Capítulo 2:

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Ya había pasado tres días y Emma no recibía noticias. Sus pensamientos giraban en torno a una idea, de que no le había caído bien a la directora y que esto le costaría en parte el trabajo, el cual esperaba tener, y son esas mismas ideas las que la llevaron a la siguiente acción. Tomó la laptop y comenzó a investigar, llevándola a una nueva información.
Resulta que el Hogar Asunción pertenece, junto a otros hogares de la Cuidad, a una extensión del edificio central. En este último puede ver el nombre del director superior, el jefe de Diana y junto a esas informaciones, se encuentra  que la propuesta de trabajo salió de allí. En su curiosidad, sigue observando y   adjunto a esa información se encuentra el correo del director, para enviar algún currículum.

— no eres la jefa del todo— sonrie Emma, mientras termina de enviar su currículum al correo del director.

Aprovechando su interacción con las redes, se propuso averiguar alguna información de Diana y allí la encuentra, entre unas indirectas de personas, enredadas en dramas y más dramas. No parece ser la mujer intachable que quiere aparentar...

La joven se tomó lo que quedaba del día para ayudar a Camila a plantar nuevas flores en el hermoso jardín, con los nervios de saber que su currículum está en manos de aquel director.

Cuando por fin se decidió a subir de nuevo a su habitación, mira de reojo la laptop y ve ese pequeño sobre de Gmail entre los  demás íconos. No tarda nada en abrir el correo, y comienza a leer,

De: SantiagoBenson@gmail.com

Para: EmmaMiller@gmail.com

Asunto: Hogar Asunción.

Señorita Miller, he visto su currículum. Lamento que no haya tenido posibilidad de dejarlo en el Hogar Asunción, pero me notificaron que hay una vacante para cuidadora. Me da mucho gusto decirle que está contratada. Presentece en el hogar mañana a las veinte horas, saludos.

La enorme sonrisa de Emma no se puede ocultar, leé una y otra vez el correo antes de poder contestar. Ya era obvio que Diana rechazó su currículum desde un inicio.

No pasó mucho para que la gran noticia llegará a los oídos de Camila, y que ella festejará aún más que Emma.

▶▶▶

Al día siguiente, justo para las veinte horas, Camila estaciona frente al grán edificio trayendo consigo a su amiga,

— hey—Camila llama la atención de Emma, la cual tiene la mirada fija en el hogar, —todo irá bien—le regala una de sus simpáticas sonrisas,
— vendré por ti  mañana a las seis.

— gracias, Camila— Emma llena de aire sus pulmones antes de salir del auto.
Empuja las rejas negras de la entrada haciendo un chirrido, vuelve a saludar al guardia que está en la cabina pero este sigue contestando con un movimiento de cabeza, sin dirigirle la mirada.

Con su orgullo arrojado por allí, sigue caminando hasta que llega a la enorme puerta del hogar. Todo parece tan normal como la última vez, pero no es así, ya que cuando ingresa el patio que antes estaba vacío, ahora está siendo ocupado por niños y adolecentes. Sus ojos viajan a cada uno de ellos, pero le roba toda la atención dos pequeños niños sentandos en el último escalón de de la escalera. Ambos están debatiendo en torno a un dibujo que tienen entre sus manos, sus sonrisas son tan naturales hasta que una sombra se ciñe entre ellos, con unos pies que tratan de buscar bruscamente un espacio donde pisar,

— ¿Señorita Miller?— la voz de la directora rompe el contacto visual que tiene de los niños.

— señora... directora.

Diana, la mira sin expresión alguna
— venga—gira sobre sus talones, dejando el lugar a Emma para volver a ver el cuadro en donde estaban los niños, solo que esta vez no están, pero si ve a Debora junto a otra mujer.

En vano trata de buscarlos con la mirada, así que se apresura a seguir a la directora hasta que termina entrando en la dirección. La misma está detrás del escritorio, todo allí está perfectamente ordenado,

— enviaste tu currículum al señor Benson.

— si, de hecho...

—tu currículum no me había interesado- interrumpe a Emma,
— empezarás con el turno de noche, una semana, un turno-

La joven asiente con la cabeza con la mandíbula tensa.

— las habitaciones de las niñas están en la planta de arriba.

—crei ver a niños.

—ah, si— hace una pequeña pausa,
— tu habitación está al final del pasillo en la izquierda, puedes irte.

— gracias— su voz suena como si tuviera un nudo en la garganta. Jamás le había hecho nada a la mujer que parece haber elegido odiarla.

Sin más que decir, sale de la dirección, con mala cara hasta que se encuentra en el pasillo con esos ojos cristalinos, de vuelta a los niños.

—hola— Emma le regala una sonrisa a ambos pero el más pequeño es el único que decide corresponderle al gesto.

— hola—saluda alegremente pero el niño junto a él lo incita a seguir su camino, restándole importancia a la nueva cuidadora.

La joven, los ve alejarse rápidamente, así que ella decide ir a ver su habitación. Cuando llega al lugar se da cuenta que hay otra cama junto a la suya, estudia detenidamente cada rincón hasta que una voz se hace presente en el ambiente,

— hola— salta la voz cantarina de Debora.

Emma, le corresponde con un leve asentimiento de cabeza y una pequeña sonrisa mientras se siente estudiada por la mirada de la mujer  que acompaña a Debora, tal parece ser una figurita repetida de la directora.

—soy Paola—se presta la desconocida con esa típica sonrisa falsa.

— Emma.

—Emma—Paola lo repite lentamente,
— eres muy bien bienvenida—vuelve  sonrier haciendo que sus ojos casi se cierren, hasta que le hace un movimiento a Debora, así las dos salen de la habitación.

Emma, tampoco permanece mucho en el lugar. Sale de la habitación y a pocos pasos encuentra la cocina donde logra visualizar a una mujer, diferente a las demás, revolviendo frenéticamente en una olla,

— hola—saluda Emma e instantáneamente es recibida por la sonrisa de la mujer, —soy, Emma.

– la nueva–asiente con la cabeza,
–soy Hanna– aún sigue revolviendo mientras que Emma observa la cocina, hasta que sus ojos se paran en el cesto de basura.
La joven se acerca al mismo, donde puede ver perfectamente un papel semi arrugado,

— los niños dibujan siempre— Hanna se cola en los pensamientos de la joven.

— ¿y lo tiran?

—oh no, ellos no...- vuelve a sus labores, como si evitará hablar del tema.

–¿Dónde es  la habitación de los niños?

— arriba, al final del pasillo en la derecha.

–gracias–  sin más que decir, toma el dibujo, rescatandolo de aquel lugar...

–gracias–  sin más que decir, toma el dibujo, rescatandolo de aquel lugar

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