Hifefilia

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» Que el deseo sea mutuo, y las ganas de los dos «



Solo. Se sentía solo.

Sabía que era egoísta querer tener consigo a Matías en ese momento, pues este se había ido a cuidar a su abuela por unos días, para que esta no tuviera que salir de la casa, siendo que pertenece al grupo de riesgo.

Se iba a ir por 4 días, que se le hacían cada vez más eternos al platinado, quien había pasado bastante bien la cuarentena por tener a su novio y coger casi 24/7. Ahora era el tercer día que su novio no estaba y no sabía que hacer; ya había hecho un vivo, ya había escrito algún que otro tema, ya se había visto la última temporada de la Casa de Papel... Si era sincero, quería coger, pues le permitía descargar el estrés, además de agotar la energía y hacer algo de ejercicio, si se lo podía considerar como tal.

Pensó que podría hacer.

Ordenar.

No sonaba mal, considerando que hace tiempo no ordenaba su armario y algunas que otras cosas de la casa.

Decidido, fue a su habitación, empezando a sacar la ropa, clasificando lo que se quedaría y lo que no, además de la ropa que usaría en cada temporada. Luego de unas dos horas, tenía todo ordenado prolijamente y un par de ropa en bolsas, que seguro primero daría a sus tías para ver si sus primos querían algo y luego lo que quedaba lo donaría.

Suspiró, exhausto, y miró lo único que quedaba, un sector con ropa de su pareja.

La realidad era que este tenía un montón de ropa allí, pues casi vivía ahí, y en realidad Lit estaba pensando en pedirle que se mudara con él, después de todo, la convivencia entre ambos hasta ahora había ido de maravilla y el otro pasaba más tiempo allí que en su propia casa.

Dejó ese tema de lado, acordando consigo mismo el tratarlo con el otro una vez finalizara la cuarentena.

Volvió a centrarse en la ropa, pensando en que podría doblarla más prolijamente. Y eso hizo, tomó las prendas y empezó a doblarlas cuidadosamente, hasta llegar a la última, que era una que el platinado le había regalado al mayor hace un tiempo.

La observó bien, e instintivamente acercó la prenda a su nariz, aspirando el aroma. Sus comisuras se alzaron sutilmente al sentir el olor del mayor invadir sus fosas nasales; eso solo significaba que no había lavado la remera, pero no le importó, siguió inhalando, cerrando sus ojos e imaginando que realmente su pareja estaba allí, abrazándolo, y que podía sentir su aroma, como cada vez que lo abrazaba.

Poco a poco su imaginación empezó a hacer de las suyas.

Se desabrochó el pantalón, masajeando su semi erección por encima de la tela, suspirando con suavidad, sin dejar de aspirar la fragancia de Ecko, que había quedado impregnada en la tela.

Ingresó su mano bajo el bóxer, empezando a masajearse a sí mismo poco a poco.

Se acostó en la cama, dejándose llevar por su imaginación, masajeándose cada vez más firme y rápidamente, pero cuando eso no fue suficiente, se deshizo completamente de sus pantalones y de su bóxer, lubricando dos de sus dedos con su propia saliva antes de llevarlos a su parte trasera e ingresar uno.

—Mati... —jadeó suavemente, perdiéndose más en el aroma de la camiseta e ingresando un segundo dedo— Mati... —empezó a repetir una y otra vez el nombre de su novio, moviendo sus dedos como tijeras, tratando de llegar lo más profundo posible en su interior.

Un tercer dedo ingresó prontamente, y no tardo en simular embestidas, tratando de llegar a su próstata, pero parecía una misión imposible.

—Mati... —lloriqueó, como si su pareja lo estuviera torturando y no tocara ese punto que lo volvía loco.

Cuarentena [One-shots Litcko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora