parte del pago? —Matt negó con la cabeza de forma desaprobatoria.
—Ni siquiera podíamos usarla más alla del nivel tres —rió ella sin poder creer su propia anécdota—. Casi hizo estalló cuando la quise poner en el máximo nivel, ¡llenó de olor a quemado la habitación!
—Estaba maldita.
—¡Estaba maldita! —Corroboró gritando por encima de la música—. ¿Y qué sucedió con la estufa?
—Se la regalé a mi abuela.
—¿Qué?
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Say Something Loving | sebastian stan
FanficSSL | La boda de una amistad reúne a un conocido actor soltero y una cantante junto a su banda en Daytona Beach. Entre arena, bebidas y música, una amistad aparece, y quizá algo más. Pero cuando los rumores de su relación comiencen a colmar los medi...