Kaitlyn F.
Acomodo el gorro de lana que yo misma tejí hace unos meses atrás, lo cual me ayuda mucho a que el frio aire no toque mi nuca, me estaba aburriendo en mi casa por lo cual había decidido fugarme ya que mis padres al estar así no me permiten salir, mucho menos sola a estas horas de la noche. Ah decir verdad me siento tan sola desde esa noche, desde ese momento en que yo lo aleje de mi vida solo por una estupidez ¿No debí llevarme por mis padres? No puedo seguir permitiéndolo. Perdí a la última persona que tal vez podía amar, no creo tener más tiempo para volver hacerlo.
Entonces una silueta conocida se presenta, lo note al momento que di la vuelta a la primera esquina. Soy tan tonta obviamente tendría que estar por aquí, la cafetería esta cerca. Para cuando he decidió dar la vuelta el ya se ha percatado de mi, y solo nos convertimos en dos personas paradas en medio de la calle con un aire frio y seco. Debieron pasar un minutos para que el tomara la iniciativa y comenzara a caminar directo a mí.
—Kaitlyn— Lo extrañe. Maldita sea extrañe su dulce voz, la forma en que mi nombre suena en sus labios.
Cierro los ojos al momento en que su mano hace contactó con mi piel fría, y solo me dedico a disfrutar con lentitud su toque con suavidad, el momento en que jala mi cuerpo al suyo para tenerlo entre sus brazos.
—Estas aquí…
—Aquí estoy— mis piernas tiemblan.
Entonces como tanto había deseado estos últimos meses, lo que tanto anhelaba de él, me besa.
Sus labios están fríos como estoy segura que los míos están en el mismo estado, es un beso suave y me dedico a tocarlo. Dios te extrañe, no sabes cuánto había deseado esto, cuantas ganas tengo de que mi cuerpo este junto al tuyo. Las ganas inmensas de dejar de ser dos para convertirnos en uno.
Pero no paso.
Cuando abrí los ojos de nuevo, me he dado cuenta que son solo deseos que tengo y que habían jugado con mi mente, ya que Elías nunca se detuvo frente a mí, ya que no me toco y mucho menos se detuvo para besarme y decirme que me había extrañado todo este tiempo como yo lo he estado asiendo.
Solo fue un pensamiento fugaz.
El ya no me extraña.
La verdad es que el si camino a mí, si lo hiso y presumo poder tener de nuevo la oportunidad de respirar su aroma, y sentir su presencia. Pero no se detuvo, no me hablo, no me toco, ni si quiera me miro, como si hubiera sido una total extraña perdida en la calle y solo vi si silueta perderse en la oscuridad, y de una u otra forma se que lo he perdido para siempre.
Regrese a casa, mis padres esperan en la sala y decido saludarlos, ellos me llaman la atención al decirme que es peligroso para mi estar fuera de casa sin que alguien cuide de mi. — No volverá a pasar. — aseguro.
—Eso espero. Puedes imaginar si llegas a desmayarte en algún lugar, sería un gran alboroto y buen tema para que los periodistas estén publicando que mi hija tiene cáncer.
—Carlos…
Mi madre trata de tranquilizarlo, pero es imposible, mi padre siempre dice todo lo que piensa y sobre todo hace lo mejor para que el este en buenos términos sociales.
—No Rebeca, Kaitlyn tiene que aprender a ser una mujer responsable y no solo pensar en ella— un dolor aparece en mi pecho al momento que mi padre se dirige a mí. Algunas personas de la limpieza están escuchando esta vergonzosa discusión pero solo mantiene la cabeza agachada.
—No puedes pasearte por la ciudad como cualquier persona, llevas el apellido Foster. Y como tal debes cuidarlo, y pensar en tu futuro que esta a lado de un buen hombre.