Prólogo

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7:30 de la mañana.

Tostadas, mermelada y una buena taza de café para empezar el día.

Uniforme color bordó y la placa.

Tome mi bolso y abrigo para salir de casa, si es que la puerta me lo permitía.

Papá. – susurré en protesta cuando el picaporte quedó en mi mano.

Volví a colocar éste en su lugar y ,como pude, abrí la puerta.

Buenos días, papá – le dije a un hombre, ya mayor, que se encontraba arreglando su coche en el patio.

– Buenos días, pequeña.

–Prométeme que las cosas de plomería, electricidad o lo que no sepas hacer se lo dejarás a alguien más. – le sonreí divertida.


– Sookie, se lo que hago, tú solo preocúpate de no llegar tarde al trabajo.

Me dijo mientras yo seguía luchando contra mi Mustang y su bendita puerta.

–Luego lo revisaré.– dijo señalándolo. Si había algo que sí sabía hacer bien era reparar autos. – Y trata de llegar temprano a casa.

– Lo haré. – dije subiendo al auto para luego ponerlo en contacto y salir rumbo a las calles del gran Seoul.

*Canción en el estéreo*

woo! meomchul su eopsneun my carnival oh!

Seoul to seoul naraga

London to tokyoMaeiri kanibal gatji wherever

Life is like choco

Seoul to seoul tteonaja

Paris to new yorkWe had a lot of fun all day

nal ttara ganeun geoya

Can't Stop, Can't Stoprideume matgyeo achim hae tteul ttaekkaji

Oh là là! Shake It Shake It

Cantaba la canción a todo pulmón, hasta llegar al gran edificio donde trabajaba.

Estacioné mi bebé y subí los casi 20 escalones de la entrada.


*Ruido de hospital*


–Hola ¿que tal? – salude a los empleados mientras entraba al lugar.

–Eso va mejor, vamos a quitar un disco. – decía mientras le quitaba peso a la máquina de ejercicio que utilizaba uno de los pacientes con uno de sus brazos en rehabilitación. – Cuando estés un poco más cómodo volveremos a ponerlo. – El paciente asintió.

– Hola ¿A qué hora es la cita a ciegas? – preguntó mi compañera fisioterapeuta.

A las ocho. – Sonreí con una pizca de emoción.

¿Y cómo vas a ir? – Preguntó curiosa, pero cambio de opinión al ser llamada por una señora. – Luego me cuentas. – Hizo una seña con sus manos que no entendí del todo y salió trotando hacia donde requerían su ayuda.

Just WrightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora