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El forastero

Un par de semanas transcurrieron desde el enfrentamiento con mi familia, si es que así se les puede llamar. Hice caso a Juli y con ello dejé de cuidar los alrededores de la aldea por unos cuantos días, el agobio por no poder eliminar la energía que se acumulaba en mi interior incrementa, deseo destrozar zombies, esqueletos, enderman, de todo, pero una promesa es una promesa. No puedo permitir que la única persona en la que confío me deje de lado, perdería la poca cordura y paciencia sin ella.

El incidente del herido me tuvo con tanta curiosidad que estuve merodeando por los alrededores recaudando información, ya que no me permitieron ver de quien se trataba. No es muy común encontrar humanos por la zona debido a la lejanía de la aldea con la del resto, en especial sabiendo que hay demasiados peligros por cualquier camino que se tome a pie. Por lo que me enteré el forastero tardó más tiempo de lo calculado en sanar las heridas, lo que provocó rumores de ser un hombre del mal, imagino que algunas de las criaturas en sus armas llevaban algún tipo de veneno o hechizo que ralentizar la curación, que me lo digan a mi que soy experto en cagarla.

-David... ¿Quieres acompañarme a buscar bayas?

-No me apetece... Si quieres puedes ir con Lía o Ian.

-Pero yo quiero ir contigo - reprochó mirándome con ojos de súplica, esta vez no caería en su truco barato.

-Juli... No, en serio necesito estar solo.

-Ugh, esta bien amargado. Por lo menos intenta dar una vuelta por el pueblo, llevas dos días sin salir de casa - beso mi mejilla - te quiero tonto.

Por alguna razón que ni yo entendí decidí hacer caso a su última idea, salí de casa caminando por la aldea, se escuchaban risas, cantos, charlas. Esa mañana las callejuelas se encontraban llenas de gente, chocaba con las alas de otros, ante mis ojos veía solo plumas grises, negras, blancas, cafés, iba empujando poco a poco para poder hacerme paso, que mala idea fue al final. O eso creí.

-Esas cosas no se pueden usar en este lugar, está estrictamente prohibido... - esa voz la reconocía, se trataba del bibliotecario, siempre entrometiendose en cualquier asunto.

-Eso a mi me importa poco, son MIS cosas, yo sabre que hacer y qué no, sus normas no van conmigo.

-¿Cómo puedes ser tan testarudo? Te encuentras en un lugar...

-Que me da igual en donde me encuentre, sus ideales son de ustedes, no míos, estas cosas - el hombre levantó un arco y una espada - son para mi defensa.

-Señor...

-Uy, ¿pero qué pasa? ¿Está vez no tendrá la razón, Gael? Que vergüenza, un forastero le habla de ese modo, y peor aún, que no lo deje terminar de hablar - inicie a reír del de alas cobrizas, su cara se ponía roja cada vez que se enojaba y esa no era la excepción, el forastero bajó sus armas relajando un poco el cuerpo. - dejen de tocar los huevos por una puta vez. Y tú, me sorprende que te mantuviera por dos semanas en este horrible lugar, marcharte de una puta vez.

Continue mi camino ignorando las miradas y los regaños de entrometidos, detrás escuchaba pasos, mire sobre mi hombro viéndolo, le hice una seña con la cabeza guiandolo a un lugar más tranquilo, podía entender la presión que sentía. Me detuve frente a la muralla casi derrumbada, esa zona estaba parcialmente abandonada debido a que ahí era donde llegaba la mayor parte de criaturas a intentar conseguir una víctima.

-¿A dónde he venido a meterme? - me recargue sobre un árbol observando al hombre de ojos verde ligeramente oscuro, cabello blanquecino, parecía delgado pero fuerte, para llevar armas seguramente era un guerrero.

Un nuevo camino (Willgan)Where stories live. Discover now